Un corazón saludable puede ser el mejor aliado para mantener una mente ágil a lo largo de los años. Según un estudio del Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, publicado en el British Journal of Sports Medicine, una buena aptitud cardiorrespiratoria (ACR) no sólo mejora la función cognitiva, sino que también reduce significativamente el riesgo de desarrollar demencia, incluso en personas con predisposición genética a enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
La aptitud cardiorrespiratoria, que mide la capacidad de los sistemas circulatorio y respiratorio para suministrar oxígeno a los músculos durante el ejercicio, disminuye con la edad. Esta caída se acelera notablemente a partir de los 70 años, lo que la convierte en un factor crítico para la salud a largo plazo.
El estudio: datos y hallazgos clave
El análisis incluyó a 61.214 personas de entre 39 y 70 años inscritas en el UK Biobank entre 2009 y 2010. Durante un período de seguimiento de 12 años, los participantes se sometieron a pruebas de esfuerzo físico, evaluaciones cognitivas y un análisis genético para determinar su predisposición a la demencia.
Entre los hallazgos más destacados:
- Las personas con niveles altos de ACR tuvieron un 35% menos de riesgo de desarrollar demencia, incluso aquellas con un riesgo genético elevado.
- La aparición de la demencia se retrasó en promedio 1,48 años en aquellos con mayor capacidad cardiorrespiratoria.
- Los participantes con mejor ACR mostraron un rendimiento cognitivo más alto en las pruebas realizadas.
Aunque el estudio es observacional y no puede establecer una relación causa-efecto directa, los resultados sugieren una conexión robusta entre la salud cardiovascular y la salud cerebral.
Por qué es importante la ACR para el cerebro
Un buen nivel de aptitud cardiorrespiratoria se traduce en un mayor flujo sanguíneo al cerebro, lo que facilita la oxigenación y la eliminación de toxinas, además de promover la formación de nuevas conexiones neuronales. Según los investigadores, este efecto positivo podría explicar la reducción del riesgo de demencia observada en el estudio.
El ejercicio regular, especialmente el de tipo aeróbico como caminar, correr o montar bicicleta, es clave para mantener o mejorar la ACR. Además, el impacto positivo del ejercicio en la salud mental está respaldado por numerosos estudios que muestran cómo la actividad física ayuda a prevenir enfermedades neurodegenerativas.
Limitaciones y retos del estudio
Los autores reconocen algunas limitaciones importantes. Por ejemplo, el grupo analizado estaba compuesto principalmente por personas más saludables que el promedio, lo que podría haber subestimado la incidencia de la demencia. Además, las pruebas de esfuerzo utilizadas no midieron la ACR máxima, lo que podría haber reducido la precisión de los resultados.
A pesar de estas limitaciones, los hallazgos refuerzan la importancia de un estilo de vida activo como estrategia de prevención.
Cómo mejorar la aptitud cardiorrespiratoria
Incorporar actividad física moderada o vigorosa a la rutina diaria es la mejor forma de mantener una buena capacidad cardiorrespiratoria.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico moderado o 75 minutos de ejercicio intenso por semana.
Algunas estrategias efectivas incluyen:
- Caminar o correr: actividades simples y accesibles para la mayoría de las personas.
- Entrenamiento en intervalos: alternar periodos de alta intensidad con descanso puede mejorar la ACR rápidamente.
- Deportes recreativos: actividades como el tenis, la natación o el ciclismo son beneficiosas y, además, divertidas.
La conexión mente-corazón: una oportunidad para la prevención
Los resultados del estudio subrayan la importancia de abordar la salud como un todo. El corazón y el cerebro están más conectados de lo que parece, y cuidar ambos puede marcar la diferencia en la calidad de vida en la vejez.
Además, para quienes tienen antecedentes familiares de Alzheimer u otras formas de demencia, mejorar la capacidad cardiorrespiratoria podría ser una herramienta clave para reducir el impacto de su predisposición genética.
En palabras de los investigadores, “mejorar la ACR podría ser una estrategia efectiva para prevenir la demencia, incluso en personas con alto riesgo genético”. Esto refuerza la importancia de políticas públicas y programas de salud que promuevan un envejecimiento activo y saludable.
