La aplicación del nuevo etiquetado frontal de alimentos, en el marco de la ley Nº 27.642 de Promoción de Alimentación Saludable, es una realidad en Argentina. Por el carácter federal de la norma, el termómetro de aparición de los sellos en supermercados no varía tanto entre las provincias y se empieza ver su avance.
En la mayoría de los supermercados de Córdoba están presentes los octógonos negros, en algunos de forma generalizada; en otros, aún conviven las etiquetas vacías de alertas.
Los especialistas coinciden en que es momento de que el Estado tenga un rol activo alrededor de la ley para una eficiente implementación y control. “Hay un contexto positivo en términos de avances, porque vemos más presencia de sellos, a la vez se complejiza porque aparecen incumplimientos y evasión, y se pone en juego la capacidad de fiscalización”, apunta Laura Fons, integrante del Área de Salud de la Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables (Fundeps).
Ahora, a cuatro meses de la finalización de la prórroga para la aplicación para las grandes marcas surge el siguiente interrogante: ¿es suficiente la mera presencia de los sellos negros? A priori se puede decir que no, dado que la ley de promoción saludable va más allá de una nueva impresión en el packaging de los alimentos.
La situación tiene varias aristas para analizar. Por un lado, cómo las fábricas y las marcas manejan su etiquetado de alimentos, cómo los supermercados exponen estos productos y quién controla que se cumpla la ley de manera adecuada son las más relevantes.
Sencilla pero clave
El etiquetado frontal es el corazón de la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable en Argentina. Se trata de un sistema que tiene alcance federal, es libre de conflictos de interés y cuenta con aval científico. Según dice en la web de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), es “una herramienta sencilla y práctica” y el medio “más efectivo para informar a la población sobre los productos que pueden dañar la salud y ayudar a guiar las decisiones de compra”.
Históricamente, las marcas han presentado etiquetas donde los ingredientes y las tablas nutricionales se encuentran en letras pequeñas y, en algunos casos, en lugares poco visibles. Los octógonos vienen a atentar contra esta estratagema. Además, cabe mencionar que muchas veces los ingredientes dañinos aparecen con nombres irreconocibles para el consumidor promedio.
De esa manera, la parte de la ley que considera la incorporación de los sellos y las leyendas busca alertar sobre la presencia de nutrientes críticos en exceso. Tales son, en el caso de los consignados dentro de los octógonos: azúcares, grasas totales, grasas saturadas, calorías y sodio; y respecto a las leyendas precautorias, atienden la presencia de edulcorantes y de cafeína, componentes no recomendados para los niños.
A pesar de que no se encuentra entre los objetivos declarados de la ley, de alguna manera la obligatoriedad de la impresión de estos sellos busca que las empresas reformulen sus productos para que sean más saludables.
Hay algunas marcas que ya han decidido hacer cambios en los ingredientes de sus productos para poder quitar octógonos. Por ejemplo: un yogur para niños que en su formulación anterior presentaba exceso en azúcares y grasas saturadas ha ajustado los ingredientes y las cantidades de esos nutrientes en exceso. Ahora, se ofrece y publicita como “100% libre de sellos” y puede mantener su presentación acompañada de claims (mensajes publicitarios) nutricionales (calcio y vitamina D) y personajes infantiles.
Etiquetados por el “marketing”
Los alimentos, más allá de servirnos para vivir, se encuentran cruzados por estrategias de ventas y de marketing, como los productos de cualquier industria. Por eso es que las marcas impulsan etiquetas atractivas, diseñadas estratégicamente para atraer al consumidor.
Existe en este momento una tendencia social, en parte impulsada por la información transmitida por las redes sociales, de apostar a algunos cambios para lograr una vida sana y balanceada, priorizando los alimentos reales y las preparaciones caseras. Es en ese contexto que las inscripciones en los alimentos están relacionadas a ese concepto, y los colores aplicados vinculados a lo natural (como el verde) son solo algunas maneras de alcanzar una venta.
