La mayoría de las personas realiza ciertas acciones todos los días, casi sin pensar. Tampoco sin saber que podrían estar funcionando como una medicina invisible para el corazón.
Una investigación reciente de la American Heart Association, publicada en la revista científica Circulation, reveló que hacer tan solo tres minutos al día de actividad moderada puede reducir significativamente el riesgo de infarto. No hace falta anotarse en un gimnasio: moverse en casa alcanza.
El dato cobra peso en Argentina, donde las enfermedades cardiovasculares provocan 1 de cada 3 muertes, según estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación.
Qué midió el estudio y por qué importa
La investigación incluyó a más de 24 mil adultos de entre 50 y 80 años. Se les colocaron acelerómetros de muñeca, dispositivos que registran cada movimiento con precisión. A diferencia de otros trabajos, este se centró en personas comunes: empleados, jubilados, amas de casa. Gente que no va al gimnasio.
Los resultados fueron claros: quienes lograban acumular sólo tres minutos diarios de actividad moderada (subir escaleras, pasar la aspiradora, caminar apurados) tenían un menor riesgo cardiovascular que aquellos que estaban quietos casi todo el día.
Más aún: un sólo minuto de actividad intensa (como correr para alcanzar el colectivo) tiene el mismo impacto que tres minutos de actividad moderada o casi 50 minutos de movimiento liviano, como caminar dentro de casa.
Por qué moverse ayuda tanto (aunque sea poco)
Cuando nos movemos, incluso haciendo tareas domésticas, el cuerpo se activa. Se estimula la circulación, mejora el funcionamiento de las arterias y se regula el azúcar en sangre. En cambio, estar sentado mucho tiempo puede favorecer la inflamación, la hipertensión y hasta la formación de placas en las arterias.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sedentarismo causa cerca de 5 millones de muertes por año. Y aunque la máxima autoridad en salud del mundo recomienda 150 minutos de actividad moderada por semana, este nuevo estudio acerca una meta más realista: moverse un poco, pero todos los días.
El consejo de los expertos: moverse sin excusas
“El cuerpo está diseñado para moverse. Cuando no lo hacemos, la salud se resiente”, escriben los autores del estudio. Por eso, la invitación es clara: cada pequeño movimiento cuenta.
Algunas ideas simples:
- Subir por escalera en lugar del ascensor.
- Barrer o tender la cama.
- Levantarse a buscar algo en vez de pedirlo.
- Caminar unas cuadras aunque llueva.
No se trata de grandes gestas atléticas. Se trata de pequeñas rebeliones contra la quietud. Y en esos gestos mínimos, casi invisibles, puede estar la clave para un corazón más fuerte y una vida más larga.