No sólo cortaba el pelo y colocaba extensiones. La peluquera dominicana Luisa María “Mery” Ramírez (47) lideró con su exmarido y su madre una banda dedicada a explotar sexualmente a mujeres en Río Cuarto. A pesar de las causas en su contra, que derivaron en el juicio en el que fue condenada, insistió durante 10 años con la obtención de la ciudadanía argentina.
En un fallo reciente, con el dictamen fiscal de Rodolfo Cabanillas en contra del pedido de Ramírez, el juez federal de Río Cuarto, Carlos Ochoa, rechazó finalmente la solicitud de ciudadanía nacional.
Banda de trata: desde República Dominicana a Río Cuarto
En complicidad con su madre, Magalí Ramírez (residente en República Dominicana), “Mery” y su exmarido Arturo Ríos captaron al menos a ocho mujeres dominicanas en el municipio de San Juan de la Maguana, desde 2008 hasta 2010.
Se aprovecharon del estado de vulnerabilidad de las jóvenes que llegaron al país hace unos años y fueron explotadas. Mediante engaños y falsas promesas, como es habitual en los casos de trata, las introdujeron en el comercio sexual en cabarets de Río Cuarto. Con la trata, la familia explotadora obtuvo significativas ganancias.
“Mery” fue acusada en tres causas que luego se acumularon en una, la cual terminó llegando a juicio. En diciembre de 2022, el Tribunal Oral Federal Nº 2 de Córdoba la condenó a tres años de prisión de ejecución condicional.
Lo llamativo es que años antes, en 2014, pese a estar imputada por el delito, solicitó la ciudadanía argentina. Por entonces, el juez suspendió la tramitación del trámite hasta tanto se resolviera la faz penal.
Sin embargo, la mujer insistió en octubre de 2023, ya con la condena por trata en su contra. Planteó que quería continuar con el trámite para obtener la ciudadanía.
El “no” del fiscal Cabanillas
Días atrás, el fiscal Cabanillas dictaminó que el juez no debía hacer lugar al pedido, ya que si la ley 25.871 le impide ingresar o permanecer en el territorio nacional a alquien condenado o en cumplimiento de una pena o a un explotador sexual, “con mayor razón no debe otorgársele la calidad de miembro pleno de la Argentina, toda vez (que) se encuentra con una condena firme a tres años de prisión por el delito de trata de personas con fines de explotación sexual agravada”.
El instructor recordó que el decreto 3.213/84 establece que entre las causas que impiden el otorgamiento de la ciudadanía argentina por naturalización, está la de “haber sido condenado por delito doloso, ya fuere en el país o en el extranjero, a pena privativa de libertad mayor de tres años, salvo que la misma hubiere sido cumplida y hubieren transcurrido cinco años desde el vencimiento del término de la pena fijada en la condena o hubiere mediado amnistía”.
El fiscal también pidió al juez que instara a la Dirección Nacional de Migraciones a fin de que cancelara la residencia de “Mery” y ordenara su inmediata expulsión del país, prohibiéndole el reingreso de manera permanente.
Fallo en contra
El juez dijo que “si bien los extranjeros tienen el derecho a adquirir la nacionalidad argentina, el Estado a su vez tiene el inexcusable derecho a fijar las condiciones de la naturalización en resguardo de su soberanía, porque no sería racional que aceptara como nacionales a delincuentes, espías o, sencillamente, personas moralmente indignas”.
“En efecto, la naturalización prevista en el artículo 20 de la Constitución Nacional es un acto voluntario explícito y específico del individuo, pero no es directamente operativa, pues su otorgamiento está supeditado al cumplimiento de las formalidades y condiciones que la legislación establece”, agregó.
Al referirse a la trata, Ocha recordó que “esta nueva modalidad de esclavitud tiene una connotación que no puede ser obviada al momento de valorar los antecedentes de quien pretende obtener la ciudadanía argentina, máxime cuando la peticionante ha sido condenada por este delito recientemente, sin haber siquiera transcurrido el período por el cual se le han fijado las pautas de conducta establecidas en la sentencia”.
Finalmente, rechazó el pedido de Ramírez.
