Para el mundo es el caso de Martín Cáceres, para sus amigos es “Tincho”, para su familia es “Chicho” y para Lidia Franco es su hijo.
En conversación con La Voz, la mamá de Martín contó quién es su hijo, cómo está de salud y realizó un pedido de justicia por él y la prisión preventiva de Agustín Fasulo, el único detenido de la causa. A 90 días de la violenta golpiza ocurrida en las afueras de un boliche de Córdoba capital, la madre le dio voz a su hijo.
Violencia en Córdoba: el caso de Martín Cáceres
El 16 de marzo Martín Cáceres fue a una fiesta y a la salida del boliche su amigo Alejo rozó hombros, según consta en las declaraciones en la Justicia, con otro joven identificado como ”Mateo”. Esto habría desatado, momentos después, una pelea.
En un intento de acabar con la situación, sus amigos declararon que Martín le sacó la mano a Mateo e intentó escapar. Es en este momento en que comienza la agresión contra Cáceres.
De acuerdo con lo que pudo reconstruir la investigación a cargo de la Fiscalía, Agustín Fasulo, el único detenido, le habría empezado a pegar Martín por la espalda provocándole severas lesiones.
Desde aquel entonces “Tincho” está internado en un coma. Sufrió un golpe que le causó daño cerebral, un hematoma grande y un desplazamiento del tronco.

Emprendiendo desde chico
Martín es el menor de cuatro hermanos: Nicolás, Juan Ignacio, Sofía y él. Siempre fue el “más emprendedor”. “Él nunca le hizo asco a ningún trabajo”, comenzó su madre. “A él le gustaba la plata, y si trabajando lo conseguía él lo hacía”, remató.
Por 17 años Jorge, su padre, cabalgó. “Mis tres hijos más grandes nunca se sumaron en esa actividad pero, por un tiempo Martín lo acompañó”. Y Jorge le compró un caballo. A los 14 años todos los amigos de “Tincho” tenían un iPhone y él le pidió uno a su mamá.
“Yo no te voy a comprar uno. Si lo queres ahorrá”, le indicó Lidia. A esa edad “no tuvo mejor idea” y vendió el caballo. “El caballo es mío, así que lo voy a vender”, contó entre risas la madre.
Y así empezó. “Era chico, él estaba buscando el negocio”. Después, empezó a vender celulares y computadoras para sus amigos, quedándose con una comisión.
Sus años en el secundario
A pesar de repetir en el secundario, “Martín tenía una personalidad magnética y siempre mantenía sus grupos de amigos”. Lidia, su madre, lo describí como alguien que “siempre le busca la vuelta” y “llega a lo que quiere”. “Tiene un talento para conectar con la gente”.
Lidia contó que es de personalidad fuerte, similar a la de su hermano Juan Ignacio. Aunque no le gustaba estudiar carreras universitarias tradicionales, “sí terminó el secundario en un colegio nocturno y completó tres cursos con nota 10″.
“Me acuerdo que fuimos a su egreso y el director lo nombró. Yo me agarré la cabeza, pensé: qué habrá hecho”, comentó entre risas. Pero el hombre reconoció la actitud de Martín por proponer incorporar teatro a la currícula, algo que agregaron al año siguiente.
Martín y Alejo, una relación casi inseparable
Martín y Alejo se conocieron en el secundario. “Después de repetir tantas veces, se quedó en el grupo de Alejo”. Martín tiene 24 y Alejo cumplió sus 21 años.
“Ahora no es tanta la diferencia pero en el colegio se notaba mucho. Yo le decía: ‘qué haces con este nene’”, comentó entre risas. Martín le respondía diciendo: “Vos tranquila, ahora nos ponemos a estudiar y después lo llevo a tomar un helado”, recordó Lidia.
Son amigos hace 11 años y Alejo lo considera su “hermano mayor”. Hasta entonces es una de las pocas personas que entraron a verlo a Martín en el tiempo de su internación.
Paula, la mamá de Alejo fue quien desde su casa se subió a la ambulancia para acompañarlo. “Yo no la conocía. Alejo venía siempre a casa pero a ella nunca la vi hasta aquel día”, dijo.

