No solo las vocecitas de niños y niñas de entre 8 y 12 años entonan la canción: hay gestos con manos, pies, cabezas, que siguen el ritmo. Luego, comenzarán a sonar, en forma escalonada, guitarras, bombos y cajón peruano, bajos, violines y picuyos.
“Chapalea en el barro, parece que zapatea un malambo.
Malambo del hornerito que amasa, la tierra para su casa.
Ta-ra-ca-tá trabaja, ta-ra-ca-tá parejo,
Ta-ra-ca-tá trabaja, debajo de un sauce viejo”.
Nadie creería que la orquesta tiene apenas unas pocas semanas de trayectoria. La luminosa sala cuna de barrio Villa Strada, en la periferia de Santa Rosa de Calamuchita, se llena cada viernes a la tarde de música. Y de risas.
El nuevo proyecto musical nació con fuerza por la laboriosa gestión de sus impulsores, y obtuvo una gran devolución: la asistencia masiva de niños y jóvenes (hay varios en lista de espera).
Además de asistir los miércoles a las clases de lenguaje musical y los viernes para empuñar los instrumentos, los docentes perciben que, al regresar a sus casas, los ensayos no se interrumpen.
Quienes no cuentan con instrumentos, pueden llevárselos para practicar. Mariana, la profesora de vientos, contaba la emoción que les produjo a sus alumnos saber que podían llevarse el picuyo.
Lucas, el principal gestor
Lucas Benegas, docente de la escuela primaria Gabriela Mistral, advirtió entre los estudiantes la necesidad de un espacio de arte, para también la de intentar mitigar algunas problemáticas sociales.
“La música es una excusa, el objetivo es transmitir ciertos valores, el trabajo en equipo, la responsabilidad, el compañerismo, la resiliencia”, enumera Lucas, mientras lo saludan dos niñas que pasan a su lado.
“Está pensado para darles a ellos otra alternativa y que puedan canalizar emociones, crecer y aprender”, agrega.
La “Orquesta escuela infanto juvenil municipal de Santa Rosa de Calamuchita”, tal como expresa su nombre oficial, floreció luego de un trabajado periodo de gestión a través de aportes de distintos actores sociales, que lograron ponerla en marcha en noviembre.
Los principales pilares de la orquesta son la Municipalidad local, que afronta la financiación y remuneración de docentes y el espacio físico; y la fundación de la empresa metalúrgica Tantal Argentina, ubicada en el mismo barrio Villa Strada, que donó instrumentos y atriles. También recibieron apoyo de la orquesta de Villa Yacanto, que prestó varios instrumentos, y de otras fundaciones.
A su vez, los profesores suman sus propios instrumentos hasta que la orquesta logre adquirir algunos más.
Arrancaron con más de medio centenar de niños divididos en dos grupos: de 8 a 12 y de 13 a 18. Muy pocos tenían conocimiento previo de música. Y hay varios en lista de espera, que podrían sumarse si adquieren más instrumentos.
El inicio
“El año pasado fui indagando un poco qué hay en el barrio para los niños y me di cuenta que no había muchas alternativas más que el fútbol, que está muy bien pero indagamos en variantes. También vi que les gusta mucho participar en actos y en artes, música, cantar. Entonces pensé que por ahí se podía llegar a armar algo de eso. Y en el camino conocí a María Eugenia Rossi, que también venía con esa misma idea, y la Dirección de Cultura de la Municipalidad nos sentó a todos en la mesa para ver cómo podíamos pulir un proyecto”, detalla Benegas sobre el origen del proyecto.
“El objetivo es darles a los chicos otra oportunidad, que puedan hacer algo diferente que esté vinculado con el arte y con la música como eje vertebrador, pero a través de ella vamos trabajando los valores que nuestra comunidad y nuestro futuro necesita”, agrega el maestro.
Para comenzar no es necesario tener conocimientos previos. La orquesta es gratuita y todos cuentan con un instrumento para practicar en las clases y en sus casas. Cada asistente, según su preferencia, se anotaba para aprender dos instrumentos, y de acuerdo a los cupos, fueron asignados a una de las dos alternativas.
“Estamos contentos, es una herramienta buenísima para los chicos, cuando se ve que en la escuela hay cuestiones de conflictos o agresividad”, señala María Eugenia Rossi, directora y profesora de guitarra y charango. Y la música –asegura- puede ser un camino para contrarrestar esas situaciones.
“La orquesta funciona de otra manera, es otro espacio que ellos tienen y conectan de otra forma, y para hacer música necesitan de la compañera o el compañero, en la orquesta, una canción suena con la participación de todos”, añade la docente que está replicando en las sierras su experiencia vivida en Buenos Aires, en el programa de orquestas Andrés Chazarreta.
Destaca el acompañamiento de las familias y también de la escuela del barrio.
María Eugenia comenta que la mayoría nunca había tocado un instrumento. “Son una maravilla, es la tercera clase que tienen y ya están tocando y esto tiene que ver con el compromiso y sus ganas”, describe. La orquesta está integrada hoy por 54 asistentes.
El staff
“Hay que felicitar a todos los profes, que son los que manejan el barco, son el alma de todo esto. Mi colaboración es ayudar a que pueda funcionar, consiguiendo instrumentos y apoyo”, destaca Benegas.
Rossi, en su rol de directora y profesora de guitarra y charango; Mariana Duffy en vientos; Mariel Rodríguez Vera en bajo; Esteban Casatti en violín; Damián Denuncio en percusión y Juan Giménez Moresco en lenguaje musical, integran el plantel de profesores.
Celeste, es una mamá muy colaboradora que se ocupó de la cuestión administrativa en el periodo de inscripciones y también acompaña preparando la merienda, que comparten en cada jornada musical. Su hijo, León, de 8 años, toca el charango.
“La idea es buenísima, convocó a un montón de niños, que están súper interesados y concentrados en las clases. Esto es un mundo distinto, es abrirles una puerta y darles herramientas que no son fáciles de conseguir en este momento. Es una salida y una contención, un compartir distinto”, describe.
El gran desafío es la continuidad en el tiempo, para que la propuesta no deje de crecer y contenga cada vez a más niños y adolescentes.
Un barrio comprometido
La orquesta contagió al barrio. Vecinos y comerciantes de Villa Strada realizan donaciones frecuentes de jugos, galletitas, bizcochos y otros productos para cada merienda. En esta línea, una ferretería donó caños con los que se están confeccionando sikus para sumar a la orquesta. La red comprometida con el proyecto, se sigue tejiendo.
La orquesta realizó su primera clase abierta, este viernes en el Sum de Villa Strada, en donde presentó sus primeras canciones a la comunidad. Un paso más adelante.