Lo de Generación Zoe “pinta” para ser la estafa piramidal más grande de la historia argentina. El escándalo ya tiene a varias personas detenidas, a otras tantas prófugas de la Justicia y a su líder, Leonardo Cositorto, con orden de captura internacional. El número de damnificados es aún indeterminado, pero se contarían por miles, no sólo en Argentina, sino también en otros países. Cálculos conservadores consideran que el fraude podría superar los 100 millones de dólares.
Pero Zoe no es el único grupo que opera con esquemas de este tipo en el país. Hay muchos más. Y todos están bajo la mira de la Comisión Nacional de Valores (CNV). No con el volumen ni con la envergadura que adquirió Zoe, pero con mucha gente involucrada. Y potencialmente estafada. En última instancia, la Justicia será la encargada de determinar si están cometiendo un delito y eventualmente aplicar penas para dichas conductas.
El tema es que, en situaciones lamentables como estas, siempre hay dos partes: el estafador y el estafado. Y aunque con distintos grados de responsabilidad, ambos lados del mostrador tienen una cuota de culpa en el resultado final. Sobre los estafadores con este tipo de mecanismos, ya se habló largo y tendido. Pero poco se ha dicho respecto de los estafados, de los afectados, de aquellos que pusieron plata y se quedaron con nada.
Es cierto que hay un contexto económico general en Argentina que es propicio para que aquellos que tengan algún ahorro busquen alternativas financieras que les permitan resguardar el valor de su dinero. Con una inflación altísima y persistente y tasas de interés negativas para las colocaciones a plazo, mucha gente siente que su plata se va desvalorizando y es entonces cuando apela a alternativas como las que proponen estas organizaciones que operan al filo de la ley.
Pero eso no explica por completo que alguien asuma semejante riesgo con su dinero.
Seguramente hay mucha desinformación entre la población, sobre todo en aquella poco acostumbrada a utilizar herramientas financieras de mediana y alta complejidad. Así es como miles de personas terminan embaucadas con promesas imposibles, y confían lo poco o lo mucho que tienen a grupos inescrupulosos que terminan quedándose con todo.
Pero también hay algo de codicia entre quienes ingresan a estos círculos viciosos, creyendo que es posible ganar mucha plata en poco tiempo, y, “lo mejor de todo”, sin trabajar. Es un pensamiento casi mágico, alejado de cualquier viso de realidad, impulsado por algún tipo de ambición inexplicable.
Es impensable que una colocación de dinero a plazo, de cualquier tipo, rinda hoy en Argentina más del cuatro o cinco por ciento mensual. Sólo con instrumentos financieros muy sofisticados, el retorno de dicha inversión puede superar en un par de puntos esos valores. Y siempre hablando de pesos. En dólares, las tasas garantizadas que se pagan en el mercado local son infinitamente menores.
Por eso, imaginar que alguien va a pagar un interés de siete, 10 o 15 por ciento mensual, y en dólares, es a todas luces una ilusión por la cual nadie va a responder cuando la fantasía desaparezca.
Frente a la proliferación de estas estafas, algunas incluso promocionadas por personalidades famosas, la CNV difundió días atrás una serie de alertas que bien conviene tener en cuenta.
Por ejemplo, consultar en la página web del organismo (www.argentina.gob.ar/cnv) los antecedentes y registro de las empresas que hacen las ofertas de inversión. También, averiguar la experiencia e incentivos financieros de los patrocinadores. Asimismo, considerar los costos y beneficios potenciales de los objetivos de inversión, el nivel de riesgo y el horizonte de rendimiento, entre otros. Y, en caso de tratarse de inversiones no reguladas oficialmente, extremar las prevenciones.
Nadie está exento de ser víctima de una estafa; a todos nos puede pasar. Pero si estamos lo más atentos posible, y nos asesoramos previamente respecto de los alcances y riesgos de la operación que vamos a realizar, las probabilidades se reducen considerablemente. En momentos de graves crisis económicas como la actual, más vale moverse con el dinero de manera conservadora antes de apostar por aventuras financieras que la mayoría de las veces terminan saliendo muy mal.