En las infancias, la situación se complejiza porque no hay educación sobre lo que se consume desde las marcas. Lo explica Norma Piazza, pediatra especialista en nutrición infantil: “Las publicidades de alimentos y de bebidas dirigidas a la infancia priorizan los discursos emotivos y estéticos antes que los racionales; o sea, no hay una descripción del producto en sí, sino que sólo busca que se lo desee”.
Según Rocío Yocco, diseñadora gráfica, el diseño de un packaging debe ser simple y directo, y el de los sellos incorporados a través de esta ley son ideales porque captan la atención. “Muchas veces los productos tenían esa información, pero no la distinguían o directamente no la ponían. Para mí, lo fundamental en el etiquetado de alimentos es que esté la información útil para el consumidor”, opina Yocco.
Hecha la ley, hecha la trampa
Hay especialistas libres de conflicto de intereses, por su nulo vínculo con las industrias alimentarias, que participaron en el impulso de la ley como un derecho de los consumidores y que hoy realizan acciones que buscan una aplicación firme y eficiente.
Una de las organizaciones que se encuentran en esa labor es la Fundación Interamericana del Corazón Argentina (FIC). Con base en Buenos Aires, realizaron un relevamiento de varios supermercados de la ciudad en los meses de enero y de febrero para evaluar cómo se venía implementando la ley.
Si bien en el estudio se tomaron establecimientos de la capital del país, hay algunas estrategias que utilizan las marcas y los supermercados que ponen en jaque una aplicación efectiva de la ley y que se replican en la ciudad de Córdoba.
Cambio en las declaraciones de la etiqueta. La Ley de Promoción de la Alimentación Saludable prohíbe las inscripciones de información nutricional complementaria, tales como las clásicas frases “rico en fibra”.
“Estas inscripciones son mensajes confusos. Tienen la intención de dar al consumidor la percepción de que estaba ante un producto saludable, y muchas veces eran productos que tenían excesos en azúcares, en sodio, en grasas. Entonces la ley reguló esto para que no puedan aparecer ese tipo de palabras”, cuenta Leila Guarnieri, nutricionista e investigadora de FIC Argentina.
Según la especialista, la industria se va adaptando y encontrando otras estrategias para llegar al consumidor y persuadir mediante otros términos. Esto se da especialmente en productos lácteos.
También se pueden visualizar ciertos productos que han cambiado las inscripciones, un caso es el de una barrita de cereal que mientras antes tenía como leyenda “light”, ahora aparece como “balance”. Otro ejemplo para mencionar es que ahora se destaca la “selección especial” de las materias primas de los productos empaquetados.
“Habrá que seguir monitoreando para ver qué otras cosas van surgiendo y si es necesario en un futuro incorporar otras regulaciones”, opina Guarnieri.
La visibilidad y la exposición de los sellos en los envases. Según la ley de etiquetado, la cara principal de la etiqueta es donde debe estar la denominación de venta, es decir, el nombre específico y no genérico que nos indica la verdadera naturaleza y las características del producto.
Un caso donde está en juego el fácil acceso por parte de los consumidores a los sellos es en el que las marcas hacen uso de un “doble frente”, lo cual fue identificado como una estrategia de evasión de la ley por Fundeps. El doble frente consiste en que el diseño de la etiqueta tiene en un lado el nombre del producto en letra pequeña junto con la denominación de venta, y en consecuencia acompañada de los sellos; y en el lado contrario, se inscribe el nombre del producto en letras grandes. De esta manera, se expone la etiqueta del lado con el nombre en un tamaño mayor dejando en la parte trasera los octógonos.
En uno de los últimos relevamientos de precios que realiza mensualmente La Voz, una de las estrategias por parte de los establecimientos es exponer los envases de modo que no se visualicen a primera vista los sellos negros. Esto ocurre principalmente con recipientes cilíndricos, tales como bebidas azucaradas, gaseosas, mermeladas y otros untables.
