La falta de movimiento no sólo afecta al cuerpo, también debilita el cerebro. Así lo confirman los expertos, quienes señalan que la actividad física regular a partir de los 60 años puede frenar el deterioro cognitivo y mejorar la memoria.
“El ejercicio es la estrategia no farmacológica más efectiva para mantener la salud cerebral”, explicó Coral Sanfeliu, directora del Grupo de Neurodegeneración y Envejecimiento del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona (CSIC).
Según sus estudios, moverse, aunque sea de manera ligera, genera cambios estructurales y funcionales que mitigan la pérdida natural de capacidad cognitiva asociada al envejecimiento.
El cerebro también se entrena
Numerosos trabajos científicos demuestran que el ejercicio aeróbico, como caminar o nadar, incrementa el volumen del hipocampo, zona clave para la memoria, y de otras áreas cerebrales, al tiempo que preserva la materia blanca y las conexiones neuronales. Estos efectos compensan la atrofia propia de la edad y, en algunos casos, pueden revertir daños a nivel celular y molecular.
Sanfeliu detalla que la conexión músculo-cerebro implica beneficios mutuos. Cuando los músculos se activan, liberan factores que estimulan el cerebro y mejoran su funcionamiento. En cambio, la inactividad prolongada reduce esos estímulos, disminuye los factores neurotróficos y acelera la pérdida de plasticidad neuronal.
Cuando no podés moverte, mové lo que puedas

La científica del CSIC subraya que incluso las personas con movilidad reducida pueden beneficiarse del movimiento. “Aunque no se pueda practicar deporte aeróbico, mover los brazos o realizar pequeños ejercicios activa el metabolismo y favorece la salud cerebral”, afirma.
Cada movimiento cuenta. Los expertos recomiendan adaptar la actividad a las posibilidades de cada persona, priorizando la constancia por sobre la intensidad. “Hacer ejercicio, aunque sea mínimo, siempre será mejor que permanecer quieto”, señala Sanfeliu.
Cuánto ejercicio es suficiente
Los organismos internacionales de salud aconsejan al menos 150 minutos semanales de actividad aeróbica moderada, como caminar a paso rápido. Un estudio citado por el CSIC indica que entre 4.400 y 7.500 pasos diarios son suficientes para reducir la mortalidad y mejorar la función cognitiva en mujeres mayores de 60 años.
Además, la especialista destaca el valor emocional del movimiento: “Cuando el ejercicio se realiza como una actividad recreativa o en grupo, los beneficios para el cerebro son aún mayores”.
Más años, mejor calidad de vida
Las evidencias coinciden, quienes practican ejercicio de forma regular se mantienen física y mentalmente más jóvenes. También presentan menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y una mayor esperanza de vida, según distintos estudios poblacionales realizados en adultos de entre 50 y 70 años.
“Después de los 60 no se puede tener el cerebro de un adolescente, pero sí uno con más capacidades de las que corresponderían a la edad”, concluye Sanfeliu. La recomendación es clara, moverse es una inversión directa en salud cerebral.