A los 37, María no estaba corriendo detrás del “reloj biológico”. Estaba viajando, trabajando y tratando de encontrar una pareja comprometida con la causa. La maternidad no era una urgencia ni un plan inmediato. A los 45, volvió a quedar embarazada. Hoy, con 51, dice que fue “el mejor momento de su vida”.
Su experiencia es parte de una tendencia que ya está marcada por datos precisos. En Argentina, la tasa de natalidad viene descendiendo de manera sostenida desde 2014, según datos de la Dirección de Estadísticas e Información de la Salud (Deis) del Ministerio de Salud de la Nación.
En 2023 —último año con registros oficiales disponibles— se contabilizaron 460.902 nacidos vivos en todo el país. Esta cifra representa una caída del 48% respecto del año 2000, lo que confirma una tendencia marcada hacia una menor cantidad de nacimientos en las últimas dos décadas.
Además, la tasa general de fecundidad bajó de 42,8 nacimientos por cada 1000 mujeres en 2022 a 38,6 en 2023, según el Ministerio de Salud Nacional.
En 2023, la tasa de fecundidad adolescente fue de 11,5, un 64% menor en relación con el año 2005. Mientras que en las mujeres con menor nivel educativo (primario completo), los nacimientos cayeron un 77% desde 2005.
En los niveles educativos intermedios, la reducción fue del 13% (secundario incompleto) y, entre las mujeres con mayor nivel educativo —secundario completo o más—, la disminución alcanzó el 7% en el año 2023.
Se trata de una caída sostenida que coincide con lo que ocurre a nivel mundial y que responde a múltiples causas.
Cuando llegó el momento
En el caso de María, la maternidad no se postergó por dudas internas ni por presión externa. Se postergó porque la vida fue por otro lado.
De joven no tenía una pareja comprometida y sus prioridades estaban puestas en viajar y trabajar. No había lugar para un proyecto tan grande como un hijo, y no lo forzó.
Tampoco sintió el clásico “apuro” social por ser madre antes de los 30. Nadie la presionó y ella tampoco se presionó a sí misma. La decisión recién apareció más adelante, cuando sintió que las condiciones estaban dadas.
Cuando buscó el embarazo después de los 35, aparecieron miedos concretos: “posibles discapacidades en el bebé y riesgos para su propia salud, como presión arterial alta o anemia”. Los profesionales le explicaron que sería considerado un embarazo de alto riesgo y que los controles iban a ser más estrictos.
Así y todo, el proceso para quedar embarazada fue natural. Y, sobre el tan mencionado “reloj biológico”, su respuesta fue clara: “no sentí una amenaza ni una cuenta regresiva”. A lo que agregó: “Me sentía muy sana, contenida por el equipo médico y en el momento correcto”.
El impacto en los Centros de fertilización asistida
Mientras algunas mujeres logran embarazos naturales después de los 37 o 40, en los centros especializados se ve un fenómeno que también refleja la caída de la natalidad.
Karina Maero, médica especialista de Cigor (ME 11034), un centro pionero en el interior del país, explicó que reciben consultas de mujeres “con deseo de embarazo que no tienen pareja” y de “pacientes homosexuales que necesitan del centro para poder lograrlo”. También mencionó otros motivos frecuentes, como la preservación de la fertilidad —ya sea por postergación de la maternidad o por diagnósticos oncológicos—, casos de infertilidad cuando no se logra un embarazo espontáneo y diversas patologías que afectan la capacidad reproductiva, entre ellas la endometriosis y algunas enfermedades autoinmunes.
La médica de Cigor suma un dato interesante: hay una caída del 20% en relación a años previos en las consultas sobre tratamientos de fertilidad. Para Maero, es un fenómeno global “que estaría vinculado a que hoy la maternidad no es un mandato social o religioso y muchas parejas deciden no tener hijos”.
En Nascentis, otro centro especializado en medicina reproductiva, se registra una tendencia inversa en un área puntual: los tratamientos de preservación de la fertilidad. La criopreservación de óvulos crece de forma sostenida: 50 procedimientos en 2020, 73 en 2021 y 89 en 2022. En el caso de la congelación de semen ocurre algo similar: 29 procedimientos en 2020, 49 en 2021 y 75 en 2022 (Datos de La voz del Interior 2023)
Esta tendencia coincide con lo que señala la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer): la práctica de congelar óvulos crece a un ritmo del 20% anual en los centros de fertilidad del país, según citó en 2023 Infobae.
La ley que avala
El factor económico, de acuerdo a la especialista de Cigor, es algo importante. Desde la sanción de la ley 26.862 en 2013, los tratamientos de reproducción asistida deben ser de forma gratuita a todas las personas mayores de edad, sin importar su estado civil u orientación sexual. Esta cobertura es obligatoria para el sector público de salud, las obras sociales y las prepagas.
En relación con la ley, la doctora Maero explica: “El problema de la ley está en la práctica. Lo privado según obra social o prepaga tiene en general mucha burocracia administrativa hasta que los tratamientos son autorizados, menciona Karina”.
Mientras que en la parte pública ocurre algo parecido: “Si bien es gratuito, no es tan fácil el acceso por los altos costos y los recursos limitados”.
Maternidad pospuesta
Para conocer cuáles son algunos de los motivos que dan cuenta de esta nueva maternidad se consultó a la psicóloga Flavia Perrone Peloso (MP 10.091). Para la profesional, la maternidad no es “tardía”, sino pospuesta. Y la postergación responde a múltiples factores.
- Obligaciones académicas y laborales: muchas mujeres terminan el colegio sin tener clara una vocación. Estudiar, cambiar de carrera o formarse lleva tiempo. Cuando finalmente se insertan en el mercado laboral y logran estabilidad, la maternidad queda en segundo plano.
- Búsqueda de estabilidad económica: conseguir un empleo estable, progresar, tener un auto, una casa o cierta seguridad financiera son metas que suelen aparecer antes del deseo de tener un hijo.
- Proyecto personal: viajes, independencia, desarrollo individual o profesional ocupan un espacio central en los años previos a la maternidad.
- Aspectos emocionales y autoestima: muchas mujeres no se sienten listas o suficientemente seguras física y emocionalmente para transitar un embarazo antes de cierta edad.
- Cambios socioculturales: la maternidad dejó de ser una obligación social. Hoy es una elección más, y no un destino inevitable.
- Dificultad real del contexto económico: la inflación, el costo de vida y la inestabilidad laboral hacen que muchos proyectos familiares se posponga indefinidamente.
Según explica Perrone Peloso, muchas mujeres comparten un mismo sentimiento: nunca parece ser el momento ideal para ser madre. Siempre hay proyectos por concretar o prioridades que se imponen. Hoy, además, las posibilidades vitales y profesionales no se limitan a los 30 años como ocurría antes. Con el paso del tiempo, las oportunidades de crecer, crear y perseguir sueños siguen vigentes y no se agotan con la edad.
Por eso, cuando una mujer no se proyecta como madre en el presente, la maternidad suele postergarse frente a un horizonte mucho más amplio de deseos, metas y caminos por explorar.
*Por María Agustina Bustos y Luciana Gutiérrez, estudiantes del Colegio Universitario Politécnico (CUP), para una práctica profesional de Periodismo.



























