En las entrañas del barrio San José Obrero, en la periferia de “la Capital Nacional del Folklore”, donde el sol coscoíno besa con fuerza la tierra, vive “La Señora de la canilla”, el apodo con el que cariñosamente la conocen sus vecinos a María Rosa Reyes, una bonaerense que se instaló hace una década en Punilla.
Con sus 49 años a cuestas, “Mary” ha tejido un lazo solidario con su comunidad, es la proveedora desde hace seis años del agua potable que beben muchos de los habitantes de esa inmensa barriada de Cosquín.
Su nombre –y su apodo– se ha convertido en sinónimo de generosidad, por lo que vale la pena conocer su historia de vida, elegida dentro de este espacio de La Voz llamado “Héroes y Heroínas Cotidianos”.
María Rosa Reyes, la “Señora de la canilla” en Cosquín
En un barrio azotado por la escasez de agua potable, “Mary”, junto a José, su esposo, decidió tomar las riendas de este desafío. Oriunda de San Fernando (Buenos Aires) se mudó a Cosquín definitivamente en 2015.
Durante su infancia ella supo lo que era no tener agua para consumo humano y tener que acarrear bidones de agua potable una y otra vez. Cuando llegó al Valle de Punilla y pudo construir su vivienda, se prometió “no pasar por lo mismo”.
Con una perforación en su patio, logró un milagro: tener agua limpia, fresca y potable que comparte con 600 familias del barrio San José Obrero, y de otros de Cosquín.
Su gesto no fue sólo un acto de bondad, sino una revolución silenciosa en medio de la escasez del vital elemento. “Para mí el agua es muy importante, como cada vecino”, repite “Mary”.
En San José Obrero no sólo vive gente humilde, también hay pequeños emprendedores con sus cabañas turísticas y familias de clase media. Los que quieran pueden acceder a “la canilla de Mary”. Nadie paga un peso, ella les da el agua gratis.
Si uno pasa un par de horas frente a su casa, vienen desde niños y adolescentes hasta adultos mayores, algunos con carretillas, bidones y botellas para llevarse agua. Hasta en camionetas cargan baldes.
Tres perros –entredormidos– custodian mansamente el pico de plástico que no se cansa de llenar los recipientes.
María vive de una jubilación por invalidez y su marido José –carpintero de oficio– de changas en la construcción.
“Estoy hace 9 años en el barrio y acá hay una problemática muy grande que es el agua. Nosotros con mi marido hace 6 años hicimos la perforación y le estamos dando agua a la gente. Esta perforación se hizo para un beneficio nuestro, propio, pero comenzamos a darle a los vecinos”, cuenta la mujer a La Voz.
Recuerda que al principio trepaban hasta un cerro para tomar agua de una vertiente. Luego bajaron una “kilométrica” manguera por los lotes, pero como las conexiones se rompían, vendieron su casita en San Fernando y con ese dinero hicieron la perforación en su loteo. Hoy, con una bomba de agua llena su tanque de 1.100 litros unas 3 o 4 veces al día y comparte con los vecinos y vecinas. “La luz la pago yo”, aclara.
En toda su labor solidaria, María destaca el apoyo de su esposo. “Sino yo no estaría haciendo tantas cosas”, dice.
Juan Echegaray, un vecino del lugar, también era oriundo de Buenos Aires, y da su testimonio sobre”Mary”: “Ella es una mujer que te ofrece todo (...) para mí es la mamá del barrio San José Obrero. Todo gratis, no te pide un mango. Gracias a Mary, gracias por el agua”.
La mujer es de pocas palabras, pero de una sonrisa amplia. “No tengo rollo con el apodo”, expone mientras se ríe por su alias.
“Me llena de alegría que vengan a buscar agua a mi casa”, señala y desea que las “promesas de hace años” se cumplan con las futuras obras que prometieron desde el municipio y la provincia.
“Todos los días viene gente y en diciembre-enero esto es un caos, los camiones que traen agua al barrio no suben y hay más gente llenando bidones”, agrega. Su deseo es que el agua potable en el barrio sea una pronta realidad.
El merendero de “Mary” y sus sueños a futuro
Su heroísmo no se limita al suministro de agua. Con la misma pasión y entrega, María Rosa Reyes dirige un merendero que alimenta a 85 niños y niñas, brindándoles no sólo tortas fritas, un plato de comida, una copa de leche; sino también un abrazo cálido y una sonrisa.
“El merendero se llama Doble Seis y lo abrimos hace 2 años”, cuenta orgullosa María. Tiene ese original nombre en honor a su papá que era “campeón de dominó”. El lugar está ubicado en calle Jaime Dávalos al 1400.
En el corto plazo quiere concretar el proyecto de una ludoteca para el apoyo escolar a los niños y niñas del barrio. Además, que el San José Obrero tenga una escuela primaria y secundaria con edificio propio. Hoy funcionan en salones prestados por la parroquia.
“Mary”, la “Señora de la canilla”, es más que una vecina, es un símbolo de esperanza, una inspiración para todos aquellos que creen en un mundo más solidario.
Cosquín: las obras para el agua potable en barrio San José
Desde hace años el Valle de Punilla sufre problemas con el suministro de agua potable. Lavarse las manos, cepillarse los dientes o incluso tomar un vaso de agua puede ser una odisea para muchos de los vecinos del San José Obrero.
La semana pasada, la Provincia de Córdoba y la Municipalidad de Cosquín dieron los primeros pasos para iniciar finalmente las obras de infraestructura para dotar de agua potable a ese barrio, “beneficiando a unas 600 familias”.
El acuerdo lo firmó el gobernador Martín Llaryora junto al intendente local, Raúl Cardinali, durante la presentación del Festival Nacional de Folklore 2024.
La inversión será de unos $ 800 millones, y se prevé una nueva perforación –que se vincula a una ya realizada con anterioridad– cuyos caudales se impulsarán a través de una cañería de 2.500 metros a la cisterna existente y por medio de la red, también a instalar, se distribuirá a 2.800 lotes. Las obras tendrán un trazado total de 13.338 metros de cañería para la administración del servicio de agua.
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