En la decimotercera audiencia del juicio oral por la muerte de Diego Armando Maradona, el médico cirujano Rodolfo Benvenuti, quien tuvo a su cargo la conformación del equipo quirúrgico que operó al astro futbolístico de un hematoma subdural, declaró que Maradona no era un paciente común y necesitaba una atención domiciliaria “mucho más” allá de lo habitual.
Benvenuti, con más de 25 años de experiencia, testificó ante el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de San Isidro, centrándose en el período de internación de Maradona en la Clínica Olivos, ocurrido entre el 2 y 10 de noviembre de 2020.
Según su relato, Benvenuti llegó a Maradona a través del abogado y empresario Víctor Stinfale. Stinfale lo contactó para que diera su opinión antes de la operación, ya que no quería que el neurocirujano Leopoldo Luque (uno de los acusados en el juicio) realizara la intervención, pidiéndole que buscara a los mejores profesionales.
El testigo describió a Maradona como “un paciente muy difícil”. Relató que Diego estaba negado a hacerse una tomografía, no quería que lo atendieran y deseaba irse. Benvenuti intentó convencerlo, y Maradona finalmente accedió al estudio poniendo como requisito que no hubiera gente en los pasillos para no cruzarse con nadie.
Tras la realización del procedimiento (aparentemente la tomografía), Benvenuti presenció una discusión entre Stinfale y Luque sobre quién debía operar a Maradona. Según Benvenuti, Luque le dijo a Stinfale que le estaba “sacando la oportunidad de su vida”, lo que enfureció a Stinfale. Benvenuti temió que la situación escalara a una confrontación física.
Ante este escenario, Benvenuti intervino y habló con Luque. Luque “entendió que no lo podía operar”, por lo que se conformó “un equipo a la altura de Maradona” con los cirujanos Pablo Rubino y Eduardo Salas, quienes contaron con la colaboración de un ayudante del equipo de Luque. Benvenuti preparó al paciente y supervisó la operación desde afuera del quirófano.
Consultado sobre el estado de Maradona antes de la cirugía, el cirujano aseguró que estaba “vigil”, es decir, consciente de la intervención. Sin embargo, reiteró que el deseo expresado por Maradona era que Luque realizara la cirugía.
Respecto al consentimiento para la operación, Benvenuti afirmó que “el consentimiento lo dio el paciente y la familia”. Aclaró que él no tuvo acceso a la historia clínica ni a la documentación firmada. El testigo sostuvo que la familia estuvo de acuerdo en que Luque no operara a Maradona por “un montón de motivos que dieron las hijas”. Esto contrasta con la legislación argentina (Ley 26.529) que indica que el paciente debe ser informado sobre el médico y el equipo que lo intervendrá.
Sobre la externación (alta médica), Benvenuti estuvo presente en la reunión donde se discutieron las opciones: internación compulsiva, domiciliaria o en un centro de rehabilitación. Explicó que toda la familia, junto a Luque y la psiquiatra Agustina Cosachov (también acusada), coincidieron en que la “única variable era la internación domiciliaria”.
Benvenuti fue enfático al señalar que, dada la “problemática” de Maradona, se requería “hacer mucho más de lo que se hace habitualmente en una internación domiciliaria”. Enumeró los requerimientos solicitados: un médico clínico, evaluación de un neurólogo, presencia de controles cardiológicos, equipamiento y una ambulancia. Indicó que Cosachov y Luque manejaban estos pedidos con la prestadora.
En esa misma reunión se habló de quién se encargaría de manejar los “no” al paciente, como la negativa a tomar medicación. Se consideró que Luque era la persona indicada para esta tarea debido al seguimiento que tenía de Maradona y la confianza que este le tenía.
El abogado defensor de Luque, Julio Rivas, consultó a Benvenuti, quien afirmó que el neurocirujano “dijo que no podía estar encima del paciente porque podría perder la familia” y que vivía “a más de cuarenta minutos” de la casa donde se llevó a cabo la internación domiciliaria.