A sus 80 años, Enrique Bucher no dejar de pensar en Mar Chiquita. En la década del 1960, cuando se recibió de biólogo en la Universidad Nacional de Córdoba, decidió visitarla por primera vez. Pensaba que encontraría otra pequeña laguna de las tantas que hay en la región pampeana. Pero encontró un mar.
Hace unos días, los gobiernos nacional y provincial anunciaron que Mar Chiquita y los bañados del río Dulce se transformarán en el Parque Nacional Ansenuza. La noticia fue celebrada por todos.
Bucher, investigador superior ad honorem del Conicet, es uno de los referentes mundiales sobre la laguna. También reconoce el éxito de la creación del parque, pero advierte que su formación será un desafío, porque el espejo de agua estará dividido en dos: una parte bajo la órbita de Parques Nacionales y la otra controlada por el Gobierno de Córdoba y con la categoría de reserva provincial.
–¿Qué opinión tiene sobre la creación del parque?
–Es sin dudas un gran avance para asegurar la conservación y el uso sustentable de este enorme humedal. El desafío es establecer la forma y mecanismos por los cuales interactuarán el Gobierno de Córdoba y Parques Nacionales. Se trata de una situación novedosa y poco común. La creación del Parque Nacional Ansenuza es una éxito, pero un gran desafío y una excelente oportunidad de crear un modelo de manejo que podría servir para acuerdos similares en otras provincias.
–¿Conoce otras áreas protegidas bajo dos autoridades de control?
–El manejo sectorizado es un desafío para cualquier parque, pero mucho más en el caso de los humedales, donde existe gran interacción entre todas sus regiones y la biodiversidad que albergan. En un parque terrestre, como Quebrada del Condorito, dos áreas bajo distinto manejo pueden convivir simplemente separadas por un alambrado. En cambio, en un humedal el agua es un elemento de interconexión esencial y su manejo aguas arriba influye aguas abajo creando una compleja trama de interacciones. Pueden crearse condiciones conflictivas que demanden complejas y repetidas negociaciones que podrían evitarse si existe una gestión conjunta.
–¿Quién debería ser la autoridad de aplicación?
–Lo ideal es que fuera un proceso unificado. Si se mantienen dos sectores separados, obviamente los problemas serían considerables, sobre todo en lo que hace a situaciones difusas. Por ejemplo, una persona que esté navegando y comete un ilícito dentro de la jurisdicción nacional al desembarcar pasaría automáticamente a jurisdicción provincial, con distinta reglamentación.
–¿Cuál puede ser la alternativa?
–Debería crearse un organismo conjunto integrado por la Provincia y por Parques Nacionales con capacidad ejecutiva, no sólo consultiva. Y debería contar con un edificio propio y con los guardaparques con el mismo uniforme, entrenamiento y reglamentación. Todo esto para crear un espíritu de cuerpo interinstitucional comprometido con Mar Chiquita.
–¿Por qué Mar Chiquita merecía ser un parque nacional?
–Uno de los principales valores ambientales de Mar Chiquita es su gran biodiversidad, particularmente en aves, incluyendo especies carismáticas como flamencos y aves playeras que migran todos los años desde el Hemisferio Norte. Pero la laguna también aporta muchos beneficios para la región. Tiene un efecto amortiguador sobre el clima. Si la laguna se secara, el área se transformaría en un gran salar, lo que provocaría grandes variaciones de temperatura. Eso afectaría la producción agrícola y el bienestar humano. Pero además contribuye a mitigar el cambio climático. Mar Chiquita retiene una gran cantidad de carbono en sus sedimentos y absorbe los contaminantes transportados por los ríos tributarios.
–¿Cuáles son las amenazas que tiene hoy la laguna?
–Las principales amenazas son retención y regulación del caudal de agua que aporta el río Dulce, su principal afluente. Además, también preocupa la creciente contaminación de los otros ríos tributarios, así como el manejo irracional de los bañados del río Dulce, cuya vegetación natural es rápidamente eliminada por la implantación de sistemas agrícolas ecológicamente inviables. En el corto plazo, el principal desafío para enfrentar estas amenazas reside en lograr la protección y el manejo integrado de todo el humedal, el cual abarca una superficie mayor que la de los más grandes parques de Argentina y es compartido por dos provincias, Córdoba y Santiago del Estero.
–¿Qué significa el Mar Chiquita para usted?
–Conocí a Mar Chiquita después de graduarme de biólogo y llegué al lugar pensando en visitar otra laguna pequeña de las tantas que hay en nuestras pampas. Para mi sorpresa, me encontré con un mar interior, cuatro veces mayor que el mar Negro en Asia y de similar extensión a la del Gran Lago Salado de América del Norte, pero con una diversidad de vida silvestre mucho mayor que cualquiera de ellos. Desde entonces, nunca dejé de maravillarme cada vez que regreso a ese fascinante humedal.
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