La libertad de expresión, reconocida en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es un pilar fundamental de la democracia, ya que garantiza el derecho a buscar, recibir y difundir información e ideas por cualquier medio.
En América Latina, este derecho enfrenta serias amenazas, como la censura, la concentración de medios, la violencia contra periodistas y la autocensura. Estas presiones no solo afectan a quienes ejercen el periodismo, sino también a la ciudadanía, que ve limitado su acceso a una información plural y de calidad, indispensable para el fortalecimiento de sociedades democráticas y participativas.
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Carlos Jornet, director de La Voz del Interior y presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) señala: “Lo que estamos viendo en América Latina, en general, es el avance de algunas corrientes populistas que atacan al periodismo y a la libertad de expresión”. Algunos ejemplos se dan en Nicaragua, Cuba y Venezuela, así como en líderes de derecha como el ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro y el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
La libertad de expresión enfrenta, asimismo, desafíos cada vez más complejos en el ecosistema digital. “Se han aumentado exponencialmente los ataques hacia periodistas en redes sociales, tanto desde el gobierno como de actores impulsados por el mismo”, marcó el periodista Diego Marconetti, socio y miembro actual de la comisión directiva del Foro de Periodismo Argentino (Fopea).
Esta realidad evidencia una preocupante vulnerabilidad para quienes ejercen su labor informativa en contextos de polarización y hostilidad. Frente a estos ataques, la defensa de la libertad de prensa se vuelve indispensable para garantizar una sociedad democrática y plural, donde el debate público pueda desarrollarse sin intimidaciones ni censuras encubiertas.
“Los periodistas tenemos un trabajo muy importante para fortalecer la democracia, como es promover el debate ciudadano, generar investigaciones sobre el poder y la posibilidad de que la gente haga un control de los organismos de gobierno”, explica el director de La Voz.
Estas funciones no solo consolidan la transparencia, sino que también empoderan a las sociedades frente a posibles abusos. Y agrega: “La libertad de expresión no es absoluta. No hay ningún derecho que sea absoluto, pero las formas de restricción a la libertad de prensa deben ser impuestas por una ley, además de estar atadas a los estándares interamericanos. Es importante contar con marcos legales claros que protejan tanto la libertad de expresión como los derechos de terceros, evitando censuras arbitrarias”.
En un mundo donde la información circula velozmente y las amenazas al periodismo se intensifican, defender la libertad de expresión es más necesario que nunca. El desafío no solo radica en enfrentar los ataques de los regímenes con rasgos autoritarios, sino también en recuperar la confianza en los medios y adaptarse a las demandas de las audiencias contemporáneas.
* Por Emilia Aráuz, Pedro Curutchet, Tomás García, Antonella Monguzzi y Agustín Othaheguy, estudiantes de Periodismo del Colegio Universitario Politécnico (CUP).