La variante Ómicron generó en Córdoba más de 400 mil casos, con un pico, el 3 de enero último, de 22.644 contagios confirmados. Fue tal el desborde que generó la variante en los centros de testeo que aún hoy no se consigue poner al día la notificación. Por caso: en el parte del Ministerio de Salud provincial de este jueves se informaron 3.672 casos, de los cuales apenas 444 corresponden a diagnósticos de los últimos tres días, mientras que otros 198 son por test realizados entre 4 y 10 días atrás y 3.030 se remontan a más de 10 días.
Se llegaron a hacer, en los días en los que se cronicaban esperas de más de seis horas en los centros de testeo, más de 50 mil análisis.
Y mientras en la primera ola, con un tercio de casos -113.864- hubo 2.319 fallecidos por Covid, con Ómicron los muertos desde su aparición en diciembre de 2021 eran, hasta la semana pasada, 667. La letalidad, el indicador que vincula los dos datos, pasó de 2,04 por ciento a 0,17 por ciento. Y esto sería aun más bajo, puesto que fue tal la contagiosidad de Ómicron y la saturación del sistema de diagnóstico que los casos están subestimados.
La pandemia no terminó, pero ya no parece que será la misma post Ómicron. Los expertos creen que se encamina a ser una endemia, como una enfermedad respiratoria más, de cuidado para grupos de riesgo, como lo son la influenza y la neumonía.
Seguirá habiendo casos y es probable que haya rebrotes que obliguen a sacar la caja de herramientas de la pandemia: rastreo y aislamiento de contactos, alguna limitación temporal de actividades o reinstalar el uso del barbijo en algunas actividades flexibilizadas. Pero, salvo que el virus se modifique de tal modo que se saltee la protección de las vacunas frente a enfermedad grave y muerte, ya no se volverá atrás en las libertades conquistadas tras dos años de Covid entre nosotros.
Corriéndose el Covid del protagónico, comienzan a aparecer en el centro del escenario algunos de los dramas que se pensaban para la pospandemia, que empezó hace tiempo y ya en enero pegó un grito de alerta, con un exceso en la mortalidad, por todas las causas en Córdoba, de casi el 100 por ciento.
Ómicron no explica esa cantidad de muertes, aun con subregistros. Y entonces la explicación apunta al pasivo que se acumuló en dos años de un sistema de salud enfocado en Covid, por la falta de controles de enfermedades prevalentes.
Si esto es así, habrá muchas muertes más, en exceso, ya no ejecutadas por Covid sino por el contexto de pandemia, el impacto global que generó la saturación de la atención, los contagios que diezmaron los equipos sanitarios y el miedo de la población a ir al médico para evitar pescarse un Covid en un control de rutina.
Por qué, de repente, se comenzó a pagar la cuenta atrasada en enero, no tiene explicación. Pero hace tiempo los expertos vienen advirtiendo que iba a ocurrir en algún momento. Y ese momento llegó.
Los pasivos generados por la pandemia, que se pensaban para aquel lejano horizonte de la pospandemia, también se vivirán con el retorno escolar a tiempo completo presencial. Hay dos años que remontar y medio millón de niños y niñas que en el país perdieron contacto con la educación. Lo primero que se podrá saber, cuando se inicie el nuevo ciclo lectivo, es todo lo que no se sabe: lo que no se aprendió ni se enseñó.
Y en las escuelas, para cerrar la pandemia, falta aún que crezca la vacunación de niños y niñas, que aún en Córdoba no llega al 55 por ciento con segundas dosis. Con esa fisura en la armadura, las aulas entrarán de lleno en las batallas de la pospandemia educativa.
