Por primera vez en muchos años, las tres principales sociedades médicas argentinas que trabajan sobre hipertensión (la Sociedad Argentina de Cardiología, la Federación Argentina de Cardiología y la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial) unificaron criterios y publicaron un nuevo consenso.
El diagnóstico de hipertensión sigue comenzando en 140 y/o 90 mmHg, pero el tratamiento apunta ahora a bajar la presión a 130 y/o 80, o incluso un poco menos.
Consultado por La Voz, Marcelo Orias, jefe del servicio de Nefrología del Sanatorio Allende, profesor asociado de la Universidad de Yale y especialista en Hipertensión, aclara que este cambio está en línea con estudios internacionales que demuestran que presiones más bajas reducen significativamente el riesgo de infartos, accidentes cerebrovasculares (ACV) y otros eventos cardiovasculares, sin efectos adversos significativos.
“Hoy hablamos de cifras normales alrededor de 120 y/o 70. Bajar ese rango es proteger al corazón, al cerebro y a los riñones”, resume el especialista.
Una aclaración clave: qué pasa si no tengo ambas cifras elevadas
No hace falta tener las dos cifras altas para ser hipertenso. Si una está por encima del umbral (140 o 90), ya se considera hipertensión.
“Una presión de 145/70 es hipertensión. También lo es 130/100”, precisa Orias. Esta distinción, poco difundida, es central para mejorar el diagnóstico temprano.
Se entiende por hipertensión si alguna de las dos cifras, o ambas, superan los límites de 140 y/o 90 mmHg.
El nuevo rol del potasio en el control de la presión

Durante décadas se habló de reducir el sodio. Ahora, los expertos proponen un nuevo enfoque complementario: aumentar el potasio en la dieta.
“El potasio ayuda al cuerpo a eliminar sodio, que es el gran responsable de la hipertensión. Además, tiene muchos efectos beneficiosos propios”, explica Orias.
El potasio se encuentra principalmente en frutas y verduras. También está presente en las carnes, pero en menor proporción.
- Palta
- Espinaca
- Papa y batata
- Zapallo
- Frutas como kiwi, ciruelas, duraznos y bananas (aunque no son las que más tienen)
“No es sólo dejar el salero, también hay que poner más vegetales en el plato”, subraya el especialista.
Orias cita un experimento masivo hecho en China, con resultados contundentes. Compararon 300 pueblos que usaban sal común con otros 300 que usaban una sal enriquecida con potasio (25%). A los cinco años, los que consumían más potasio tenían muchos menos infartos y ACV.
La clave, insiste el nefrólogo, es el equilibrio: más potasio y menos sodio. Pero no es para todos: quienes tienen enfermedades renales deben consultar siempre con su médico antes de modificar su dieta.
El problema de los tensiómetros no validados
En tiempos de tecnología y apps para todo, Orias advierte que no todos los tensiómetros son confiables.
“Menos del 20% de los dispositivos que la gente tiene en su casa están validados por sociedades científicas”, dice.
Los automáticos son recomendables, siempre que estén certificados. Los de mercurio ya no se usan. Y, remarca, tomarse la presión una sola vez cuando uno se siente mal no es suficiente.
“La hipertensión es silenciosa. Por eso hay que controlarla incluso cuando uno se siente bien. De hecho, el dolor de cabeza sólo aparece cuando la presión supera los 200 mmHg”, aclara el experto en hipertensión.
En Argentina, uno de cada tres adultos es hipertenso. Pero apenas uno de cada cinco está bien controlado.
Claves para una presión saludable
- Medirse la presión regularmente (aunque te sientas bien)
- Usar tensiómetros automáticos validados
- Reducir el consumo de sal
- Aumentar el consumo de frutas y verduras (potasio)
- Consultar siempre con el médico