Durante meses, sus nombres ocuparon los pasillos de Tribunales, la sala de audiencias y buena parte del debate público. Hoy vuelven a aparecer, pero desde otro lugar: el del reconocimiento social.
Durante meses, sus nombres ocuparon los pasillos de Tribunales II, la Sala de Audiencias y buena parte del debate público en Córdoba y todo el país. Hoy vuelven a aparecer, pero desde otro lugar: el del reconocimiento social.
Las “Madres del Neonatal”, quienes llevaron adelante una de las luchas más emblemáticas en la historia reciente de Córdoba, fueron nominadas al premio Personalidad Cordobesa 2025, que otorga La Voz.
Vanessa Cáceres, Damaris Bustamante, Julieta Guardia, Brisa Molina y Yoselín Rojas perdieron a sus hijos entre marzo y junio de 2022 en el Hospital Materno Neonatal de la ciudad de Córdoba. Junto a otras ocho mamás, cuyos bebés fueron lesionados por la enfermera Brenda Agüero de ese hospital, conformaron un grupo que se volvió emblema de la lucha por la justicia.
Hoy, a dos años y medio de los hechos, esas madres siguen cargando un duelo sin tiempo. Pero también una marca colectiva: la de haber logrado que la sociedad, la Justicia y el Estado pusieran el foco en uno de los episodios más graves de la salud pública provincial.
“Peleamos para saber la verdad y para que a nadie más le suceda algo tan trágico”, dijo Damaris, una de las mamás del grupo.
Todas transitaron un camino inesperado: denuncias judiciales, una investigación sin precedentes, la imputación de la enfermera Brenda Agüero y de 11 funcionarios provinciales en un megajuicio que llevó más de 50 audiencias y que convocó a unos 100 testigos en los primeros seis meses del año.
En ese marco, un tribunal técnico y popular condenó a Agüero a prisión perpetua por los asesinatos seriales, en la primera sentencia de este tipo en la historia judicial cordobesa. También hubo condenas por responsabilidades funcionales para exautoridades sanitarias.
Las madres fueron protagonistas de ese proceso. Declararon una y otra vez, revivieron sus historias frente a un jurado, escucharon pericias, detalles, hipótesis y contrahipótesis. Estuvieron allí presentes, sentadas en primera fila. Esa presencia se volvió un símbolo: el del derecho a saber qué había pasado con sus hijos.
Un reconocimiento inesperado
Para Vanessa Cáceres, mamá del bebé Francisco Calderón, la nominación a Personalidad Cordobesa tiene un sentido profundo.
“Es muy gratificante que se reconozca la lucha, que fue muy tortuosa. Una se expone, toca la herida abierta una y mil veces. Uno lo hace por su hijo, pero también entendimos que había cosas que debían visibilizarse, como la violencia obstétrica que atravesó a muchas mujeres que pasaron por allí. Si esto ayuda a que no vuelva a suceder, vale la pena”, entendió.
Damaris Bustamante, mamá de Benjamín Luna, comparte sentimientos muy parecidos. “Fue muy fuerte saber lo de la nominación. Me tomó por sorpresa. Sentí que estaban reconociendo nuestra lucha y que no quedó todo allí, en las salas de tribunales”, dijo en diálogo con La Voz. “Es como una caricia al alma”, agregó la mamá.
Vanessa y Damaris remarcaron que la fuerza que las sostuvo en todo el proceso surgió del mismo lugar: “Lo que nos movió fue pura y exclusivamente nuestro amor de madres. Si no morimos de tristeza e impotencia, fue porque nuestros hijos merecen justicia”, dijeron.
Después de la sentencia
Cuando el juicio terminó, comenzó otra etapa. Mucho más silenciosa, pero igual de dura.
Damaris habló también del después, de ese momento en el que la adrenalina del proceso judicial se apagó. “Volver a la vida normal, pero sin mi hijo, fue la parte más terrible. Me acostumbré a estar alerta para defender derechos que me habían pisoteado. Después de la sentencia mi vida se vino abajo… Ya no hay más nada por hacer. A Benja no me lo van a devolver”, lamentó.
Vanessa recordó ese tránsito como un momento de desgaste extremo. “Después de cerrar la etapa del juicio elegí resguardarme. Ya me había expuesto un montón. Había que recomponer la familia, sanar las secuelas que todo esto nos dejó”, contó a este diario.
Durante el juicio, la rutina era mecánica: trabajar, ir a Tribunales, volver a casa, organizar todo para el día siguiente, la comida para los chicos y volver a empezar. “Era un proceso sumamente desgastante. Conté mi historia millones de veces para que se visibilizara, era doloroso. Incluso los fines de semana seguían apareciendo cosas nuevas del caso”, recordó con tristeza.
Ambas mamás coinciden en que aprendieron a poner límites con el tiempo. “El tema del juicio no lo tocamos. Si recordamos a Fran, es desde otro lugar”, dijo Vanessa.
“Sabiendo que Benja no iba a volver, creo que el mensaje fue claro: peleamos para saber la verdad y para que a nadie más le vuelva a suceder algo tan trágico”, cerró Damaris.
