En los últimos años, se ha producido un cambio drástico en las costumbres y patrones de consumo alimentario de la sociedad. Es un fenómeno multifactorial, intervienen variables sociales, psicológicas o económicas, como el menor tiempo que existe para elaborar comidas, la economía impredecible reinante o la influencia de la publicidad.
Actualmente, es muy común que al menos una de las comidas se realice fuera del hogar, lo que genera un aumento de consumo de colaciones entre horas, elegidas muchas veces por el propio niño, pero con una escasa variabilidad de alimentos que lo componen.
Caramelos, snacks, fast food, por citar solo algunos de los ejemplos más consumidos, son alimentos que dentro de su composición, tienen un alto contenido de hidratos de carbono, grasas y/o sal que pueden desencadenar efectos adversos sobre la salud.
Las golosinas son alimentos elaborados por la industria que causan placer pero carecen de valor nutricional, es decir son calorías vacías.
Las golosinas, están constituidas básicamente por azúcares simples (fructuosa, glucosa y sacarosa) de rápida asimilación, aditivos y colorantes artificiales para obtener esos llamativos colores. Sin embargo, bajo esa atractiva apariencia se esconden diferentes sustancias que nada aportan a nuestro cuerpo y su abuso puede derivar, en problemas para nuestra salud.
Los buenos hábitos alimentarios comienzan desde los primeros años de vida, por lo tanto, la alimentación desequilibrada en los niños, se debe a la falta de información de los padres y de mensajes publicitarios engañosos y persuasivos.
Las predilecciones y rechazos que se inician en esta edad, perdurarán para siempre.
Las golosinas afectan al niño desde dos aspectos: por un lado, el psicológico, porque erróneamente los adultos las vinculamos con premios, y esa asociación perdura en el inconsciente toda la vida; y por el otro, el orgánico, ya que están compuestos por diversas sustancias, tales como: acidulantes, antiespumantes, antioxidantes, aromatizantes, y colorantes, entre otros, donde muchos de los cuales tienen efectos nocivos para un sistema inmunológico y digestivo en proceso de maduración.
Al ser alimentos ricos en hidratos de carbono de absorción rápida, elevan los niveles de glucemia en el organismo, que entre otras cosas, pueden llevar a la obesidad, predisponen a padecer diabetes II, caries dentales, etc.
Además, los alimentos y bebidas dulces tienen la particular característica de desarrollar gran apetencia por estos sabores, sin distinguir entre los que son productos edulcorados artificialmente o aquellos con altos contenidos de azucares.