El 29 de junio de 1959, ante una nueva crisis económica que atravesaba el país, el desaparecido Álvaro Alsogaray, por entonces ministro de Hacienda de Arturo Frondizi, inmortalizó una frase que quedó en los anales de la política argentina: “Hay que pasar el invierno”.
Recién asumido, el capitán ingeniero anunciaba por esos días un nuevo plan económico, y con esa expresión le pedía a la población un esfuerzo extra para sobrellevar los meses por venir, que –se aventuraba, producto de sus políticas– iban a ser difíciles.
Seis décadas más tarde, en este 2022, el invierno está a punto de terminar. Pero la frase de Alsogaray bien podría reformularse de cara a lo que resta del año: “Hay que pasar la primavera”.
Es que el último cuatrimestre del año llega con una serie de novedades en materia económica que, de seguro, golpearán con fuerza las cuentas de la inmensa mayoría de las familias argentinas, las que deberán agudizar al máximo su ingenio para llegar en pie a 2023.
Repasemos:
Colegios. Los hogares que tienen hijos que asisten a instituciones privadas tienen que hacer frente, ya desde septiembre, al pago de las matrículas del año próximo. Por lo general, parten de 20 mil pesos y llegan hasta 50 mil, según la institución. A sabiendas de la situación económica, las escuelas dividieron el importe en tres o cuatro pagos, pero lo cierto es que mientras tanto también hay que abonar las cuotas, con lo que hasta fin de año el costo mensual casi que se duplica.
Indumentaria. La llegada de las temperaturas más cálidas seguramente demandará renovar parte del guardarropas familiar, lo que sin dudas significará un gasto extra. Más si se tiene en cuenta que la indumentaria y el calzado encabezan los aumentos de precios en el último año: según el Indec, un impresionante 109 por ciento, por encima de la inflación general. El único aliciente es que la ropa de verano es más barata que la de invierno.
Servicios. La quita de subsidios a las tarifas del gas natural y de la electricidad también impactará sobre los bolsillos de buena parte de los hogares, hayan o no hayan pedido mantener el beneficio. En el primer mes, la suba no se notará mucho, pero, a partir de octubre y de noviembre, las boletas comenzarán a pesar bastante más que antes.
Vacaciones. Aquellas familias que tengan planeado (y puedan) salir de vacaciones en verano también deberán pensar en el alquiler de los lugares de alojamiento, que suelen contratarse con anticipación en esta época del año. A ello hay que sumar la preparación del auto: revisión mecánica, recambio de cubiertas y cambio de aceite, entre otros gastos necesarios.
Fiestas. De cara a las Fiestas de fin de año, también será necesario pensar en lo que demandarán la compra de regalos y el gasto de las cenas de Navidad y de Año Nuevo, que, con el precio que tienen los alimentos, también habrá que tenerlos bien presentes en el presupuesto. Y no son pocos los que deberán afrontar un costo adicional para el viaje a la ciudad de los familiares adonde se llevarán a cabo las celebraciones.
Y todo lo anterior mientras la inflación sigue volando a la velocidad de la luz, mientras los sueldos avanzan a paso de tortuga. Definitivamente, habrá que pasar la primavera. Y, muy posiblemente, también el verano, y el otoño, y el próximo invierno...
