“A la luz de los hechos, con dos autopsias con causa no natural, me resulta inevitable que no pueda asociar para atrás que Gino, que Isabella, tal vez Francisco, Benjamín y otros niños fueron víctimas”. Con estas palabras, Adriana Moralez contestó la pregunta de la fiscal Mercedes Balestrini sobre cuál es su convicción, luego de repasar en su exposición toda la línea de tiempo de los casos ocurridos en el Hospital Materno Neonatal, en una extensa declaración que luego de un repaso prolijo de los hechos admitió que se le hagan preguntas.
El testimonio de Moralez, encargada del comité de Seguridad del Paciente en el Neonatal, ocupó por completo la tercera audiencia del juicio por las muertes de bebés en el hospital público provincial y se pareció mucho más a la declaración de un testigo clave a la de una imputada. Moralez está acusada de omisión de deberes de funcionario público y encubrimiento agravado.
“No tengo dudas que hubo una mano asesina. Necesito saber quién mató a esos niños, no sé si es la acusada principal o no, necesito que se sepa quién fue y si alguien va a volver a hacerlo”, dijo también.
En su declaración, Moralez aportó que en la línea de tiempo de los casos que terminaron en muertes y ataques había coincidencias en que se trataba de niños a término, bien controlados. Y relató cómo se fueron descartando distintas hipótesis alternativas médicas durante los meses que se sucedían los eventos como los posibles efectos adversos de vacunación Covid, vitamina K y posibles picaduras de insectos.
En su trabajo de reconstrucción de qué había ocurrido en los casos centinela, Moralez ubicó cerca de los bebés que sufrieron ataques a Brenda Agüero, la enfermera que es la principal acusada de las muertes. Y relató cómo una médica comentó su sorpresa por la cualidad anticipatoria que parecía tener esta enfermera de obstetricia para advertir sobre descomposiciones de bebés antes de que comiencen a ocurrir los síntomas.
“Yo no sé si fue o no Brenda, pero no puedo dejar de pensar en esa bestia que entró al hospital e hizo semejante daño a las familias y a tantas personas a quienes destruyó el buen nombre, que amaban su trabajo, que lo hacían con mucho amor y dedicación, al cuidado de los bebés y de las mamás”, enfatizó.
En su exposición contestó también algunas acusaciones de la defensa de Brenda Agüero. “No era una mugre, no se hacían experimentos ni había tráfico de órganos. El hospital Materno Neonatal era una institución excelente, que se ocupaba de cuidar a las madres y a sus bebés”.
En una larga batería de preguntas por las condiciones de infraestructura, atención e higiene en el hospital, Moralez dijo que era óptima, de excelencia. Y obligada a puntuarla, le puso un 10.
La secuencia de casos
En el primer tramo de su presentación, Moralez relató cómo fueron los síntomas y qué tipo de tratamiento recibieron los primeros bebés de la serie, que fueron objeto de análisis de causa raíz, que es la metodología de examen científico que hacen los equipos de salud cuando ocurre un evento centinela, como la muerte de un bebé de más de 2,5 kilo de peso al nacer.
Contó que como síntomas coincidentes se repitieron en las muertes de Francisco -el 18 de marzo- y de Benjamín -el 23 de abril- arritmias cardíacas y una acidosis metabólica, que es un alto nivel de potasio en sangre, que se produce cuando falta oxígeno.
En esos momentos no había una hipótesis criminal, aclaró Moralez. “Seguridad del Paciente no tiene nada que hacer si se sospecha de una causa no natural, intencional”, explicó. Lo que se buscaban eran razones médicas.
Con el caso de Isabella, una pequeña que se descompuso pocos días después de morir Benjamín, con una reacción fuerte alérgica, se pensó que podría estar relacionada al excipiente que acompañaba el principio activo de la vitamina K, el aceite de ricino. Es por este motivo que se pidió, en ese momento, el reemplazo del lote por otro que tenga un excipiente diferente.
El 1° de mayo volvió a descomponerse otro bebé: Gino Barrionuevo. Una enfermera revisó colchones, incluso desgarrándolos y encontró un insecto. Se pensó, en ese momento, que podría haber sufrido una reacción a una picadura. Ese día, narrará Moralez replicando relatos de otros médicos, quien alertó de la descompostura del niño fue Brenda Agüero, luego de levantarlo mientras el resto de los integrantes del equipo de salud estaban pensando en ir a comer. El niño terminó en terapia intensiva, pero se salvó su vida.
