La noche del 17 de julio de 2024, Catalina Gutiérrez encontró la muerte en el departamento de Néstor Aguilar Soto, su amigo y compañero de la carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional de Córdoba.
Este viernes 7 de marzo, en el segundo día del juicio por el femicidio de Catalina, Herta Jeannette Vargas, la abuela de Aguilar Soto, declaró por primera vez.
Criando al único imputado en un femicidio
La mujer de 60 años contó que ella junto a su hija criaron a Néstor en Bariloche. Su hija, era madre soltera. Fue madre a los 19 años y el padre biológico del imputado se fue al año.

“Siempre estuve muy presente como abuela”, comenzó la mujer. Mientras su madre trabajaba Vargas llevaba a Soto al colegio, atendía a la reuniones, a sus actos y hasta lo llevaba al médico.
Cuando hace referencia al colegio la abuela del detenido dijo que “Jamás tuve un reclamo por el comportamiento de Néstor, siempre fue un excelente compañero, mejor alumno, con excelentes notas. Yo me siento muy orgullosa de mi nieto.”
Sin embargo, la mujer reconoció la gravedad del hecho: “Yo sé que cometió un delito, pero a las tres horas confesó su crimen”.
Desde chico, su abuela vio que le gustaba la arquitectura. Ella quería que su nieto pudiera estudiar lo que le apasionaba. Al terminar el secundario, Néstor comenzó la carrera.
Su familia lo mandó a Córdoba para que tenga mejores estudios. “Fue algo muy pensado, fue para que Néstor tenga buena calidad de vida. Yo quería que pueda estudiar”, declaró.
“Era la abuela que ellos esperaban”
En Córdoba, Néstor estudiaba Arquitectura en la Universidad Nacional de la provincia. Tenía varios grupos de amigos y según su abuela “sus amigos se convirtieron en su familia”. Vargas lo visitaba de vez en cuando. “Era la abuela que ellos esperaban; un grupito llegaba a almorzar con Néstor y yo les esperaba con el almuerzo”, afirmó.

La mujer contó que el joven era muy sociable y tenía muchos amigos. “Yo conocí a 3 o 4 grupos de 2 o 3 personas cada uno”. Se acuerda algunos nombres: Agustina, Ulises, Aylen, Luna (quien el mismo día declaró de forma virtual).
Según la declaración, Néstor era muy aplicado. Pero su responsabilidad llegaba a un extremo. “Hacía los trabajos por los demás”, contó la abuela. “Zaza (el novio de Catalina) tenía un problema psicológico y no me podía ayudar”, Vargas dijo que esa era una de las razones por las que su compañero no podía ayudarlo.
“Él no mandaba al frente a su compañeros”, agregó.
El estado mental de su nieto
Durante su testimonio, también afirmó que su nieto presentaba problemas psicológicos y que no recibió el apoyo necesario: “Yo le pedí ayuda a su universidad porque necesitábamos un psicólogo y no podíamos cubrir los gastos”. Agregó que Néstor, mostró signos de deterioro emocional en los últimos meses: “tiene poco pelo en su cabeza, se le está cayendo el pelo”.
Vargas, además, deslizó sospechas sobre el tratamiento del caso en los medios de comunicación: “Hay dinero de por medio para que los diarios hablen mal de mi nieto”. Y aseguró que tanto ella como su familia recibieron amenazas tras lo sucedido.
“Aquí se murieron dos personas: Cata y mi nieto, que está muerto en vida”, agregó. Concluyó diciendo: “Que en paz descanse, Catalina”.

Un día antes del 8 de marzo, día de la mujer el femicidio de Catalina Gutiérrez cobra relevancia en el debate sobre la violencia de género. Mientras tanto, la causa avanza en la justicia y Aguilar Soto sigue detenido, enfrentando cargos por homicidio agravado por el vínculo y por violencia de género.
