Luego de una ruptura amorosa, Lisette decidió transitar su duelo y dejó de utilizar la red social Instagram.
Registró en un diario personal las sensaciones y las emociones que prevalecieron durante esos días que pasó sin usar la aplicación. Luego, su experiencia se hizo libro, y ahora acaba de presentarse. “La ansiedad carcomía mis días y hacía muchas cosas a la vez. Me sentía sola y, en realidad, con las personas que me rodeaban no quería estar”, dijo Lisette a La Voz.
100 días sin Instagram, lo cuenta una psicóloga
Ella es correntina, pero vive desde hace muchos años en Córdoba, en barrio Juniors. Se instaló en la ciudad para cursar Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba y Teatro en la academia de arte dramática La Glorieta.
¿Por qué optó por dejar de usarla? Porque la navegación que propone la aplicación permite observar la vida de un otro, expuesto en un lugar atractivo, con recortes de realidad; ingresar a perfiles, conocer su actividad, sus gustos, su actividad diaria; comparar el estilo de vida propio con el de los demás, quizá más placentero que el nuestro, genera un ida y vuelta de ansiedad y angustia. Esta situación empeora cuando estamos atravesando un momento de vulnerabilidad emocional, como en el caso de la autora, que transitaba un duelo amoroso.
El caso, o la situación, puede ser el de muchas y muchos más.
“Cada vez que tenía el impulso de abrir la aplicación o sentía ansiedad, intentaba enfocarme en el momento presente. A veces eso se traducía en hacer alguna actividad que fuera placentera para mí o escribía sobre lo que estaba pensando, me preguntaba cómo podía mejorar el momento, e intentaba cocinarme algo o hablar con amigos”, dijo. Otras veces sólo quedaba aceptar la realidad e intentar conectar con lo que estaba viviendo, buscar alguna distracción para pasar por el momento angustiante.

Contó que escribir en su diario fue una manera de despegarse de sus pensamientos y observarlos de lejos, sin juzgarlos.
En el libro, relata momentos en los que deseaba morir o drogarse, y otros en los que intentaba cultivar la paciencia para conectar con lo que sucedía a su alrededor. “Esa dialéctica de hacer convivir algo que parece tan opuesto: querer morir y al mismo tiempo valorar los momentos de la vida”, reflexionó.

Su primer contacto con la escritura fue cuando tenía 7 años, una noche en la que sus padres discutían por la separación que estaban afrontando.
En su rol profesional, Lisette es licenciada en Psicología. Analizando el caso desde el área de la terapia dialéctico-conductual, explicó que la aceptación es percibida como una habilidad dentro de la tolerancia al malestar. Aceptar lo que no se puede cambiar, más allá de estar de acuerdo o no. Es parte del proceso de duelo aceptar la pérdida, en este caso de una relación afectiva.
100 días sin Instagram se llama el libro que reúne el testimonio de sus días sin la red social activa. Fue presentado días atrás en el Centro Cultural España-Córdoba. La autora lo define como un autorretrato en forma de diario íntimo que nace de la consigna de eliminar la aplicación Instagram en un contexto de soledad.
Recompensas
Las redes sociales son un medio de comunicación que se utiliza de forma masiva para interactuar con personas que no están cerca físicamente, para pasar tiempo de ocio o realizar actividades académicas. Sin embargo, el uso que los usuarios les dan se ha ido descontrolando, incluso hasta no poder establecer límites en los tiempos de uso. La falta de control, advierten los especialistas, trae consecuencias negativas en la salud física, social y mental de las personas.
La relación entre la dependencia de las redes sociales y la autoestima fue evidenciada en estudios que dan cuenta de un vínculo entre el tiempo dedicado por los usuarios y los niveles más bajos de autoestima. Muchas personas utilizan las plataformas en busca de aceptación, tanto propia como por parte de otros.
Denise Roque, también licenciada en Psicología, para ampliar la explicación del fenómeno desde otro lugar, cita como ejemplo el concepto de “recompensa inmediata o intermitente”, que refiere a aquello que hace que estemos esperando algo constantemente, por eso buscamos el celular como una conducta para encontrar un refuerzo que no sabemos bien qué es, pero que en principio se siente bien y a mediano plazo genera ansiedad.
La conectividad y las redes sociales generan una falsa sensación de recompensa, ofrecen contenido acorde con tus gustos personales y, de alguna manera, generan dependencia.
“Es un concepto psicológico que se refiere a la entrega de recompensas de forma irregular o impredecible. Este término fue acuñado por el psicólogo B.F. Skinner, quien lo desarrolló en su teoría del condicionamiento operante. Puede generar expectativa, deseo y un cierto grado de ansiedad. Esto puede llevar a esforzarse y mantenerse alerta, para volver a conseguir la recompensa”, fundamentó la psicóloga.
La terapia dialéctico-conductual busca principalmente mejorar el momento. Es decir, identificar conductas que puedan hacer transitar una situación de una manera más cuidada y amable.
La especialista recomendó, en casos de crisis, implementar ejercicios como meditaciones que nos conecten con lo que estamos viviendo en el presente. El mindfulness es uno de los tratamientos que utilizan para bajar los niveles de estrés y la ansiedad: invita a conectar con las actividades cotidianas, prestando atención al presente e interrumpiendo las actividades que generan estrés emocional. “Mejorar el momento, como una habilidad de regulación emocional”, concluyó.
