El mercado laboral actual está determinado por un avance sistemático de la informalidad.
Cada vez son menos los trabajadores con un empleo formal que les permite derechos laborales básicos como cobertura de salud, licencias anuales o aportes jubilatorios.
En Argentina, el 35% de los trabajadores están en un sector privado formal, un 15% en el sector público y el 50% restante en la informalidad.
Según datos del INDEC del último cuatrimestre de 2024, de su Encuesta Permanente de Hogares, el 42% de la población económicamente activa (PEA) del país se desarrolla en la informalidad. Esto representa a casi seis millones de personas e impacta con mayor fuerza a jóvenes, mujeres y a quienes se desempeñan en sectores históricamente más vulnerables: construcción, confección y trabajo en casas particulares.
En Córdoba, los números no difieren demasiado. Ocupados y subocupados demandan más y mejores condiciones laborales. Hay 389 mil personas con alguna clase de dificultad laboral en el Gran Córdoba, casi la mitad que la PEA del aglomerado (813 mil).
Larraitz Lexartza, especialista en género de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sostuvo en su informe “Cinco datos clave sobre el trabajo informal en Argentina” que la informalidad “afecta al financiamiento y la sostenibilidad de la seguridad social y también hay un marcado impacto negativo en los ingresos durante la vejez, por la dificultad de acumular aportes suficientes para acceder a pensiones contributivas”.
Dentro del espectro de trabajadores informales, seis de cada 10 tienen menos de 29 años.
La incidencia es desigual, ya que impacta con mayor intensidad a las mujeres jóvenes. “Con frecuencia enfrentan brechas entre las competencias que han adquirido mediante su formación y la demanda del mercado. Además la informalidad compromete sus oportunidades de crecimiento y trayectoria laboral”, agregó.
Pluriempleo
Un informe de la Federación de Profesionales Universitarios de Córdoba (Fepuc) determinó que un 43% de los trabajadores calificados independientes tiene más de un empleo o actividad laboral para sobrevivir económicamente.
Además casi el 40% trabaja más de diez horas diarias.
Para el sociólogo especialista en Trabajo y Desigualdad e investigador del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, Eduardo Donza, nuestro país posee una estructura productiva debilitada en la que el pluriempleo está asociado a la informalidad.
Un amplio grupo de personas tiene más de un trabajo por la baja del poder adquisitivo y otro accedió a esta modalidad a causa de un contexto de inestabilidad laboral que se agudizó en la pandemia.
Por ejemplo, quienes no podían realizar su actividad principal se abocaron a emprendimientos u otros proyectos que mantuvieron.

