Con rostros y palabras de desesperación, Oscar, el “Chino”, Ariel y varios otros comerciantes que hasta hace menos de un año trabajaron en la galería Norte, del Centro de la ciudad de Córdoba, ahora arreglan celulares a “cielo abierto”.
Atienden a la gente que camina hasta el lugar para que alguien les desbloquee un equipo, o para colocar un vidrio templado, o para reparar una pantalla.
Usan destornilladores, cutters y pegamentos en medio del frío o el calor, en “puestitos” improvisados con una tabla de madera de pino, en las cuatro calles que rodean a la galería: Rivera Indarte, San Martín, Santa Rosa y La Rioja.
Otros ofrecen los servicios a plena voz: “Compro, vendo, reparo celulares. Todo para el celular. Todo”.
La gente pasa caminando, escuchan, y se va formando una fila que espera salir de allí con el celular reparado.
Ese centro comercial que, según reconocen comerciantes vecinos era el motor económico de la zona, fue clausurado totalmente el 26 de septiembre del año pasado.
Ese día se realizaron 101 allanamientos en la Galería Norte a raíz de un operativo policial conocido como “Operación Dálmata”.
La acción Policial y municipal fue a consecuencia de investigaciones judiciales sobre la venta de celulares robados que alcanzaron al exsubjefe de la Policía, Alejandro Mercado, actualmente preso, y otras actividades ilegales dentro del establecimiento, incluyendo un laboratorio de desbloqueo de teléfonos en el subsuelo.
La clausura total implicó el cierre de todos los locales de la galería y la detención de varias personas. Desde ese día, los comerciantes reclaman la reapertura, argumentando que necesitan trabajar y que el cierre perjudica a numerosas familias.
La galería Norte en pleno funcionamiento
“Desde que cerraron la galería, los robos de celulares no disminuyeron sino que aumentaron. Los únicos que perdimos somos nosotros, los trabajadores que seguimos pagando las expensas y los monotributos municipales. Estamos quebrados”.
Esas son las conclusiones que entregan por estos días algunos reparadores de celulares que decidieron instalarse en la calle para continuar con sus tareas.
Según estas mismas voces, el problema que la Justicia dijo perseguir, sobre la venta de celulares robados, no se acabó cuando se bajaron las rejas.
“Hay que decir la verdad: nosotros compramos y vendemos aparatos. Pero lo cierto es que la gente venía sin un peso, entregaba el celular, les dábamos un fajo de dinero y después se cruzaban a comprar a aquella mueblería, a aquel kiosco, a ese almacén, a la dietética de la vuelta, o a los locales de ropa de la Rivera Indarte”, comentan mientras trabajan y señalan otros negocios.
Y mientras uno ajusta unos tornillos miniatura que parecen sostener la placa de un viejo equipo celular, otros hombres lo rodean. Parecen cuidarlos. O vigilarlos. Se muestran reticentes a hablar. Entran y salen de otros edificios.
“Estamos inquietos porque acá podemos ser víctimas de cualquier cosa. Y queremos seguir trabajando. Nos quitaron todo y nuestras familias pasan hambre. Que se hagan cargo los que fueron presos de todo este lío y que a nosotros nos dejen en paz”, pidieron.
Puerta abierta a la reparación de celulares en galería Norte
Sin embargo, no todas son rejas bajas. En una de las entradas de la galería, tal vez una de las más concurridas, las puertas se encuentran abiertas a pesar de las fajas de seguridad.
Y si bien el paso del público es franqueado, al menos cuando este medio se encuentra presente, lo cierto es que los comerciantes entran y salen cada vez que necesitan una herramienta o un repuesto para seguir con su tarea.
“Tengo que colocar un vidrio templado. Pero no lo puedo tener a la intemperie al repuesto y lo tengo que buscar adentro”, cuenta uno de ellos mientras abre las puertas de su vidriera y saca un producto.
Detrás suyo se puede observar el subsuelo abierto de la Galería Norte, donde presuntamente funcionaba un local donde iban a parar los celulares robados. Entra y sale gente del subsuelo.
“Queremos seguir trabajando, nosotros no molestamos a nadie. Tengo cinco hijos y una esposa. Tenemos que seguir avanzando, no nos podemos quedar. Somos trabajadores, no queremos ningún plan”, dicen y aseguran que se encuentran realizando tareas de refacción que ordenó la Municipalidad.
Temor por el cierre definitivo de la galería Norte
Los propios trabajadores lo reconocen: “Nuestro mayor temor es que cierren la galería, porque primero nos dicen que tenemos que refaccionar los baños, luego que tenemos que entregar un informe de Bomberos, después que tenemos que arreglar las conexiones eléctricas. Hacemos todo y no abren”.
Entre estas tareas de readaptación de los locales comerciales, algunos titulares aseguran haber gastado más de medio millón de pesos. En otros casos, la cifra es mucho mayor.
“Por eso decidimos salir a la calle. La gente agradece que hayamos vuelto, porque vienen, traen sus teléfonos y se los llevan como nuevos. En ningún otro punto de la ciudad se presta este servicio y ahora comprar un celular nuevo es muy caro”, comentan.
Consultados sobre si continúa la compra y venta de celulares usados, aseguran que ya no recurren a esa actividad. “No queremos que nada nos manche”, dicen.