Fue consultada y contó en detalle que tras ese episodio, junto a su jefa, la también imputada Martha Gómez Flores, pidieron una reunión urgente con la dirección del hospital para advertir sobre esta cadena de sucesos extraños. “No podíamos explicar por causas que tengan relación con seguridad del paciente qué había ocurrido con dos muertes sobre las cuales no teníamos la causa de origen y los casos de los bebés que se descompusieron y lo que planteamos fue que se amplíe la investigación, que escuchemos otras voces, para saber qué podría estar ocurriendo”, comentó.
En la entrevista con La Voz, fue el momento en que Moralez aceptó la imagen: no estaban aún en CSI, era Doctor House. “Lo que buscábamos era una explicación médica, por algún factor ambiental, medicamento o un error”, explicó.
Se hizo esa reunión y se adoptaron medidas, como hacer más exigente el protocolo de medicamentos en el Centro Obstétrico y el cambio de proveedor para la vitamina K.
La médica contó que se fue de vacaciones entre el 20 de mayo y el 6 de junio, el día del colapso en las guardias del Neonatal.
El día del colapso
Apenas llegó se enteró que estaba internada en grave estado Angeline, hija de Yoselín Rojas, quien luego fallecería. Los síntomas eran muy parecidos a los que le habían llamado la atención en los meses anteriores. Ese día se enteró, también, de la muerte de Ibrahim Guardia, el 23 de mayo, un fallecimiento que se describió como “muerte súbita”, pero para el cual no había explicación médica ni autopsia clínica ni forense para desentrañar la causa.
“Ante el caso cuarto de un bebé a término que súbitamente se deteriora en su estado de salud, con Marcela Quaglia (jefa de guardia) decidimos que no íbamos a pedir una autorización a los padres para hacer una autopsia clínica y nos digan que no, que había que hacer una autopsia forense. El pedido de autopsia lo tiene que hacer el médico que hace el certificado, no era mi función, sin embargo sentí correr frío por la espalda, porque tuve la sensación que era de causa intencional”, relató.
“Es por esto que junto a otras colegas pedimos que se haga la autopsia de esa bebé. Lo convinimos con el subdirector Escudero Salama y fue la médica que tenía que firmar el certificado de defunción la que la hizo, porque es la que está obligada a denunciar para no extender ese certificado”,explicó Moralez.
En ese momento, se sumaron comentarios una colega que le había advertido que había una enfermera que venía alertando de los eventos. “Fui a hablar con quienes estaban trabajando y esa es la primera vez que hablo con Brenda”, contó.
Dijo que al otro día se enteró de la segunda muerte, la de Melody. Y de los otros dos casos que fueron rescatados con tratamientos contra la hiperpotasemia en terapia intensiva.
“Ese día, la doctora (Liliana) Asís nos llamó y nos dijo que iría al Ministerio (de Salud). Con la doctora (Marta) Gómez Flores y otras colegas elaboramos la lista de casos que podrían estar vinculados con estos últimos y con ese material se fue”, relató Moralez.
El 10 de junio llegaron la directora de Maternidad e Infancia, Marcela Yanover, y la subdirectora, Genoveva Ávila, quienes iniciaron una investigación ministerial. “Ahí ya me quedé tranquila, pensando que se había encaminado la situación”, dijo Moralez, quien manifestó su sorpresa cuando se enteró el 19 de agosto de ese año que había sido imputada.
Un día antes había sido convocada por el ministro Diego Cardozo para discutir la línea de tiempo y las causas de las muertes en los casos sospechados. “Yanover me dijo que me esperaba el ministro para hablar de los casos, él tenía dudas si todos los niños puestos en consideración tenían causas que no eran naturales”, confió.
“No puedo dormir muchas noches, consternada por no haber hecho algo diferente”, confió la médica, que se jubiló antes por no poder seguir trabajando por el shock psicológico que le provocó la situación.
“Fue una bomba la que estalló en el hospital y el ministerio no se preocupó si estaba viva, si me podía sostener económicamente, cómo era mi salud mental”, reprochó a la gestión y se quejó de que en un allanamiento en su casa “entraron buscando potasio y se llevaron mi celular”.
No hubo tiempo para más. La médica Claudia Ringelgheim, quien llega acusada de encubrimiento como subdirectora médica del hospital, aclaró que no ocupa ese cargo desde 2017, que es jefa de Tocoginecología y que va a declarar por lo que sabe, que sus abogados ya anticiparon que es poco. Con ella comenzará la cuarta jornada, en un día en que está previsto también que empiecen a declarar las madres que perdieron sus hijos en el Neonatal.