Cerca del 45% de los argentinos enfrenta dificultades para conciliar el sueño y mantenerlo de forma adecuada, lo que impacta negativamente en su calidad de vida y su salud general.
La falta de sueño es más perjudicial de lo que se cree. Se calcula que el 40 por ciento de la población mundial no duerme bien. Esta situación amenaza la calidad de vida y la salud y propicia enfermedades coronarias.
Un nuevo análisis científico comparativo, liderado por la Universidad de Medicina China de Beijing y publicado en la revista BMJ Evidence-Based Medicine, confirma lo que muchas personas sospechaban: hacer ejercicio puede ser una de las mejores formas de combatir el insomnio.
Resultados concretos: más sueño y mejor calidad
Las actividades que demostraron mayor efectividad son el yoga, el tai chi, caminar y correr, prácticas accesibles, de bajo costo y sin efectos adversos.
El análisis revisó 22 ensayos clínicos con más de 1.300 participantes y comparó 13 enfoques terapéuticos, incluyendo terapias con ejercicio, tratamientos farmacológicos, terapia cognitivo-conductual (TCC), acupuntura y más.
Entre los ejercicios evaluados, el yoga sobresalió al aumentar el tiempo total de sueño en casi dos horas y mejorar la eficiencia del sueño en un 15%.
El tai chi también mostró resultados destacados: mejoró el sueño en más de 50 minutos y redujo el tiempo de vigilia después de dormirse en más de media hora. Además, acortó el tiempo necesario para conciliar el sueño en unos 25 minutos.
Por su parte, caminar o correr logró reducir la gravedad del insomnio en casi 10 puntos, una mejora significativa según las escalas clínicas.

Por qué funcionan estas rutinas
Los investigadores explican que tanto el yoga como el tai chi trabajan sobre la respiración consciente, la relajación física y la atención plena, lo que reduce la actividad del sistema nervioso simpático y ayuda a desactivar el “ruido mental” que impide dormir.
Caminar o trotar, por su parte, ayuda al descanso nocturno porque aumenta el gasto energético, reduce el cortisol (la hormona del estrés), estimula la secreción de melatonina y mejora el sueño profundo.
Una alternativa natural con mucho potencial
Aunque la terapia cognitivo-conductual (TCC) sigue siendo el tratamiento más efectivo para el insomnio, su disponibilidad es limitada. Por eso, los autores subrayan la importancia de considerar el ejercicio como una opción primaria, no solo complementaria.
“Estas prácticas son ideales para incorporarlas a la atención primaria y a programas comunitarios de salud”, aseguran los investigadores.
El estudio también plantea una idea interesante: diferentes tipos de ejercicio podrían ser más efectivos para distintos síntomas del insomnio. Por ejemplo, el yoga para reducir la latencia del sueño o el tai chi para mejorar la eficiencia del descanso.
A futuro, nuevas investigaciones podrían ayudar a personalizar el tratamiento del insomnio según el perfil y los síntomas de cada paciente.