La forma en que una madre se vincula con su hijo durante la infancia puede predecir si ese niño será más responsable, amable y abierto en su vida adulta.
Así lo concluyó un estudio de la Universidad de Edimburgo, Reino Unido, publicado en la revista científica American Psychologist.
Los investigadores encontraron que una crianza afectuosa entre los 5 y los 10 años mejora el desarrollo de tres de los llamados “cinco grandes” rasgos de personalidad: apertura, responsabilidad y amabilidad. Estos rasgos son indicadores clave del éxito escolar, profesional y del bienestar a largo plazo.
El estudio que demuestra el poder del afecto en la infancia
El trabajo, liderado por la doctora Jasmin Wertz, psicóloga y profesora en Edimburgo, analizó el desarrollo de 2.232 gemelos idénticos británicos desde su nacimiento hasta los 18 años, dentro del Estudio Longitudinal de Gemelos sobre Riesgo Ambiental.
Los científicos realizaron entrevistas domiciliarias con las madres de los gemelos, grabaron sus descripciones sobre cada hijo y evaluaron su nivel de calidez y afecto. Los resultados fueron claros: cuanto más afecto maternal percibido en la infancia, mayores niveles de responsabilidad, apertura y amabilidad en la adultez.
“Nuestros hallazgos sugieren que fomentar entornos parentales positivos en la infancia tiene un efecto pequeño pero duradero en el desarrollo de rasgos de personalidad cruciales”, explicó la Dra. Wertz.
Por qué importa tanto la personalidad en el éxito de la vida
Los rasgos de personalidad no son sólo una cuestión psicológica. Según la ciencia, predicen cómo nos va en la escuela, en el trabajo, en la salud e incluso en nuestras relaciones sociales.
La responsabilidad, por ejemplo, está estrechamente ligada al rendimiento académico, la productividad laboral y hasta la esperanza de vida. “Incluso pequeños cambios en esta dimensión podrían traducirse en mejoras significativas a nivel social”, advierte el equipo investigador.
Crianza afectiva: una inversión a largo plazo
La investigación no encontró una relación significativa entre el afecto materno y la extroversión o el neuroticismo (estabilidad emocional), lo cual sugiere que estos rasgos podrían estar más influidos por factores genéticos, relaciones entre pares u otras experiencias vitales.
Sin embargo, el hallazgo principal respalda la idea de que apoyar a los padres -especialmente en los primeros años-puede ser una poderosa política pública.
“Las intervenciones en la crianza no sólo fortalecen los vínculos familiares. También son una herramienta concreta para mejorar los resultados educativos, la salud mental y el bienestar económico de la población”, resumió Wertz.
Claves para fomentar una crianza positiva
La doctora Wertz enumera varias estrategias validadas por la evidencia científica para promover un entorno afectuoso:
- Políticas públicas que alivien la carga económica familiar.
- Programas de salud mental para madres y padres.
- Talleres de crianza centrados en la comunicación empática y el apego seguro.
Además, los expertos creen que este enfoque puede ayudar a reducir las desigualdades en el desarrollo infantil relacionadas con el contexto socioeconómico.