Tras varios años de trabajo, en los últimos días finalizó la fase diocesana del proceso de canonización de la “hermana Purita”, una monja cordobesa que sirvió en nuestra provincia durante el siglo pasado.
Pura Rosa del Carmen Olmos, religiosa profesa de las Hermanas Carmelitas de Santa Teresa de Jesús, que se encuentran en su casa sobre calle Caseros al 100, frente a la Manzana Jesuítica, nació en el paraje La Cañada –actual Villa Giardino– el 26 de febrero de 1896.
Años más tarde se mudó a la Capital con el objetivo de aprender el oficio de florista profesional, sin embargo sintió el llamado a una vida dedicada a Cristo e ingresó al postulantado del Instituto en 1917, donde profesó en diciembre de 1926.
En la congregación desempeñó numerosos servicios como maestra de novicias, superiora local, ecónoma y consejera general. Y también los oficios de enfermera, proveedora y portera, en las distintas casas del Instituto. Tras una breve enfermedad, falleció en Córdoba el 28 de julio de 1965, a los 69 años.
En una ceremonia en el Arzobispado local, presidida por el cardenal Ángel Rossi y el vicario de Justicia, Osvaldo Morero, se presentaron las pruebas documentales y testificales del proceso que serán entregadas al Dicasterio de las Causas de los Santos, órgano que se encarga de todo lo relativo a las causas de canonización y beatificación con sede en el Vaticano.
Durante la reunión, la superiora general de la Congregación de Hermanas Carmelitas de Santa Teresa de Jesús, Madre Gabriela Rizzi, señaló que hermana Purita “vivió como heredera de la obra y el espíritu de fray José Antonio de San Alberto, fundador de esta familia religiosa. Su vida estuvo marcada por la entrega generosa en clave de misericordia, de ternura y compasión hacia todos”.
Y agregó: “En tiempos de sinodalidad, esta humilde sierva de Dios, resplandece –con su serena sencillez evangélica– caminando junto a otros, e inspirando nuestro camino común, como Iglesia, por lo cual, sería una gracia especial, para todo el pueblo de Dios, el reconocimiento de su vida virtuosa”.
Por su parte Rossi realizó una breve semblanza recordando su disponibilidad, servicio y cercanía: “Era muy amiga de los pobres, y era la que estaba siempre y a toda hora disponible”, al momento que agradeció a los responsables del proceso que inició en 1996.
A la reunión también asistieron también los miembros del tribunal de la causa, el delegado episcopal Eduardo Casas, el promotor de justicia Roberto Giardino y el postulador de la causa, monseñor José María Arancibia, obispo emérito de Mendoza.
Documentación y próximos pasos
En los próximos meses la Congregación para las Causas de los Santos, examinará el informe y dictará el decreto diciendo que “nada impide iniciar la Causa (Decreto «Nihil obstat»)”, que es la respuesta oficial de la Santa Sede a las autoridades diocesanas que han pedido iniciar el proceso canónico. Luego, el obispo diocesano dicta el Decreto de Introducción de la Causa del ahora “Siervo/a de Dios”.
“Ahora inicia la fase romana del proceso. Como primer paso recibirán las actas, les darán validez jurídica y comenzará la redacción de la positio, un decreto que certifica sus virtudes heroicas por el cual recibe el título de venerable”, indicó el notario de la comisión instructora del proceso, Pablo Gómez.
La documentación recogida en torno a la figura de la monja cordobesa incluye manifestaciones de gracias concedidas por su intercesión. Incluso hubo un relevamiento en el cementerio San Jerónimo, donde descansan sus restos, en el que se constataron más de 500 expresiones de agradecimiento desde 1974 hasta este año. También incluye los testimonios de personas que vivieron con ella y en la actualidad la recuerdan con mucho cariño.
Ejemplos de santidad
Además de Gabriel Cura Brochero –canonizado en 2016–, otros cordobeses han sido reconocidos en el camino de la santidad. La monja Catalina de María Rodríguez, fundadora de la Congregación de Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús, fue beatificada en 2017.
También lo fue la Madre Tránsito Cabanillas, fundadora de las Hermanas Misioneras Terciarias Franciscanas. Fue la primera beata argentina, reconocida en abril de 2002.
Finalmente Enrique Angelelli, obispo de La Rioja y auxiliar de Córdoba entre 1961 y 1968, asesinado en la última dictadura militar, fue declarado mártir y beato por el papa Francisco en 2019.
