Un estudio de la Universidad de Monash (Australia), publicado en The Lancet Child & Adolescent Health, revela que las preocupaciones expresadas por quienes cuidan de un niño internado pueden predecir el riesgo de un cuadro crítico con mayor precisión que algunos sistemas de alerta basados únicamente en evaluar los signos vitales.
En países de altos ingresos, las enfermedades críticas en niños son poco frecuentes y, en ocasiones, a los médicos les resulta difícil distinguirlas de enfermedades leves comunes hasta una etapa avanzada de la enfermedad.
El reconocimiento tardío del deterioro es uno de los factores que más contribuye a las muertes evitables en niños internados, pero los padres o cuidadores suelen estar bien posicionados para detectar signos tempranos y sutiles de deterioro.
Los datos del estudio
El presente estudio es el primero en relevar cómo las preocupaciones de los familiares impactan en los resultados de los pacientes. Se llevó a cabo durante 26 meses (noviembre de 2020 a diciembre de 2022) y analizó 73.845 consultas pediátricas en el departamento de emergencias de Australia, de las cuales 24.239 contaban con, al menos, una preocupación documentada por parte de los padres o cuidadores.
Los autores evaluaron la preocupación del cuidador al preguntarle si le preocupaba que su hijo empeorara durante la evaluación de rutina. En total, 8.937 (4,7%) encuestados de 189.708 indicaron preocupación por el empeoramiento de la condición del niño.
En comparación con los pacientes con cuidadores sin preocupaciones documentadas, aquellos con un cuidador que informó preocupación por el deterioro clínico fueron más propensos a experimentar una enfermedad crítica que requirió ingreso en la UTI (6,9% frente al 1,8%) o la necesidad de ventilación mecánica (1,1% frente al 0,2%). Esto evidencia que la precisión diagnóstica de la intuición de los padres superó los datos fisiológicos.

La preocupación parental: clave de prevención en pediatría
Los autores aseguran que sus resultados sugieren que los padres y cuidadores son un recurso que puede ayudar a los profesionales de la salud a monitorear cuadros críticos y que podrían, incluso, ser más eficaces que algunos sistemas actuales que se basan únicamente en los signos vitales.
Además, afirman que estos datos demuestran que se deben abordar de forma proactiva las inquietudes de los padres o cuidadores y que se debe priorizar la investigación que las incorpore en los sistemas médicos utilizados para detectar el deterioro en pacientes pediátricos.