Después del ataque, la madre de Martín explicó que Paula fue y es su “sostén”. “Yo a veces estoy mal y ella empieza a decirme: ‘no estamos para esto, Martín no te permitiría que estés así’”.
“Alejo por mucho tiempo estuvo mal, después del ataque”, contó Lidia. Ella expresó que el amigo se sentía culpable por lo que había pasado. Paula le dijo que no sabía que hacer. Lidia le respondió que quería hablar con él.
“Desde el amor que Martín te tiene, él hizo lo que hizo porque sintió que tenía que defenderte”, le dijo a Alejo.
La realidad médica: momentos de incertidumbre
Actualmente, Martín se encuentra en el centro de neurorehabilitación Iner. Los pronósticos no son para nada alentadores sobre su futuro: posibilidad de paraplejia y cuadriplejia.
Cognitivamente, aún no pueden hacer una valoración precisa, ya que no se sabe el nivel de conciencia que tiene. Puede responder a consignas cortas, pero no de forma sostenida. Médicamente, se habla de un estado de “coma vigilia”.
“El neuropsicólogo le indicó que cierre los ojos fuerte si ve la foto que le está mostrando y él cierra los ojos fuerte. Pero cuando va a la segunda vez ya no lo hace. Pero es un avance”, detalló su madre.

Un neurocirujano le explicó a la familia que el cerebro tiene hasta tres meses y medio para reacomodarse. Al ser tan joven, tiene una plasticidad cerebral mayor que podría permitir que otras áreas compensen el daño.
Sin embargo, es incierto en cuánto podrá recuperarse.
La familia le preguntó al médico si podrá caminar, el médico respondió que por el momento no. “Podrá pararse con seguridad, pero caminar no se sabe”, contó Lidia a este medio.
La recuperación es un proceso lento y no lineal. Lidia mencionó que en el Sanatorio Parque recibían partes médicos todos los días; en el Iner cada 15 días.
El proceso judicial: una lucha paralela
La causa judicial está en marcha, aunque Lidia y Jorge inicialmente se centraron en la salud de Martín y no querían poner abogados.
Lo más reciente es la apelación de la prisión preventiva del implicado, Agustín Fasulo.
“Ni quiero leer el expediente”, expresó la madre. No quiere ver nada de cómo fueron los hechos. Lidia conoce la historia mediante lo que le dijeron los amigos de su hijo.
Para la familia, ninguna sentencia les devolverá los meses perdidos ni la vida de Martín como era antes.
“Este chico, llamado Agustín Fasulo, destruyó la vida de mi hijo pero paralelamente nos devastó a todos”, expresó con dolor.
En la vereda frente al hospital había un grupo sentado
Los amigos de Martín son un pilar fundamental durante este proceso. Están presentes desde el primer día en el sanatorio y continúan apoyando.
“El día del ataque, salimos del Sanatorio Parque y yo me encontré con un grupo de gente sentado en la vereda del frente”, comentó. “No sabía qué estaba pasando, hasta que empecé a reconocer a alguno de sus amigos”, agregó. Eran todos los amigos de Martín esperando a saber de él.
Los amigos le dicen a Lidia que ella “no tiene idea lo importante que es Martín para ellos”. Ella contó que le permitieron conocer la otra parte de Martín que no conocía.
Lidia describió al grupo de amigos como una “segunda familia”. “Yo no sabía que se referían a el como ‘capitán’”, expresó entre lágrimas.

Se reúnen todas las noches afuera del centro de rehabilitación e incluso le gritan a través de la única pared que los separa a ellos de su “capitán”.
Un día una de sus amigas le dijo que por mucho tiempo no lo pudo ver. Lidia le preguntó “¿por qué?”. “Él me puso en penitencia porque no aprobé un parcial”, le dijo. “Yo no podía creer, cómo tenía el tupé de decirle eso el chico que repitió año”, rio.
“Aparte del abrazo, de la mirada, yo necesito que retomen sus actividades”, le pidió a los amigos. “Eso es lo que Martín querría”.
“Gracias por el amor que le dan a mi hijo”, dijo la madre entre lágrimas.
“Cada uno lo llevó como pudo”
La familia de Martín también atraviesa este proceso de maneras distintas. Lidia maneja la situación con gran fortaleza, aunque tiene momentos de soledad y llanto.
“Lo extraño a horrores: extraño su risa, extraño estar cocinando y que me de una caricia, extraño que saltaba a mi cama, me levantaba el brazo y se me acurrucaba; extraño todo de él”.

“Cada uno lo llevó como pudo”, agregó Lidia. Nicolás, el hijo mayor, es muy activo en la causa y se permite hablar abiertamente de todas las posibilidades con su madre. Juan Ignacio, por otro lado, está más negado a aceptar la posibilidad de discapacidad y proyecta una recuperación. “Sofi no podía creer que quería ver los estudios en aquel primer día”, agregó.
“Se trata de no perder la esperanza y sobre todo yo me aferro mucho a cómo es él”.
La familia continua pidiendo prisión preventiva y el cambio de carátula a tentativa de homicidio. “Aunque nada de lo que resuelvan me va a devolver a Martín, con sus chistes, ocurrencias, proyectos permanentes.
“Venis bien Tincho, te amamos”.