Se estima que 1 de cada 4 adultos mayores de 40 años en Argentina experimenta incontinencia urinaria, producto del envejecimiento de los músculos y ligamentos de sostén en el sistema de contingencia, como así también por cambios en la capacidad vesical.
Además, el 50% o más de las mujeres que tuvieron un embarazo padecen incontinencia urinaria.
Con motivo del Día Internacional de la Incontinencia Urinaria, que se conmemora cada 14 de marzo, los expertos que esta afección no debe considerarse una consecuencia inevitable del envejecimiento, del parto o de la menopausia, pues existen opciones terapéuticas eficaces que pueden mejorar significativamente la calidad de vida.
Incontinencia urinaria: causas y tipos
Aunque puede afectar tanto a mujeres como a hombres en cualquier etapa de la vida, lo cierto es que es más frecuente en mujeres tras el parto y en la menopausia, así como en hombres después de cirugías de próstata.
Entre sus principales factores condicionantes se encuentran el trauma perineal por partos traumáticos, la obesidad, el tabaquismo o la práctica de deportes de impacto.
Hay varios tipos de incontinencia, pero los más conocidos son la de esfuerzo, que se produce al realizar esfuerzos físicos como toser, reír o levantar peso; la de urgencia, caracterizada por una necesidad repentina e incontrolable de orinar; y la mixta, que combina los síntomas de las dos anteriores.
Los especialistas subrayan que cuanto antes se intervenga, mejores serán los resultados y menor será el impacto en la calidad de vida de los pacientes.
“Esto puede traer complicaciones que van directamente de la mano de la afección de la calidad de vida del paciente, llevándolo a cambiar hábitos de vestimenta o asilarse socialmente, afectando la vida laboral y productiva, y hasta generar un mapa de baños disponibles ante salidas”, explica Héctor Soderini, presidente de la Asociación de Uroginecología (UGA).
Otros de los desafíos que enfrentan los pacientes son: depresión, ansiedad y aislamiento social y puede aumentar el riesgo de infecciones del tracto urinario. Además, los gastos asociados con el manejo de la incontinencia, como productos de higiene y atención médica, pueden ser una carga financiera.
El 80% de las mujeres en menopausia tienen síntomas genitourinarios
Además de la incontinencia urinaria, durante la menopausia es habitual que aparezcan síntomas genitourinarios, que afectan al aparato urinario y a la parte genital de la mujer y suelen presentarse en hasta el 80 por ciento de las mujeres que se encuentran en este momento vital.
Se produce una involución del tejido conectivo, se afinan las paredes de la vagina, pueden retraerse las cicatrices de los partos que antes no dolían, aparece la sequedad vaginal, la disuria (molestia al orinar), la urgencia miccional, infecciones urinarias o de hongos recurrentes por la alteración del pH de la mucosa vaginal o incluso dolor durante las relaciones sexuales.
Dada su alta prevalencia, los expertos recomiendan que aquellas mujeres que presenten alguno de los síntomas mencionados acudan cuanto antes al especialista, con el objetivo de iniciar de manera precoz el tratamiento y obtener así mejores resultados y un menor impacto en su calidad de vida.
Una vida plena es posible
La incontinencia es una condición tratable. Con el diagnóstico y la evaluación de la historia clínica del paciente, acompañada de un examen físico, se pueden determinar los diferentes abordajes de tratamiento para corregir y mejorar la calidad de vida.
“Los tratamientos van a depender del tipo de incontinencia, el abanico es amplio. Por ejemplo, para la incontinencia de esfuerzo se puede realizar kinesiología o tratamientos quirúrgicos. Mientras que para la vejiga hiperactiva hay tratamientos farmacológicos, kinesiología, botox vesical o neuromodulación sacra. Siempre acompañados de medidas conductuales, alimentarías y la adecuada ingesta liquida”, comenta Soderini.
Además, para la vejiga hiperactiva, es recomendado un enfoque de atención escalonado, que avance desde las acciones menos invasivas como modificación del comportamiento, kinesiología de piso pélvico y demás a las más invasivas, como cirugías, en caso de no responder a los tratamientos de primera línea.
Qué tratamientos existen
Entre los tratamientos disponibles para mejorar estos síntomas se encuentran las hidratantes vaginales, el uso de estrógenos locales, la rehabilitación del suelo pélvico o la medicina regenerativa. Esta última incluye la infiltración de plasma rico en plaquetas (PRP) y el láser de CO2, que estimulan la síntesis de colágeno y regeneran el tejido.
- Modificaciones conductuales: cambios simples en el estilo de vida, como el entrenamiento vesical, ajustes en la dieta y ejercicios del suelo pélvico, pueden mejorar significativamente los síntomas.
- Terapia farmacológica: los medicamentos pueden abordar tipos específicos de incontinencia, como el síndrome de vejiga hiperactiva.
- Neuromodulación sacra: esta innovadora terapia utiliza estimulación eléctrica leve para restaurar la función normal de la vejiga. Ofrece una solución prometedora para pacientes que no han respondido a otros tratamientos.
- Procedimientos quirúrgicos: este tratamiento es el más recomendado para la incontinencia de orina de esfuerzo, ya que tiene los mejores resultados. Aproximadamente más de 90% de tasas de curación. Las cirugías disponibles son los slings mediouretrales retropubicos y transobturadores.