La Justicia condenó a un hombre de 43 años, de la localidad de Embalse (departamento Calamuchita) a 16 años de prisión, por violar a su hija. En el caso, fue clave el rol de la escuela a la que concurría la niña, cuyas autoridades denunciaron a la Justicia para que se lo investigue. El nudo que desató la causa fue lo que la niña contó en una clase.
El juicio estuvo a cargo del vocal de la Cámara del Crimen de Río Tercero, José Argüello. El magistrado encontró culpable al imputado de abuso sexual gravemente ultrajante agravado por el vínculo y la convivencia preexistente en forma de ejecución continuada y promoción a la corrupción agravada continuada en concurso ideal.
En el juicio se ventilaron numerosas pruebas que incriminaron al ahora condenado.
El drama se desató entre las paredes de la casa que habitaban en barrio Los Chañares, de Embalse. Fue entre 2013 y 2016, cuando la niña tenía entre 11 y 14 años.
El condenado tiene siete hijos. En la resolución acusatoria, el juez sugirió que se haga tratar por sus problemas vinculados al tema sexual.
En su vida, el acusado nunca tuvo antecedentes penales. Esta era la primera vez que se sentaba en el banquillo de los acusados.
El ahora condenado violaba a su hija bajo amenaza -según se ventiló en el juicio- de que si el acto sexual no se concretaba, “golpeaba o mataba” al resto de sus hermanos.
La pieza acusatoria establece que la sometía sexualmente a los golpes y presionando su mano en el cuello de la niña, en posición de ahorcamiento.
La escuela como denunciante
La denuncia fue realizada por la directora de la escuela donde asistía la víctima.
En la causa surge que la docente declaró que “la profesora de Lenguas le informó que un día mientras daba clases al curso, en circunstancias en que se encontraban en medio de una charla sobre abusos sexuales, la alumna manifestó haber sido víctima de abuso”.
Luego, en la Dirección la niña aseguró -según el expediente– que “fue víctima de abuso desde los 11 años por parte de su padre, que la mantenía amenazada”.
Por otro lado, la psicóloga de oficio concluyó que la chica “se encuentra con diversos indicadores de angustia y ansiedad, y presencia de llanto al rememorar los hechos”.
A los pocos días de radicada de denuncia, la niña dijo que “todo era mentira”. Pero cuando cumplió la mayoría de edad volvió a tribunales y confirmó todos sus relatos de abuso paternal.
Así, según señala la acusación, “la víctima denunció el calvario que vivió, ya que desde los 11 hasta los 14 años de edad sufrió abusos por parte de su padre”.
De adolescente, se animó
Más tarde la chica se puso de novia. El muchacho declaró en el juicio que “ella le tenía mucho miedo al padre; cuando lo veía por la calle, ella le agarraba su mano y le decía que tenía miedo de que el papá le hiciera algo”.
El joven dijo que “todo el tiempo en que estuvieron de novios, sostuvo sus dichos, siempre dijo que su papá la había violado y que ella en su momento no quería denunciar porque tenía miedo a que le haga algo de vuelta, pero que él la convenció y acompañó para que haga la denuncia”.
“El estado crónico de vulneración y de carencias, tanto materiales como afectivas, han derivado en que crezca en un ambiente de desprotección y maltrato en forma integral”, señala el fallo.
Los peritos luego apuntaron que la víctima padece aún “un notable deterioro en las distintas áreas de su vida, tales como consumo problemático de sustancias, fugas del hogar, conductas autodestructivas, entre otras, causadas por los abusos sexuales”.
En la causa se profundiza que “el abuso sexual violento cometido contra quien era una niña, que al momento en que comenzaron a perpetrarse los hechos de abuso tenía 11 años de edad, denota un hecho de violencia de género, resultando de interés remarcar otros aspectos que refuerzan esta conclusión acerca de que en el caso hay un vínculo entre violencia y discriminación por la condición de mujer”.
En la acusación se invocó a los derechos constitucionales y del niño. En esa línea, se aportó que “el relato expresado por la víctima, se denomina en la moderna victimología, relato de impacto: aquel que a la vez de brindar una idea acabada de cómo los hechos afectaron la vida de la víctima, gozan de una presunción de credibilidad al momento de su valoración, presunción que no confronta con el principio de inocencia del que goza el imputado, pero que a la vez posiciona a la víctima menor de edad (al momento de la comisión de los delitos), como una persona que debe ser tratada con dignidad y respeto”.
Las identidades se preservan para proteger a la víctima.
