Emanuel Alejandro Colazo (35) tenía dos condenas por violencia de género y aún así, ya en libertad, volvió a agredir a su última pareja. El patrón violento se repitió como en los casos anteriores.
El pasado miércoles, N.E.F. (se preserva su identidad para no revictimizarla), una mujer de 31 años, salía de su trabajo en avenida Rafael Nuñez al 4400 cuando su novio, Colazo, con el que mantenía una relación desde hacía un mes, la interceptó y le disparó dos balazos. Por fortuna, los disparos no fueron fatales y la joven sobrevivió al intento de femicidio.
Luego, el agresor fue hasta su casa en barrio Argüello y se ahorcó en un descampado cercano al lugar. El mismo final que eligieron cinco de los 18 femicidas de 2022 en Córdoba.
Los dos disparos hirieron a la mujer: uno le pegó en el pómulo y el otro en el tórax. Antes de ser asistida por un servicio de emergencias, pudo contar lo que había sucedido a la Policía y a quienes la auxiliaron en un primer momento, sus compañeros de la concesionaria Auto Haus.
El hecho, que ocurrió pasadas las 19, estremeció a varias cuadras a la redonda de barrio Cerro de las Rosas.
La mujer agredida se recuperaba ayer en el Hospital de Urgencias. “Está fuera de peligro, consciente. No requiere asistencia mecánica respiratoria, ni prevemos otra intervención quirúrgica por ahora”, dijo Mariano Marino, director del centro de salud.
Denuncias previas
Lo que llamó la atención a la Policía es que Colazo ya tenía antecedentes de violencia de género. Según fuentes judiciales, la primera condena fue en 2016 por hechos ocurridos en 2012, 2013 y 2014. Su pareja de entonces lo había denunciado por amenazas y lesiones, entre otros delitos. La condena llegó dos años después del último hecho.
Colazo recibió -en un juicio abreviado- una condena de tres años de ejecución condicional, por lo que estuvo preso sólo unos meses.
Luego, en 2018, el hombre comenzó una relación con otra mujer, que también lo denunció en cuatro oportunidades. “Le dieron un año y cuatro meses y unificaron la pena con la condena anterior de cuatro años”, indicó la fuente judicial. Así fue como estuvo preso unos cuantos años.
La víctima por la que fue condenado en 2018 tuvo botón antipánico, según fuentes judiciales.
A pesar de las condenas anteriores, Colazo no cambió su comportamiento muy agresivo para con sus parejas. La violencia machista, el lugar de dominación desde el que se posicionaba frente a sus novias, siguió intacto.
También creyó que era dueño de la vida de N.E.F y que tenía derecho a quitársela. Así fue como disparó a su cabeza en plena vía pública, sin importarle las consecuencias que incluso pesarían sobre él.
Los femicidas saben que su destino final es la cárcel o el suicidio. Sin embargo, el deseo de posesión sobre la otra persona es tal que llegan al extremo mortal.
