Una de las evidencias de que un cascote llegó al frente de la vereda donde ocurrió el derrumbe del edificio María Reina V, cruzando el bulevar, parte de un equívoco: el vehículo Fox estaba junto a la vereda del bar y luego fue removido.
En su informe, el director general de la Dirección de Defensa Civil, Walter Moyano, sostiene que el auto se encontraba ubicado junto a la vereda de enfrente del bulevar, pero el vehículo dominio KWA 308 estaba detrás de donde terminaba la pérgola, pegado a la vereda de la despensa. La información fue confirmada por su dueño.
“Minutos después de que pasó todo, saqué el vehículo pensando que no tenía nada y lo llevé al frente”, sostuvo Germán Farías, su propietario.
Esto pudo haber sido así, pero cuando llegó Defensa Civil ya estaba de ese lado y eso es lo que consignó, aclararon.
Esta incongruencia entre la versión oficial y el testimonio del damnificado recayó en manos de la fiscal Celeste Blasco.
Los comerciantes de bulevar San Juan al 600, quienes reclaman soluciones urgentes por las pérdidas económicas del cierre total de la avenida, se preguntan si este dato erróneo es el motivo que justificaría el vallado de todo el perímetro comprendido entre las calles Miguel C. Corro y Arturo M. Bas.
Desde el municipio aseguran que había escombros y ladrillos sobre la calle y que el auto no era el único elemento para tomar esta decisión preventiva.
La “zona cero” sufrió diferentes restricciones desde que ocurrió la tragedia. Desde la madrugada del domingo 18 persiste un cerco en el arco que se dibuja frente a la casa que se vino abajo. Horas más tarde, ante el riesgo de que la mampostería siga desprendiéndose, Defensa Civil y personal de Tránsito municipal dispusieron la restricción del tránsito vehicular en toda la cuadra.
Al día siguiente –lunes 19– se volvió a habilitar una mano de bulevar San Juan, en sentido este-oeste, en cumplimiento de lo requerido por la Justicia. Finalmente, el 23 se procedió al cierre en ambas manos nuevamente por solicitud judicial, situación que persiste hasta hoy.
En todo este tiempo, tanto personal de Defensa Civil como de Tránsito estuvieron apostados en el lugar. Sin embargo, la escena fue adulterada. Algunos objetos, como una patineta de la inquilina de la casa o un colchón, desaparecieron o fueron removidos del sitio original.
Espera interminable
“Cada uno debe asumir las responsabilidades que le corresponden; no aceptamos demoras ni postergaciones, el trabajo se hace de inmediato, luego de que la Fiscalía nos autorice”, expresó el intendente Daniel Passerini a cuatro días de la tragedia.
Dos semanas después de esa expresión pública, la obra de remediación jamás comenzó y el principal interesado en que se inicie –la Municipalidad de Córdoba– se ajustó a un rol de intermediación, pero que no tuvo efectos prácticos trascendentes hasta el momento.
“La Municipalidad está mediando la situación”, informaron desde el Palacio 6 de Julio. Este medio intentó dialogar con el secretario de Desarrollo Urbano, Diego Peralta, pero señalaron “que no hará declaraciones hasta que avance el proceso”.
Incluso había tomado la iniciativa de prestarle colaboración a Lucas Elejalde, el dueño del auto que quedó bajo la pérgola, para que este pudiera ser removido y peritado por su aseguradora, pero luego suspendió la tarea. Moyano argumentó que “especialistas le dijeron que no era recomendable”. Finalmente, esa tarea se realizará con la obra de remediación que diseñe el consorcio.
La odisea por recuperar su auto
El fatídico 17 de mayo, Elejalde había ido a trabajar al almacén que se encuentra al lado del edificio dañaro en su Volkswagen CrossFox, como habitualmente hace los fines de semana. Como no había sitio para estacionar frente al negocio, lo dejó unos metros más adelante.
“Cuando todo se vino abajo, colaboré junto con vecinos y transeúntes para rescatar a la gente del bar. Ya más tranquilo, me acerqué a observar lo que había sucedido con el auto y descubrí que había quedado aprisionado bajo una de las columnas de la pérgola y los miles de kilos de ladrillos que esta tenía en su techo”, dijo Elejalde en diálogo con La Voz.
Desde ese momento, nunca más pudo acercarse a su auto. Ni siquiera a retirar las llaves de su casa ni su campera. “La Policía no me lo permitía porque, según ellos, estaba judicializado desde la Dirección de Defensa Civil, por el peligro de derrumbe”, mencionó.
Elejalde realizó la denuncia de lo sucedido en su compañía de seguros, “remarcando el hecho de que el daño aún estaba en proceso a causa de tener las ventanillas rotas y la pérgola y la mampostería sobre ella, hundiendo el techo del auto”.
A cinco días del hecho, le dieron un turno para reemplazar las ventanillas rotas. Sin embargo, al explicarle esta situación inédita, el productor lo derivó al área de destrucción total para que evaluaran si corresponde esa categorización.
Para tener una definición sobre ello, Elejalde debe disponer del vehículo para que se le realicen los peritajes pertinentes. De no ser así, sólo le van a cubrir algunos daños menores y del resto deberá hacerse cargo él mismo.
La remoción que nunca fue
Tras reclamar públicamente la necesidad de remover el vehículo del lugar, el jueves 29 el director de Emergencias de Defensa Civil, Pablo Altamirano, lo citó al día siguiente para coordinar el retiro del vehículo, según surge del testimonio de Elejalde.

El viernes, personal de la dependencia municipal “le explicó que iban a levantar la pérgola y liberar el auto, remover los escombros de alrededor y desplazar el vehículo hacia bulevar San Juan casi intersección con Arturo M. Bas, para que pudiera ser retirado por una grúa de su seguro”.
Previamente, debería dirigirse a la fiscalía interviniente en la causa para solicitar una constancia de que el vehículo estaba “liberado judicialmente” y poder desplazarlo. Así fue que Elejalde obtuvo ese mismo día una certificación de que su vehículo “no se encuentra secuestrado”.
“Desde Defensa Civil me dijeron que el procedimiento se realizaría entre las 15 y las 17″. Un rato más tarde le advirtieron sobre una demora por la espera de una maquinaria para realizar la operación. Esperó tres horas más y a las 21 se fue a su casa con las manos vacías.
Ayer, cuando Elejalde contó este periplo públicamente, personal de Defensa Civil le comunicó la suspensión de la tarea.
Consultado por esto, Moyano dijo que “todavía no pueden entrar con grúas ni planchas porque todo está muy sensible, y si comienzan a trabajar para quitar ese vehículo, se puede llegar a derrumbar. Tenemos que tener las medidas de seguridad óptimas para que, al sacar el auto, no ocurra un desmoronamiento que afecte una vida o a objetos”.
Su herramienta de trabajo
Elejalde vive junto con su familia en barrio Tablada Park y utiliza el vehículo para trasladarlos al trabajo y a la escuela.
Además, realiza repartos de pan y desayunos sorpresa de modo eventual para tener “unos pesos extra”.
“Hace un par de meses, gasté casi $ 2 millones para cambiar las cubiertas, tren delantero, frenos y amortiguadores. Tengo ocho cuotas pendientes. Siento como cuando te comprás un celular en cuotas y te lo roban e igual tenés que seguir pagando”, expresó.
“Ya pasaron más de dos semanas, ningún ladrillo ha sido removido, y los damnificados seguimos sin respuestas”, concluyó.