La toma de control del Grupo Fam sobre los corredores 2, 5 y 7, junto con las líneas 600 y 601 del transporte urbano de la ciudad de Córdoba, no logró estabilizar y mejorar el servicio para los usuarios.
Por el contrario, los reclamos por las frecuencias, las unidades en mal estado y la desorganización en las rutas se repiten entre los pasajeros, a lo que se suman las críticas del gremio de los choferes.
Un relevamiento realizado por La Voz en distintos puntos de la ciudad evidenció fallas críticas en la operación. Por caso, este miércoles a las 16.20, en Plaza Colón, pasó una unidad de la línea 70 (troncal del corredor), pero durante los siguientes 40 minutos no circuló ningún otro colectivo de esa misma línea.
En ese lapso, solo pasaron unidades de las líneas 72, 74 y 75, confirmando la irregularidad en las frecuencias. La falta de puntualidad obliga a los pasajeros a planificar sus viajes con mucha anticipación, afectando especialmente a trabajadores y estudiantes.
La situación se repitió en la parada de calle Colón, por la que pasaron en 40 minutos apenas un colectivo de las líneas 21, 22, 25 y 28, y dos de la línea 20. Lo llamativo fue que por esta última parada circularon unidades ploteadas con los logos de distintas empresas: una del Grupo Fam, otra de la ex Ersa y una tercera de Tamse (ahora Tamsau), lo que refleja un sistema desarticulado.

Los usuarios destacaron que ni siquiera el color de los coches permite identificar la línea que necesitan abordar, ya que solo llevan un cartel impreso en papel A4 en el parabrisas.
Esta mezcla de flotas no solo genera confusión, sino que también evidencia problemas en la logística y falta de unidades, que aún no pudo unificar su operación.
En la punta de línea del corredor 7, se encontraron cuatro unidades estacionadas: una de la línea 72 a punto de salir y otras tres detenidas, una de ellas apagada y sin identificación.
Vecinos confirmaron que el servicio es impredecible. “El 75 tarda entre 40 y 45 minutos”, dijo Rocío. Sol, de barrio Alto Alberdi, agregó: “Con el 72 nunca sabés cuándo llega; ni la app funciona”. Otro pasajero relató que el 76 “pasa una vez al mediodía y después no ves otro en horas”.
Estas demoras obligan a los usuarios a recurrir a alternativas más costosas, como taxis o remises, incrementando sus gastos mensuales.
Además de las demoras, los pasajeros denuncian que muchas unidades presentan fallas mecánicas. “Hay coches que se traban al arrancar o tienen problemas, y te quedas a la deriva en medio del recorrido”, comentó un usuario en la parada de bulevar San Juan.
El gremio de transportistas también elevó sus quejas. Según Adrián Lentini, representante de una línea interna en UTA, los trabajadores enfrentan condiciones laborales precarias debido al estado de las unidades y la falta de recursos. “No es solo un problema para los usuarios, también lo es para los conductores, que deben manejar coches en mal estado y sin mantenimiento”, explicó.
Lentini confirmó en dialogo con La Voz que la crisis de FAM persiste. Tras una reunión con responsables del grupo transportista, explicó que la empresa enfrenta problemas con el suministro de unidades. “Este fin de semana llegarían 10 coches, pero hubo que devolver 25 de la ex Ersa”, señaló. Y aclaró que la reposición de unidades no resolverá el problema de fondo, ya que la demanda supera la capacidad operativa actual.
El gremialista advirtió que las frecuencias no se normalizarán pronto y dijo que el gremio espera una audiencia en la Secretaría de Trabajo para formalizar sus reclamos, presentados el 19 de marzo.
Hasta el momento, y luego de un mes operando y sin un panorama claro de mejores, no hay una respuesta ni medidas claras para resolver la crisis. Mientras tanto, los usuarios exigen soluciones concretas.
El panorama descrito por usuarios y trabajadores coincide en un diagnóstico: el servicio no cumple con los estándares mínimos y está al límite. La combinación de vehículos obsoletos, falta de coordinación y demoras genera un malestar generalizado.
Mientras el Grupo Fam intenta regularizar su operación, los cordobeses siguen esperando, en promedio, entre 20 y 45 minutos para poder subirse a un colectivo.