La desaparición del niño Lian Gael Flores en la localidad cordobesa de Ballesteros Sud conmociona a la provincia y al país.
El sábado 22 de febrero, en medio de un intenso calor, la familia de Lian regresó a su hogar para descansar luego de una jornada de trabajo en un cortadero de ladrillos. Al despertar de la siesta, pasadas las 15, notaron que su hijo de 3 años no estaba en la vivienda y salieron a buscarlo. Al no encontrarlo, decidieron dar aviso a la Policía. En ese instante, alrededor de las 19.40, comenzó un operativo de búsqueda que nunca se detuvo.
Pasaron casi dos semanas y no hay rastros del pequeño. Se efectuaron allanamientos, se secuestraron camionetas y celulares, se tomaron testimonios a vecinos y testigos, declararon los padres, se activó la búsqueda internacional y hubo investigaciones en otras provincias.
La Organización de Migrantes Andinos de Córdoba, el cónsul de Bolivia y la comunidad boliviana de Córdoba crearon una comisión que viajó a Ballesteros Sud para asistir a la familia y ponerse a disposición para lo que se requiera.

Explicaron que las condiciones de vida de las familias bolivianas de Ballesteros Sud son precarias y que en este momento se encuentran incomunicadas debido a que sus teléfonos habían sido retenidos por la Fiscalía. Como en casi todos los puntos de fabricación de ladrillos, la vida gira en torno de una alta vulnerabilidad socioeconómica.
Hasta ahora, el agua que consumían esas familias era comprada porque el recurso del lugar tiene salitre, lo que la vuelve no apta para consumo humano.
Además, desde la desaparición de Lian, se frenó la producción de ladrillos y ellos son jornaleros: viven el día a día.
Si bien las familias hablan castellano, su quechua es más fluido. La mamá de Lian, por caso, habla casi exclusivamente quechua. Junto a la comisión conformada días atrás viajó una persona que comprende esa lengua aborigen y logró traducir de manera efectiva lo que intentaban comunicar.
“La desaparición de Lian ha generado conmoción en la comunidad boliviana. Cuando llegamos observamos la falta de alimentos y expusimos esto al ministro de Seguridad, Juan Pablo Quinteros, quien accedió a intervenir. Es típico de la comunidad boliviana que no van a pedir asistencia porque siempre se sobrevivió como se podía”, dijo Jery Chávez, integrante de la comisión que viajó a Ballesteros Sud.
Agregó que “la historia se repite constantemente cuando las familias están a la intemperie y en la vulnerabilidad total”, citando también como antecedente la desaparición de Delia Gerónimo, en 2018, en el valle de Traslasierra. La niña nunca fue hallada, aunque la investigación sigue abierta. Hay coincidencias: su familia es boliviana y trabajadora de hornos de ladrillos.
La presunta curandera que les “dio la suerte”
Chávez también se refirió a la presencia de una supuesta curandera jujeña en el lugar y al vínculo con la familia de Lian. Contó que habló con la madre y que le comentó que tiempo atrás llegó una mujer de Jujuy que comparte las mismas tradiciones y cultura que los bolivianos.

“Les dio la suerte tirando hojas de coca. Se trata de una técnica ancestral de tradición milenaria aymará, que funciona como el tarot leyendo el presente, pasado y futuro”, explicó el referente. La visita fue previa a la desaparición del niño. Y esta persona les habría anticipado que algo iba a pasar en la familia.
“Siempre tendemos a eso. Ellos dijeron además que si Lian no apareciera, recurrirían a esa técnica. En la confusión del lenguaje, la timidez, la circunstancia, se empiezan a tejer cosas que no son reales”, dijo el integrante de la comunidad boliviana de Córdoba.
La mujer jujeña es investigada en la causa. Es una de las tantas líneas abiertas.
Mano de obra para la fabricación de ladrillos
Las construcciones antiguas en áreas rurales de Bolivia se realizaban con ladrillos de adobe confeccionados con barro y paja. De manera artesanal, los armaban con moldes y después los apilaban pegándolos entre sí para levantar las paredes. Los techos generalmente eran de chapa.
Aquella modalidad artesanal fue única y demandada por muchos sectores. Los bolivianos que llegaban a Córdoba para ejercer este tipo de trabajo, encontraban que aquí fabricaban los ladrillos en hornos y que era complejo fabricar ladrillos vistos regulares y bien formados.
Ellos contaban con una técnica artesanal y prolija, por lo que lograron fabricar un ladrillo de gran calidad. La demanda fue creciendo y su mano de obra comenzó a ser muy requerida en los más variados puntos de la provincia.
Así es como las familias se instalan en zonas de cortaderos de ladrillos, construyen sus casas en esos lugares, y comienzan a trabajar para su subsistencia. El estilo de vida que llevan es, generalmente, de muy escasos recursos.

