Los cambios demográficos solían ser lentos. Ya no: en pospandemia estamos envejeciendo, a pesar del exceso en la mortalidad producido por el Covid, que generó un impacto en la esperanza de vida similar a lo que se había ganado en una década de mejoría en condiciones de vida y de acceso a la salud.
Es la otra punta de la vida la que está generando el más acelerado envejecimiento poblacional en Córdoba. Entre 2019 –último año prepandémico– y 2022 se perdieron 10 mil nacimientos anuales en la provincia. Desde 2019, dejó de nacer uno de cada cinco niños y niñas en comparación con las cifras habituales.
Los nacimientos inscriptos de enero a diciembre del año pasado fueron 40.630, según el Registro Civil digital de Córdoba. Este número, en detalle, representa una caída de un 7,8 por ciento en relación con los 44.084 nacimientos de 2021; de un 12% en comparación con los 46.214 inscriptos en 2020, y de un sorprendente 19,1% en contraste con los 50.277 nacimientos anotados en 2019.
Hay un componente virtuoso en el descenso en la natalidad: la caída, casi a la mitad, de los embarazos adolescentes, que casi por definición son no deseados.
Los embarazos en el rango etario 15 a 19 años fueron 5.139 en 2019, mientras que en 2022 fueron 3.381. También descendieron con fuerza los embarazos en el grupo de mujeres jóvenes de 20 a 24 años, que fueron 11.393 en 2019 y el año pasado descendieron a 8.554.
El embarazo adolescente representaba en 2019 un 10% del total de nacidos vivos en la provincia. En 2021 –último dato disponible– descendió a 7,9%, en un contexto de reducción global del número de nacimientos, lo que hace que el descenso en casos reales haya sido aún más importante, confían desde el Ministerio de Salud.
Políticas públicas como la Educación Sexual Integral (ESI), los programas de acceso a la anticoncepción -con la “revolución del implante subdérmico”, como lo describen equipos de salud con presencia en territorios vulnerables- y el acceso legal a interrupciones de embarazo pueden estar entre los factores que contribuyeron a este descenso en los embarazos en las edades más tempranas.
Pero la caída en los nacimientos no se explica en su totalidad por el descenso de la maternidad adolescente. Lo que parece tener el mayor impacto es la decisión de las mujeres adultas jóvenes de postergar el momento del parto. En general, entre 2019 y 2022 la natalidad en la provincia cayó 19,1%, algo que es ligeramente menor entre las que están en el rango de mayor edad: de 30 a 49 años.
La caída en los nacimientos no es un fenómeno cultural de la metrópolis; incluso se da en departamentos que crecieron por encima de la media provincial, como Calamuchita, mientras que en algunas ciudades como Río Tercero, Villa María y Río Cuarto en los últimos tres años hubo más muertes que recién nacidos.
Es un saldo de la pandemia. Y hay un elemento adicional que podría tener alguna intervención en el descenso de la natalidad: el exceso en la mortalidad que ocurrió en estos años en adultos jóvenes.
El rango que ofrecen las estadísticas del Registro Civil digital es el de 25 a 64 años. No coincide exactamente con las edades reproductivas, pero es el mejor dato disponible. En esta franja etaria, el exceso en la mortalidad durante 2020 fue del 16%; en 2021, del 51%; y en 2022 de otro 15%.
Esto, en vidas humanas, equivale a decir que en 2019, el último año prepandémico, fallecieron 6.047 personas de entre 25 y 64 años en Córdoba. En 2020 murieron 7.054 adultos jóvenes, sobre un total de 34.267 fallecimientos. En 2021, las muertes en el rango 25 a 64 crecieron a 9.145 casos, sobre 38.841 decesos en total. Y 2022 tuvo 7.005 decesos en el mismo rango etario, con 36.681 muertes en todas las edades. En todos los años, hubo exceso en la mortalidad: un poco más de cinco mil personas que murieron con mucha vida por delante, la propia y la que podían crear.
