En el mundo de la nutrición, hay una fruta que pasa inadvertida para muchos, pero que está ganando atención por sus impresionantes beneficios para la salud. Originaria de Asia y conocida por su vibrante color naranja y sabor dulce, este pequeño tesoro no sólo deleita el paladar, sino que también podría ser un aliado poderoso contra enfermedades como el cáncer, problemas cardíacos y el envejecimiento prematuro.
Rica en antioxidantes como las vitaminas A y C, esta fruta que se puede cultivar en el patio de cualquier casa ayuda a combatir los radicales libres, esos culpables silenciosos del daño celular que acelera el envejecimiento y aumenta el riesgo de enfermedades crónicas.
El albaricoque, en Argentina conocido como damasco, es una fruta altamente nutritiva que aporta beneficios a la salud gracias a su contenido de beta-carotenos, los cuales el cuerpo convierte en vitamina A. Este nutriente es fundamental para varios aspectos del bienestar, entre los que se incluyen la mejora de la visión, el fortalecimiento del pelo, y el cuidado de la piel. Además, la vitamina A juega un rol esencial en el sistema inmunológico.
Una bomba antioxidante y un escudo natural del sistema inmune

Según un estudio publicado en The Journal of Nutritional Biochemistry, los compuestos como el licopeno presentes en este alimento pueden proteger el colesterol LDL de la oxidación, reduciendo el riesgo de problemas cardiovasculares. Además, su alto contenido en betacarotenos -precursores de la vitamina A- la convierte en una campeona para la salud ocular y de la piel, ayudando a prevenir desde la degeneración macular hasta las molestas espinillas.
Pero los beneficios no terminan ahí. El damasco también es una fuente destacada de fibra, lo que lo hace ideal para regular el tránsito intestinal y prevenir el estreñimiento, según investigaciones citadas en Nutrients. Su aporte de potasio, superior incluso al de las bananas, apoya la salud muscular y nerviosa, siendo una opción perfecta para deportistas o quienes buscan un impulso energético natural.
Un dato curioso. Consumir damasco antes de una comida puede estimular el apetito, mientras que su versión deshidratada concentra aún más sus nutrientes, como el hierro, que combate la anemia.
La ciencia también puso la lupa en sus semillas. Algunos estudios preliminares, como los mencionados en Cancer Letters, sugieren que la amigdalina (vitamina B17) podría tener propiedades anticancerígenas, aunque los expertos advierten que se necesita más investigación para confirmar su seguridad y eficacia debido a la presencia de cianuro en dosis altas.
Mientras tanto, la pulpa de esta fruta ya es un éxito comprobado: desde fortalecer el sistema inmunológico hasta hidratar el cuerpo en días calurosos, sus ventajas son innegables.
Cómo incorporar el damasco en la dieta

Se puede disfrutar fresca, en jugos, mermeladas o incluso deshidratada como un snack saludable. Los expertos recomiendan entre dos y tres unidades al día (unos 120-150 gramos) para aprovechar al máximo sus bondades sin excederte. Eso sí, si se es sensible a los sulfitos, tener cuidado con las versiones procesadas.
El damasco, cuyo nombre científico es Prunus armeniaca, es ideal para cultivar en el jardín o un pequeño huerto. Es una planta que proviene de Asia y que ha necesitado de varios procesos de modificación genética para poder adaptarlas a diferentes entornos. Gracias a estas adaptaciones genéticas se puede casi cultivar en todo el mundo. Eso permite poder distribuirlas de una forma más eficiente, aprovechándonos de todos los nutrientes que posee. Su árbol otorga una sombra muy agradable en el lugar donde se siembra.
En Argentina, los damasqueros son especialmente valorados en regiones con inviernos definidos y veranos cálidos, como en la Patagonia, Cuyo y las zonas serranas. Sin embargo, con los cuidados adecuados, también pueden prosperar en otras partes del país.
El momento ideal para plantar damasqueros es durante el otoño o el invierno, cuando el árbol está en reposo vegetativo. Este periodo permite que las raíces se adapten al suelo antes de que llegue la primavera, momento en el que el árbol empezará a brotar con fuerza.
La temporada de damascos en Argentina es en verano, principalmente entre diciembre y febrero. Es una fruta típica de climas cálidos.