Un nuevo estudio de la Universidad de Wageningen, Países Bajos, desafía una creencia común: que consumir alimentos dulces refuerza el deseo por sabores azucarados.
Tras seguir durante seis meses a 180 personas con dietas controladas, los investigadores concluyeron que la exposición a comidas dulces no modifica la preferencia por ese sabor, ni influye en el peso corporal ni en el riesgo de enfermedades metabólicas.
“Descubrimos que las dietas con más o menos dulzor no provocaron cambios en la percepción del dulce, ni en la elección de alimentos, ni en el consumo energético”, señaló el doctor Kees de Graaf, investigador principal del estudio.
Un estudio de largo plazo con evidencia sólida
Hasta ahora, la mayoría de los trabajos sobre este tema habían sido de corto plazo. Este nuevo ensayo clínico aleatorizado, en cambio, se extendió durante seis meses y aplicó un diseño riguroso, con aprobación ética, control de variables y seguimiento posterior de hasta cuatro meses más.
Los participantes fueron divididos en tres grupos: uno recibió una dieta alta en alimentos dulces (como mermeladas, chocolates, yogures azucarados y bebidas dulces), otro una dieta baja en dulces (con jamón, queso, hummus, entre otros), y el tercero una dieta intermedia. Todos recibieron paquetes de comida cada dos semanas, que cubrían el 50% de su alimentación.
Los resultados fueron consistentes: el nivel de gusto por el sabor dulce no varió significativamente entre los grupos, ni tampoco el peso corporal, la ingesta calórica ni los marcadores de salud metabólica como glucosa, insulina y colesterol.

¿Y después? Las preferencias volvieron a la normalidad
Una vez terminada la intervención, los científicos midieron nuevamente los niveles de preferencia por el dulce a uno y cuatro meses. ¿Qué ocurrió? Todos los participantes retomaron de forma natural sus niveles iniciales de consumo y gusto por el sabor dulce, sin rebotes ni aumentos.
Esto indica que ni la exposición elevada ni la restricción moderada de productos dulces alteran el gusto ni generan adicción, al menos en adultos. De hecho, el estudio sugiere que es posible disfrutar del sabor dulce sin que eso implique necesariamente comer más ni aumentar de peso.
Qué viene ahora: estudiar a los chicos
El equipo de Wageningen planea replicar el estudio en niños, un grupo en el que aún se están formando las preferencias gustativas y los hábitos alimentarios. El objetivo es saber si los resultados son iguales en edades tempranas y si hay oportunidades para educar el paladar desde la infancia.
Claves del estudio
- Comer alimentos dulces no aumenta la preferencia por el sabor dulce.
- No se observaron cambios en el peso corporal ni en el consumo energético.
- Tampoco hubo impacto negativo en marcadores de diabetes o enfermedades cardiovasculares.
- Las personas recuperaron su patrón natural de consumo al terminar la intervención.