Científicos del Grupo de Investigación en Mecanismos Fundamentales en Biología Celular de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC Barcelona) desarrollaron un tratamiento experimental contra el acné que no requiere el uso de antibióticos.
La novedad radica en el uso de una bacteria identificada en adolescentes que no presentan acné. A partir de esta observación, el equipo plantea un enfoque alternativo que considera el acné como un desequilibrio en el ecosistema microbiano de la piel, más que como una infección propiamente dicha.
“El objetivo es lograr un producto tópico que restablezca la flora cutánea de manera natural”, explicó el codirector del grupo, Javier Jiménez, docente del Departamento de Ciencias Biomédicas de UIC Barcelona.
Cómo funciona la bacteria que equilibra la piel
El equipo científico aisló y estudió la actividad antiacné de una cepa bacteriana presente en la piel de adolescentes sin lesiones. A partir de extractos bioactivos de esta bacteria, se busca formular un tratamiento tópico capaz de modular el microbioma de la piel, combatiendo así la proliferación de bacterias asociadas con el acné inflamatorio.
Esta estrategia podría reducir la dependencia de antibióticos, fármacos que históricamente se usaron de manera intensiva para esta afección, a menudo con pautas incorrectas o prolongadas que favorecen la aparición de resistencias.
Un avance con potencial para uso cosmético y médico
El desarrollo se encuentra actualmente en fase de análisis de toxicidad, pero los investigadores confían en que, por el origen natural del microorganismo, no tendrá efectos secundarios relevantes.
El objetivo final es comercializarlo como un cosmético terapéutico de uso tópico. No sólo se proyecta para el tratamiento habitual del acné, sino también para su aplicación en contextos quirúrgicos, por ejemplo en intervenciones con prótesis en zonas del cuerpo propensas al acné, como los hombros o la espalda.
Por qué importa reducir el uso de antibióticos en el acné
El acné es una de las patologías en las que más se prescriben antibióticos, una práctica cuestionada por su contribución a la resistencia bacteriana. Según Jiménez, esta situación es “insostenible” y hace urgente el desarrollo de soluciones que restauren el equilibrio del microbioma cutáneo sin recurrir a antibióticos de amplio espectro.
Este hallazgo refuerza el creciente interés de la comunidad científica en los tratamientos basados en microbiota beneficiosa, tanto en dermatología como en otras áreas de la medicina.