“Fingir demencia” parece un eslogan de moda. Se traduce en no registrar lo que está sucediendo, en no hacerse cargo de situaciones conflictivas difíciles de resolver y que conllevan miedos y temores que no se terminan de asumir.
En el sesgo conflictivo de la relación vincular padres e hijos, es común escuchar esa frase cuando parecen fallar los recursos y las herramientas para dar respuestas adecuadas a lo que se presenta.
“Fingir demencia” no deja de ser un recurso defensivo, un atajo por no poder hacerse cargo o no reconocer cuán implicados estamos los adultos en lo que les sucede a nuestros niños y adolescentes.
Hoy los encontramos construyendo su identidad en un mundo impactado por la tecnología, donde les resulta casi imposible pensarse fuera de las redes que los capturan cada vez más.
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En el entorno digital, todo se acelera, no hay pausas. Los estímulos constantes requieren respuestas rápidas y todo eso dificulta la construcción de un pensamiento analítico, crítico y la posibilidad de conectar con sentimientos y emociones para conocerse y entrar en vínculo con los otros.
En ese escenario, los peligros son tan claros que cuesta pensar en “fingir demencia”.
Asumir riesgos
Algunos de esos riesgos:
- Exposición excesiva a falsas noticias y desinformación, que generan confusión y desconfianza. ¿Dónde está la verdad?
- Pérdida de energía y motivación para todo lo que no es del mundo digital.
- Consumo digital pasivo. Disminuyen los procesos de selección y de toma de decisiones, por lo que surgen identidades superficiales y frágiles que siguen lo que el algoritmo les indica consumir.
- Ansiedad por quedarse fuera de lo que sucede en las redes. Se le llama Fomo (siglas del inglés fear of missing out, o miedo a perderse algo) y es la sensación de vivir perdiéndose cosas que se podrían hacer o tener: informaciones, eventos o experiencias que podrían mejorar la vida.
- Dificultad para la desconexión digital, para respetar tiempos y hacer pausas.
- Problemas de autoestima, por la comparación permanente con los modelos estéticos y exitistas que muestran las plataformas. Estar expuestos a discursos que tratan de imponer estándares hegemónicos de vida puede generar mucha angustia y temor al fracaso.
- Normalizar los discursos de odio y el etiquetado de infancias y adolescencias haciendo juego a una tendencia patologizante.
- Consumos problemáticos como se realizan en los sitios de apuestas online y en la pornografía.
- Soledad, conductas antisociales, ideas de suicidio y autolesiones.
- Exposición a contenidos reñidos con la salud física y mental (dietas y entrenamientos extremos, retos y desafíos peligrosos).
Podríamos seguir enumerando riesgos y peligros, pero basta decir que es responsabilidad de los adultos acompañar a las nuevas generaciones a mirar este inmenso y complejo mundo que se les abre pulsando un teclado.

Si pensamos, por ejemplo, a sólo un clic pueden acceder a lo pornográfico y ver así afectados el deseo, la autoimagen, los vínculos, la sexualidad.
A sólo un clic pueden acceder a un casino y a billeteras virtuales para apostar en casa o hasta en la escuela, con la posibilidad de generar conductas adictivas en la búsqueda de ganar dinero fácilmente. Con ello, endeudarse o ser víctimas de estafas y chantajes son algunos de los riesgos.
En ambas situaciones, el desempeño escolar se verá afectado. Imposible atender y concentrarse en el aula y tener vínculos familiares y sociales sanos en ese contexto.
Sin demonizar la tecnología
Lejos de demonizar la tecnología y reconociendo los logros, avances, beneficios y oportunidades que brinda, consideremos que internet es también un reflejo del mundo con sus luces y sombras.
Por eso, aunque tratemos de controlar y filtrar los contenidos que llegan a nuestros chicos, en algún momento aparecerán la violencia, la discriminación, la desigualdad, la pérdida de ideales colectivos.
De ahí que cuestionamos la posición del que “finge demencia”, ya sean funcionarios encargados de lo público, directivos de establecimientos educativos, docentes, padres y todo aquel que tenga alguna responsabilidad en el presente y el futuro de las nuevas generaciones.