La población de varios puntos de la ciudad de Córdoba, sobre todo de la zona norte, lleva tres días respirando un olor similar a “coliflor hervido” con fuerte persistencia.
Las autoridades municipales encontraron el basural donde sale el olor y están estudiando qué tipo sustancia es la que está provocando la contaminación del aire y, por ende, produce ese olor distintivo de la verdura cocida.
Las preguntas que se hacen los habitantes: ¿qué tipo de gas podría ser el que esté afectando la Capital? ¿Qué impacto podría tener en la salud y en el ambiente?
El doctor Mariano Teruel, docente de Química Ambiental de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y director del Laboratorio Universitario de Química y Contaminación del Aire (Luqca-Infiqc-Conicet), dijo a La Voz que, por el tipo de olor, podría corresponder a gases azufrados, típico al olor del coliflor o del brócoli hervido, del ajo o de la cebolla.

“Es un compuesto orgánico que está en la fase gaseosa. Hay moléculas del compuesto que las percibimos al respirar. No todos los gases tienen olor, la mayoría de los gases son incoloros e inodoros, pero en este caso tiene un fuerte olor”, subrayó.
Además, explicó que este tipo de gases azufrados o que contienen azufre, como sulfuros y tioles, se le agrega al gas natural de la red, en cantidades ínfimas, para que, en casos de pérdidas, se pueda detectar, pero al olerlo pareciera que tiene una gran cantidad.
Para saber exactamente qué tipo de gas es el que está respirando buena parte de la ciudad, es necesario realizar una muestra que lo identifique fehacientemente.
Se necesita una medición continua
Teruel aseguró que este problema “nos interpela” como sociedad y nos pone en alerta de que en el futuro puede ser una sustancia más tóxica e incluso que no tenga olor.
Por eso, Córdoba necesita un sistema de medición con datos confiables, accesibles a la comunidad, y con continuidad.
Si bien la ciudad posee algunos sitios aislados de medición, no tiene una verdadera red de monitoreo y con datos accesibles.
“Somos la segunda ciudad de la Argentina y necesitamos tener un sistema de monitoreo continuo en el tiempo”, remarcó.

Este trabajo “sin cortes” brinda datos fiables de la contaminación tanto del aire como del agua. “Lamentablemente, el aire no se puede comprar en una botella como el agua”, refirió.
El investigador indicó que Córdoba mide algunos contaminantes criterio, como óxidos de nitrógeno o material particulado, pero no compuestos orgánicos volátiles como el olor que se está sintiendo.
Algo que las provincias de Buenos Aires, Tucumán y Mendoza ya hacen.
Y remarcó que Luqca tiene experiencia en medir estos compuestos orgánicos tanto en laboratorio como en campo. “El costo de una medición es alta y se necesita un acompañamiento gubernamental, es imposible hacerlo solo”, afirmó.
De dónde proviene el olor
El director de Luqca manifestó que, para saber el tipo de olor y de dónde proviene, es necesario identificar la clase de compuestos que están en el aire y su cuantificación, para así comparar los niveles de riesgos de la población por exposición aguda en un corto tiempo o crónica.
Los contaminantes pueden provenir del transporte, de las industrias y de plaguicidas, entre otros.
“No hay datos, y los datos de la contaminación tienen que estar online para poder cotejarlos. Córdoba no los tiene”, subrayó.
La Municipalidad informa que la población no tiene que preocuparse porque no es contaminante, pero no aclara ni qué contaminante midió, ni los niveles permitidos.
Además, aseguró que no los llamaron para solicitar un estudio. “Estamos abiertos y nos interesa lo que sucede en Córdoba”, afirmó.
Y agregó que este es un problema complejo, y hay que trabajar de manera interdisciplinaria. “Hay que hacer un rastreo por la zona de corredores de vientos y por las posibles fuentes de donde proviene ese olor”, indicó.
Qué tan tóxicos son
Que se sienta un olor fuerte no significa que haya una alta concentración de este gas. Si fuese un gas que deriva de los compuestos orgánicos volátiles (COV) azufrados, si encontramos un compuesto azufrado con olor a ajo, a cebolla o a coliflor, eso no sería tan tóxico.
“Su toxicidad no es grave salvo que se lo beba o se lo esté respirando todo el tiempo a altísimas concentraciones. No es tan tóxico como sí nauseabundo. No tiene la toxicidad de compuestos cancerígenos ni afecta las vías respiratorias”, indicó.
“Es más oloroso que tóxico, pero en este caso hay que medir sus niveles de concentración. E investigar qué tipo de fuente es el que genera el gas que se está respirando”, agregó.
Pero planteó, además, que hay que hacerse las siguientes preguntas: “¿Hay enterramientos cercanos? ¿Y desde qué dirección soplan los vientos? ¿Cómo se están dispersando a los contaminantes? Hay industrias en la dirección de los vientos”.
Indicó que, en ocasiones, el gas “se percibe o se huele en una zona, pero en realidad ha sido generado en otra más alejada, donde el transporte cumplió un rol fundamental”.
De dónde provienen
Con las quemas de basurales y sobre todo en invierno, las posibilidad de respirar niveles de contaminantes es más alta debido a un problema de inversión térmica de la atmósfera.
Además, las condiciones orográficas de la ciudad hacen que la población quede más expuesta a niveles más altos de contaminantes.
Hay una gran dispersión de los contaminantes y pueden quedar atrapados a una baja altura de la superficie.
También advirtió que hay que controlar las quemas y el mismo enterramiento municipal (Piedras Blancas).

E indicó que otra posibilidad es que una industria haya volcado al río o al arroyo una sustancia o haya hecho un enterramiento que produzca reacciones químicas.
Muchas veces se forma gas metano (gas de efecto invernadero) y que en dichos basurales suelen ocurrir incendios por su presencia.
Las emisiones de los contaminantes pueden ser directas al aire, o bien formarse por reacciones químicas en las que estos compuestos generados pueden ser más tóxicos que los de partida. Por ejemplo: el decano, el tolueno y el xileno, que se emiten en la quema de combustible.
En el caso de los compuestos orgánicos del azufre, pueden provocar reacciones químicas en el aire que generan más toxicidad que los precursores.
En todos los casos, el especialista recomendó un monitoreo de la calidad del aire para identificar cuáles son los contaminantes y para saber en qué niveles están y compararlos con los estándares internacionales, de acuerdo a las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para evaluar los efectos sobre la salud y sobre la biota.