Alfredo Chuquimia Zanabria es boliviano y reside desde hace 50 años en nuestra provincia. Trabaja como comunicador en la radio comunitaria La Ranchada, en la ciudad de Córdoba. En diálogo con La Voz afirmó que no es la primera vez que un hecho como el de Lian golpea a la comunidad boliviana residente en Córdoba, y recordó el caso de Delia Gerónimo Polijo, de 14 años, desaparecida hace siete años en Traslasierra.
Cuenta Zanabria que hay muchos bolivianos que llegan a Córdoba para trabajar unos meses, juntar dinero haciendo trabajo golondrina y volver luego a su país.
En Ballesteros Sud hay varias familias de nacionalidad boliviana: ocho de ellas trabajan en ladrilleros. En este rubro las condiciones laborales suelen ser muy precarias e inseguras. Las familias viven en chozas o casas rancho, cerca del trabajo, y no disponen de ningún tipo de asistencia médica ni cobertura social.
Además, muchos sólo saben comunicarse en quechua y aymara, lo que limita su integración y la posibilidad de ejercer otro tipo de actividad.
“Como estos asentamientos hay muchos en Córdoba. Por ejemplo, en Monte Cristo, en Bouwer, en Alta Gracia, en Traslasierra y muchos más. Son decisiones de mis compatriotas que eligen vivir de esa forma. Generalmente ellos en Bolivia viven en campos bajo condiciones similares o peores. Mucha gente se aprovecha de ellos porque a veces se muestran sumisos o no reclaman”, explicó Zanabria.
Seis hermanos
Lian es el penúltimo de seis hermanos, cuya familia vive en una zona rural de pocos habitantes y de difícil acceso, en una casa precaria de ladrillos con techo de chapa.
Sus padres, de origen boliviano, nacidos en el norte de Potosí, integran una comunidad de varias familias con la misma nacionalidad que ejercen el mismo trabajo en esa zona. Todos sus hijos nacieron en Argentina.
En la escuela de Ballesteros donde concurren los hermanos mayores de Lian, las docentes marcan el buen nivel escolar y el apego a las tareas que muestran. Marcan que denotan el esfuerzo de sus padres por su educación.
“En ámbitos rurales es común que las niñas y niños se desplacen con mayor libertad, ya que es diferente a la realidad que se vive en las ciudades donde existen otro tipo de peligros. No obstante, es importante recalcar que las familias con mayor vulnerabilidad económica trabajan muchas horas diarias y en condiciones de precarización, y los niños suelen quedar a cargo de los hermanos”, dijo a La Voz Amelia López, defensora de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Provincia de Córdoba.
La funcionaria agregó que los niños y niñas de muy corta edad no cuentan con un desarrollo del lenguaje que les permita pedir ayuda o expresarse, y dependen del cuidado de los adultos. Por tanto, si un adulto extraño genera suficiente confianza, puede captarlos sin mucha resistencia aprovechándose de su inocencia.
En el momento de su desaparición, Lian estaba descalzo, con su torso desnudo, expuesto a las altas temperaturas de aquel día.
La familia explicó que no se alejaba mucho de su vivienda y se podría presumir que dada su corta edad y contextura física no podría haberse alejado demasiado por sus propios medios.
95 niños desaparecidos
La ONG Missing Children cuenta actualmente en Argentina con un registro de 95 niños y niñas desaparecidas. Explican que en más del 90% de los casos, por problemas de identidad o conflictos se escapan de sus hogares, pero que hay un porcentaje de casos en los que se presuponen desapariciones forzadas. No aparecen otras explicaciones.
Explican que la trata de personas tiene muchos objetivos: desde fines adoptivos, hasta el tráfico y venta de órganos, o para la explotación sexual, entre otros.