También, en ciertos casos, los sellos se exponen con tamaños inferiores al indicado por la norma.
Los regalos en alimentos dirigidos a infancias. La ley es muy taxativa en la prohibición de que los envases con advertencias puedan contener juguetes. En el último mes, en el que las ventas de chocolates están orientadas a la Pascua, se pudo visualizar desde Fundeps que en varios huevos de chocolate la oferta de regalos extras, una estrategia de marketing dirigida a infancias.
Aún faltan normas de adhesión provinciales: la urgencia
En el marco regulatorio de la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable, el Ministerio de Salud de la Nación es la autoridad de aplicación. A ese organismo se le suma el trabajo del Instituto Nacional de Alimentos (INAL), que fiscaliza lo que tiene que ver con los sellos en los envases. También hay una fuerte participación del Ministerio de Educación, en todo lo referente a los ámbitos escolares y el Ministerio de Desarrollo Social.
A ese panorama se le deben sumar autoridades y entes provinciales que hagan su parte en el territorio de Córdoba.
Aparte del etiquetado, la ley destaca por tener un eje referido a la protección del derecho a la salud para infancias y adolescencias de edad escolar. Son dos artículos que apuntan a que el Ministerio de Educación, y en articulación con la autoridad de aplicación, actualice los núcleos de aprendizaje conforme con las Guías Alimentarias para la Población Argentina, y que la ley alcance a los comedores y los kioscos escolares.
En Córdoba, aun no se conocen proyectos de ley de adhesión provinciales, ni para el control en supermercados, ni que permitan la transición de los establecimientos educativos hacia ambientes saludables. Por eso, explican desde Fundeps, es necesario que se presenten y dicten las normativas provinciales complementarias a la ley nacional.
“Es importantísimo que se fiscalice, ahora que empiezan a aparecer cada vez más productos con sellos, y se impongan las sanciones en los casos en que se detecten los incumplimientos para que esto se revierta y que la ley resulte efectiva”, resalta la especialista Guarnieri de FIC Argentina. Agrega, además, que de esa manera tendrá el efecto deseado en la salud de los consumidores.
“Eso haría que la aplicación se adapte a las particulares del territorio, y que los sistemas de fiscalización funcionen correcta y eficazmente”, indica, a su vez, la referente de salud María Laura Fons.
Al margen de esta falta, ha habido esfuerzos particulares desde Fundeps en vinculación con el Programa de Asistencia Integral de Córdoba (Paicor), el plan alimentario que se encarga de los comedores escolares. “En el organismo hay voluntad política para adaptar los menús para los estándares de ley, al no haber norma formal en el territorio provincial, por ahora en la práctica se están siguiendo los lineamientos del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Es un trabajo de adaptación con muchos desafíos”, cuenta Fons a La Voz.
El panorama de control en otras provincias
En algunas provincias como Neuquén, Buenos Aires y Entre Ríos, hubo presentaciones de proyectos de ley de adhesión; y en otras, como Salta, ya se ha dictado la norma correspondiente.
Puntualmente en Entre Ríos, se busca ir más allá, y el proyecto contempla la adhesión y a la vez controles a los alimentos elaborados en el territorio provincial, según informó el diario digital El Entre Ríos.
Por otro lado, en Mendoza, Yanina Mazzaresi, la directora de Prevención y Promoción de la Salud, indicó al medio Unidiversidad que si un producto no cumple con el etiquetado, el Departamento de Higiene será el organismo encargado de recibir la denuncia, y también se puede recurrir a Defensa del Consumidor.
Desde que venció la prórroga que hizo que el etiquetado estuviera presente en los supermercados, hay una convivencia entre los productos con y sin sellos. “Sabemos que se agotará el stock de los productos sin sellos en estos meses, pero es preocupante el evidente avance de estas estrategias de incumplimiento y de evasión de la norma”, indica Fons, de Fundeps.