El hígado graso no alcohólico es una condición cada vez más frecuente que puede pasar desapercibida durante años. Según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH), se trata de una acumulación excesiva de grasa en el hígado que no está relacionada con el consumo de alcohol y que, en sus etapas iniciales, no suele mostrar síntomas claros.
Esta afección puede manifestarse de dos formas:
- Hígado graso simple, donde hay grasa acumulada sin daño celular.
- Esteatosis hepática no alcohólica, una forma más grave, con inflamación y daño en las células hepáticas, que puede progresar a fibrosis, cirrosis o incluso cáncer.
Cómo se detecta el hígado graso
Detectar esta enfermedad en etapas tempranas es difícil. Según la American Liver Foundation, muchas veces el diagnóstico llega de manera accidental, a través de un análisis de sangre o una ecografía solicitada por otros motivos.
De todos modos, hay algunos indicios que pueden servir de alerta:
- Cansancio persistente
- Malestar en la parte superior derecha del abdomen
- Sobrepeso u obesidad
- Colesterol alto
- Antecedentes familiares de diabetes tipo 2
Para confirmar el diagnóstico, los médicos realizan una evaluación clínica completa que puede incluir estudios de laboratorio, imágenes y, en casos puntuales, biopsias hepáticas.
Qué comer y qué evitar si tenés hígado graso
La alimentación es clave para frenar o incluso revertir el avance de la enfermedad. Los especialistas coinciden en que una dieta rica en alimentos naturales y baja en productos ultraprocesados puede marcar la diferencia.
Recomendados
- Frutas y verduras frescas
- Legumbres y cereales integrales
- Pescado (fuente de ácidos grasos omega-3)
- Grasas saludables como aceite de oliva, palta y nueces
A evitar
- Bebidas azucaradas
- Frituras y snacks industriales
- Carnes rojas en exceso
- Harinas refinadas y dulces
- Comidas rápidas y ultraprocesadas
Adoptar un estilo de vida activo, mantener un peso saludable y reducir el consumo de alcohol también son medidas fundamentales para cuidar el hígado.
Cuáles son algunos cambios en el estilo de vida que pueden ayudar
- Consumir una dieta saludable, limitando la sal y el azúcar, además de comer muchas frutas, verduras y granos integrales
- Vacunarse contra la hepatitis A y B, la gripe y la enfermedad neumocócica. Si se tiene hepatitis A o B junto con hígado graso es más probable que conduzca a insuficiencia hepática. Las personas con enfermedad hepática crónica son más propensas a contraer infecciones, por lo que las otras dos vacunas también son importantes
- Hacer ejercicio con frecuencia, lo que puede ayudar a perder peso y reducir la grasa en el hígado
- Hablar con el médico antes de usar suplementos dietéticos como vitaminas o cualquier medicina o práctica médica complementaria o alternativa. Algunos remedios herbarios pueden dañar su hígado.