Cruzar múltiples husos horarios es parte de la magia de viajar, pero el cuerpo paga un peaje: el jet lag o disritmia circadiana. Este desajuste entre el reloj biológico interno y el nuevo entorno (luz solar, horarios de comida, oscuridad nocturna) es un desafío conocido para los viajeros frecuentes.
Sin embargo, para los pilotos de avión, gestionar el jet lag no es una opción, es una necesidad profesional para garantizar la seguridad y precisión en cada vuelo. Ellos desarrollaron métodos probados que, en parte, también los pueden aplicar el común de la gente.
Por qué dormir más no es la solución mágica
Contrario a la creencia popular, la batalla contra el jet lag no se gana simplemente durmiendo más horas. El núcleo del problema reside en la desincronización del reloj interno, no necesariamente en la falta de sueño acumulado. La clave está en reajustar los ritmos biológicos al nuevo entorno.
Según expertos y artículos especializados como los recogidos por BBC Mundo, las aerolíneas y sus tripulaciones ponen especial énfasis en gestionar la exposición a la luz y la oscuridad. La luz solar es la señal más potente para el reloj biológico. Por eso, los pilotos reciben formación específica sobre cuándo buscar la luz del sol y cuándo evitarla, dependiendo del destino, la dirección del vuelo (este u oeste) y la duración de la estancia.

Rutina, luz y disciplina: las tácticas de los pilotos profesionales
La experiencia de profesionales como Alfonso de Bertodano, comandante de Boeing 787 y psicólogo, ilustra perfectamente el enfoque práctico. Como explicó a National Geographic, su estrategia principal, especialmente en estancias cortas (como vuelos a Latinoamérica), es mantener la rutina horaria de su país de origen en la medida de lo posible. Esto puede significar acostarse y levantarse según la hora española, incluso si eso implica desayunar a las 4 de la madrugada hora local.
Bertodano complementa esta estrategia manteniendo horarios regulares de actividad física, trabajo y comidas, siempre alineados con su reloj interno original. Para cambios inevitables o estancias más largas, recurre a técnicas de relajación y al contacto social para facilitar la adaptación.
Descanso planificado y protocolos a bordo: el rol de las aerolíneas
En los vuelos de largo recorrido, nada se deja al azar. Las aerolíneas implementan protocolos estrictos de descanso para las tripulaciones. Los aviones de fuselaje ancho cuentan con áreas de descanso específicas (crew rest areas), y los turnos se organizan meticulosamente para asegurar que los pilotos estén completamente alerta durante las fases críticas del vuelo: despegue y aterrizaje.
Otras tácticas mencionadas incluyen:
- Simular el horario del destino días antes del viaje.
- Utilizar antifaces y tapones para optimizar el descanso a bordo.
- Ajustar los horarios de las comidas durante el vuelo para que coincidan con los del lugar de llegada.
La adaptación del reloj biológico: una carrera contra el tiempo
Es crucial entender que ajustar el cuerpo a un nuevo huso horario no es instantáneo. Diversos estudios sugieren que el reloj biológico se adapta a un ritmo aproximado de una a dos horas por día. Eso implica que un reajuste completo tras un vuelo transoceánico puede llevar hasta cinco o seis días.
Además, la dirección del viaje influye significativamente. Los vuelos hacia el este (que “acortan” el día) suelen provocar un jet lag más acusado que los vuelos hacia el oeste (que lo “alargan”). El cuerpo tiende a adaptarse mejor a días ligeramente más largos. Por esa razón, muchos pilotos, dada la frecuencia de sus vuelos, optan por minimizar la adaptación en lugar de intentar forzarla, manteniendo sus rutinas dentro de un marco horario conocido siempre que sea viable.
Lecciones de la cabina: qué podemos aprender los viajeros
Aunque no siempre podamos seguir a rajatabla las estrategias de un piloto (especialmente en vacaciones largas donde sí queremos adaptarnos), podemos extraer lecciones valiosas.
- Gestiona la luz. Al llegar, buscar la luz solar si es de día en el destino para ayudar al cuerpo a sincronizarse. Evitar la luz brillante si se necesita dormir.
- Adaptar rutinas gradualmente. Si es posible, empezar a ajustar los horarios de sueño y comida unos días antes de viajar.
- Considerar la duración. Para viajes cortos (pocos días), puede ser útil intentar mantener el horario de origen tanto como sea posible, como hacen los pilotos. Para viajes largos, adaptarse al horario local desde el primer día.
- Hidratación y comida. Mantenerse bien hidratado y tratar de comer en los horarios correspondientes al nuevo huso horario.
- Paciencia. La adaptación lleva tiempo. Hay que ser paciente con el cuerpo de uno.