El riesgo de incendios forestales y rurales viene siendo entre muy alto y extremo desde hace un par de semanas en Córdoba.
Esa condición llegará a su pico este martes, para cuando se pronostican temperaturas de verano (aunque el calendario marca que aún no salimos del invierno) además de vientos intensos y cambiantes de dirección. Un combo complejo si se suma la prolongada sequía que padece el centro del país.
Los especialistas en fuego, y los bomberos más ligados a ese rubro de acción, hablan del “3-30″ para referirse al cuadro de riesgo agravado para el inicio y la propagación de incendios.
El “3-30″ implica que se suman tres condiciones complejas al mismo tiempo: menos de 30% de humedad, más de 30 grados de temperatura y más de 30 kilómetros por hora de las ráfagas de viento.
Esas condiciones se vienen generando sobre Córdoba y provincias vecinas en varias jornadas desde mediados de agosto, pero llegarían a su punto máximo este martes. Para el miércoles se prevé ya, al menos, una baja de las temperaturas.
De todos modos, de lluvias nadie habla: en toda la semana –y más allá aún– no aparecen en el radar de ningún pronóstico.
Pedro Jaureguiberry, doctor en Biología e investigador de la UNC y del Conicet, con especialidad en “ecología del fuego”, señaló en una entrevista a La Voz, por ejemplo, que “con una humedad de más del 30% es casi imposible que ocurra un incendio importante, porque físicamente no puede propagarse. Pero, al revés, con una humedad por debajo del 10%, si se suma viento, físicamente se hace casi imposible apagarlo”.
El investigador cordobés marcó que “está estudiado el umbral de intensidad de calor generado que hace imposible controlar un incendio por más que se tire la cantidad de agua que sea para enfriarlo”.
De eso, saben también los bomberos.
Y lo muestran, además, los casos graves que ocurren en California (Estados Unidos), en España o en Australia, por citar tres sitios del planeta también con riesgos muy altos por razones climáticas, geográficas y de tipo de vegetación, en los que no faltan los recursos y equipamiento y sin embargo ante focos muy agresivos el avance de las llamas se impone.
El cambio climático pega
A ese cuadro se agrega lo que también muchos expertos en el mundo vienen advirtiendo sobre el impacto del cambio climático en este rubro.
Hablan de incendios de “sexta generación”, para referirse a los que muestran una agresividad tal que los hace casi imposible de contener sin la ayuda de lluvias.
En Córdoba, muchos referentes de la lucha contra el fuego vienen también señalando que los incendios son cada más “explosivos” y que además, por efecto del calentamiento global, se ha extendido la época de riesgos.
En ese marco, acá y en los sitios del mundo con más incendios, se hace foco en asumir la evidencia de que, si son cada vez más difícil de apagar los focos en ciertas condiciones, se hace necesario apuntar a dos factores clave: la prevención, para que no se inicien; y la detección temprana, para controlarlos antes de su rápida expansión.
En Córdoba, históricamente se identificó a la etapa final del invierno y a la primavera, por la escasez de lluvias tras las heladas que secaron los pastizales, como el tiempo de mayor incidencia. Eso sería entre julio y octubre.
Pero desde hace años se viene observando la ocurrencia cada vez mayor de focos importantes entre noviembre y diciembre, e incluso hasta en enero, si las lluvias mezquinan en verano.