Por su parte, Andrés Pallaro, director del Observatorio del Futuro de Insight 21, hub de Conocimiento de la Universidad Siglo 21, consideró que a la Argentina la condiciona su estancamiento estructural y por tanto las mayorías deben recurrir a tener más trabajos, rebusques u otras opciones para alcanzar un salario digno.
A su vez entendió que este fenómeno continuará en la medida de que no se generen puestos de trabajo genuinos. Pero agregó un aspecto más: las nuevas configuraciones del empleo.
“En el mundo crece el trabajo contingente y flexible, trabajar por proyectos con varios empleadores. Si la macroeconomía del país se ordena y comienza un ciclo de crecimiento habrá más gente con pluriempleo pero ya no por subsistencia, sino por elección”, afirmó.
El especialista sugirió que una de las tendencias para el futuro es inclinarse por más ingresos variables en detrimento de los sueldos fijos.
Multiperfil laboral
Tanto Donza como Pallaro coincidieron en que la nueva identidad del trabajador no se circunscribe a una profesión u oficio específico sino que implica un perfil mucho más dinámico basado en competencias y habilidades múltiples.
“EE.UU. encabeza un movimiento mundial orientado a no publicar ofertas de empleo con exigencias de títulos o de profesiones determinadas, sino más bien una combinación de habilidades que cada solicitante debería reunir para aspirar a un puesto”, advirtió Pallaro.
En ese sentido remarcó que esta transición será compleja y llevará tiempo. Al cambio del modelo mental histórico deberá sumarse la formación académica en estas competencias.
Sobre esto Donza apuntó que en algunos rubros existe un corrimiento hacia reemplazar profesionales por personas sin titulación pero que “están muy capacitadas”. “Muchos descubren que pueden ser eficientes en el mercado de trabajo haciendo cursos y optan por no matricularse en carreras de grado”.
A raíz de este fenómeno Pallaro sostuvo que, pese a ser muy lenta, se está gestando una transformación educativa. “Hoy una carrera universitaria es cada vez más una mezcla entre materias técnicas de esa disciplina y materias transversales que revalorizan algunos aspectos más generales. Hoy cada vez más la carrera de uno es distinta a la carrera de otro”, dijo.
De todas maneras, Donza no dejó de remarcar un elemento que puede considerarse abusivo: el aprovechamiento de las empresas que con una persona multicapacitada cubren dos puestos de trabajo.
Ante la consulta sobre la existencia de normativas frente a esta situación de desamparo, el especialista indicó que son muy pocas las profesiones que podrían desarrollarlas: las que cuentan con consejos profesionales o que requieren una habilitación para su desempeño.
Finalmente. Pallaro consideró que de la hiperespecialización se pasará a una formación más generalista que no reduzca las oportunidades laborales. “Inteligencia artificial mediante se revalorizan las humanidades, las disciplinas que antes eran ´menos taquilleras o útiles´ como la sociología, la filosofía o la comunicación”, señaló.

Presencialidad vs. flexibilidad
Para Pallaro esta dicotomía es el tema que más conversaciones desata en las empresas en la actualidad, sobre todo en el rubro de la economía del conocimiento. El esquema híbrido se impone porque la virtualidad total demostró que tiene falencias en materia de productividad y de trabajo en equipo.
“Los últimos estudios mundiales en el tema demostraron que los trabajadores se distraen y se desentienden de trabajar juntos. Además, grandes compañías norteamericanas impusieron el regreso a las oficinas, lo que provocó que cada vez más se negocien jornadas híbridas”, expuso.
Un anticipo del informe “Transformaciones en el trabajo dentro de las empresas argentinas” que elabora la casa de estudios y en la que se consultan a 1.000 empresas argentinas arroja que el 70% trabaja en espacios físicos tradicionales, mientras que un 30% lo hace en modelos híbridos.
Sin embargo, el especialista entendió que esto depende de cada rubro y empresa. “También será difícil que las empresas logren ser atractivas sino acceden a negociar algún esquema híbrido. Todos los días se pierden talentos y tiene que ser muy atractiva la propuesta de la empresa en otros aspectos (como el salario o beneficios) para que la presencialidad como la conocíamos antes sea aceptada”.
En la misma línea Donza introdujo un elemento más: esta discusión solo es posible en sectores económicos medios y medios altos y no en los bajos.

El consenso como salida
A modo de conclusión Donza marcó que existe una pérdida histórica de puestos de trabajo de calidad. Las personas ocupan puestos de trabajo más precarios mientras aumenta el porcentaje de desempleo. Es decir, un trabajador que pierde un empleo de calidad no tiene tiempo de buscar otro del mismo nivel y se ocupa en uno más precario. Hay una urgente necesidad de ingresos.
“Pese a que observamos indicadores macroeconómicos que mejoran, no son suficientes los puestos de trabajo que se generan y ese es el tema central”, subrayó el sociólogo.
Su visión apunta a que en la Argentina se deberían desarrollar políticas de estado orientadas al aumento de la producción y del trabajo basadas en un consenso no sólo del sistema político, sino también con los actores de la producción y el trabajo que son, al fin y al cabo, los que generan los puestos laborales.
“Deben ser consensuadas porque tienen que continuar independientemente de cualquier cambio de gobierno o pensamiento político o económico para tener un rumbo como Estado y como región. Si no conseguimos eso, vamos a seguir siempre igual, poniendo parches, haciendo pequeñas mejoras o desmejoras, pero nunca vamos a generar bases sólidas para salir adelante”, cerró.