En verano, y más con las altas temperaturas, la sensación de hambre cambia. Aparentemente “se pierde el apetito” muchas veces. Ya no nos apetece lo mismo que en otras épocas del año.
Para entender un poco todo Europa Press Infosalus habló con Ignacio Morrás, especialista en Medicina Interna, quien recuerda que el apetito es un proceso biológico “muy complejo” del cual se desconocen algunos de sus aspectos.
¿En verano comés menos?¿Te cambia el apetito con el calor?
Dentro del apetito entra en juego una parte sensorial que nos lleva a tener apetito, el que algunos platos nos resulten agradables y nos produzcan sensaciones positivas, ese gusto o placer de comer.
Pero también habla de la parte hormonal, de las necesidades del cuerpo y del consumo energético; aparte de la regulación entre el eje cerebro-intestino y la microbiota.
Todas estas partes interaccionan de forma compleja para que nosotros tengamos apetito”, dice el experto. Aunque reconoce que, actualmente, no se ha investigado por qué según la época del año nos cambia el apetito.
Lo que sí está comprobado es que en las zonas frías o de alta altitud cambia el apetito, o lo que nos apetece comer, porque queremos alimentos que nos proporcionen una ‘sensación de calor’.
Por qué nos cambia el apetito en verano
En realidad, no hay estudios de base fisiológica detrás de por qué nos cambia el apetito en verano. Sí hay algunos en ratas, y de cambios hormonales con la temperatura y la dieta; pero en humanos se conoce que las preferencias cambian con las altas temperaturas, pero no se sabe muy bien el porqué”, resalta Morrás.
Al final, lo que nos apetece o no según el momento depende mucho también de lo que el cuerpo nos pide comer, pero también de las sensaciones que nos despierta ese alimento o plato, y de cuáles sean nuestros gustos, “porque esto determinará lo que nos apetece tomar”.
Se sabe, y está descrito en estudios humanos, que sí cambia lo que a uno le apetece según la temperatura a la que esté expuesto, y el entorno en el que esté.
Por otro lado, insiste en las diferentes sensaciones que nos despiertan determinados alimentos, de manera que si tenemos calor buscamos el agua, los entornos más húmedos y frescos, pero también sucede lo mismo con los alimentos más frescos, como el melón, “pero más por el aspecto de la sensación táctil del comer”, según precisa el doctor.
Dieta saludable a pesar de las altas temperaturas
Su principal consejo de alimentación para los días más calurosos es “beber incluso aunque no tengamos sed”, sobre todo las personas mayores, además de buscar otras fuentes de agua.
La deshidratación y los golpes de calor son muy frecuentes, por eso hay que recurrir a otras fuentes de líquidos que no solo sean agua, como la fruta fresca, o por ejemplo las ensaladas, además del agua con hielo, que tiene una sensación muy refrescante.
No olvidar que el alcohol deshidrata, por lo que recomienda evitar su consumo ante las altas temperaturas.
Evitar las horas de máximo calor a la hora de realizar actividades expuestas al aire libre, y “no hacer locuras” como ejercicio o por ejemplo tareas en el jardín en las horas de más calor.