En una trama de suspenso, la serie argentina Atrapados cuenta la historia de un grupo de adolescentes que, a través de un videojuego y de una aparente comunidad virtual, quedan expuestos a un entramado de manipulación, engaño y violencia digital.
La ficción producida por Haddock Films y basada en la novela Caught, de Harlan Coben, aborda el grooming desde una perspectiva integral, poniendo el foco en las emociones, los vínculos y las brechas entre adultos y adolescentes.
La realidad marca que es una problemática urgente: según el informe “Las víctimas contra las violencias”, de Unicef, de 2019 y de 2020, el delito de grooming aumentó un 124% entre octubre de 2018 y septiembre de 2020, mientras que la utilización de niños, niñas y adolescentes en pornografía creció 522,5% y otras formas de explotación y violencia sexual en entornos digitales lo hicieron en un 40,9%.
Más allá del entretenimiento, Atrapados ofrece una herramienta para reflexionar sobre los riesgos que atraviesan los jóvenes en internet y el lugar que ocupamos los adultos en su acompañamiento.
Dos psicólogas especializadas en adolescencia analizan qué mensajes y qué interpelaciones abre la serie respecto del grooming y de la realidad de los adolescentes en general.
Un llamado a revisar los vínculos
Erica Spindler, psicóloga e integrante de la Dátedra de Desarrollo Infantil de la Universidad Nacional de Córdoba, destacó el valor pedagógico de la serie: “Atrapados es una herramienta que permite sensibilizar sobre peligros actuales como el grooming, en el que la prevención, la educación y sobre todo el fortalecimiento de los vínculos familiares son fundamentales”.
Para Spindler, la ficción logra visibilizar los mecanismos de manipulación psicológica que utilizan los agresores para seducir y aislar a las víctimas, apelando a su necesidad de afecto y de validación.
En esa línea, explicó: “Muestra cómo un adulto se aprovecha de la vulnerabilidad emocional de un adolescente. La necesidad de pertenencia puede hacer que los jóvenes bajen la guardia. La falta de comunicación o de presencia activa de los adultos genera espacios en los que el grooming se infiltra”.
Según la especialista, no se trata sólo de advertir sobre los riesgos digitales, sino de recuperar la figura adulta como referente emocional: “El rol de los padres es crucial. Aquellos que están emocionalmente disponibles suelen convertirse en figuras protectoras. Escuchar activamente, alojar las emociones, crear rutinas de contacto afectivo: todo eso es parte del cuidado”.
Y abre algunas preguntas para que padres y madres puedan reflexionar acerca de una realidad particular con sus hijos: “¿Cómo reacciono cuando mi hijo me cuenta algo que no entiendo o no comparto esa idea con él? ¿Qué espacios tengo para compartir tiempo sin obligaciones ni pantallas de por medio? ¿Escucho para responder o para entender?“.
Y luego agregó: “¿Qué haría si sospechara que mi hijo o hija es víctima de algo así? ¿Sabemos adónde recurrir?, como una forma “volver a mirarnos como familia”.
Del control al acompañamiento: educar en ciudadanía digital
Mariana Savid Saravia, psicopedagoga y especialista en ciudadanía digital, apunta a la necesidad de cambiar el paradigma adulto en relación con el uso de tecnologías.
“Las tecnologías no son el problema. Son una nueva dimensión de la vida cotidiana adolescente. Es necesario pasar de un modelo de control parental a uno de educación digital consciente”, afirmó. Esto implica generar conversaciones periódicas, sin prejuicios, y establecer límites desde el diálogo, no desde la vigilancia.
Savid enfatiza que el grooming no sucede sólo por la ingenuidad de los adolescentes, sino también por el aislamiento emocional previo: “Si hay conexión, afecto y escucha, hay protección. La familia es el primer modelo de vínculo, de afecto y de resolución de conflictos. Por eso, cómo se tratan los adultos entre sí también educa”.
La serie, según su mirada, permite hablar en casa de temas que muchas veces están silenciados, como el consentimiento, los límites y la privacidad.
“No se trata de preocuparnos, sino de ocuparnos. Si la serie logra que nos preguntemos cómo nos comunicamos con nuestros hijos y qué podemos hacer para protegerlos mejor, entonces ya cumplió su propósito”, concluye.
La adolescencia: una etapa de búsqueda, no de sospecha
Ambas especialistas coinciden en resignificar la adolescencia no como un problema, sino como una etapa vital de construcción.
Spindler lo explica así: “Es una etapa de exploración, de deseo de autonomía, pero también de enorme sensibilidad emocional. Por eso, necesitan adultos que los escuchen de verdad, sin juzgar ni minimizar lo que sienten”.
De ahí que sugiera transformar los momentos compartidos en espacios de contacto emocional genuino: “Caminar juntos, compartir una comida, conversar sin pantallas. Esos gestos simples fortalecen el lazo protector”.
Savid aporta una mirada complementaria: “Atrapados muestra una madre convencida de que su hijo no se comunica, cuando en realidad es ella quien no sabe escuchar. Eso nos interpela: ¿cuántas veces creemos saber lo que sienten nuestros hijos sin preguntarles realmente?”.
Su propuesta es clara: practicar la escucha activa, validar las emociones aunque no se compartan, ofrecer disponibilidad afectiva sin sermones.
“Nuestros adolescentes confiarán más si sienten que pueden hablar sin miedo a ser juzgados”, señaló.
Educación digital y acción colectiva
“Es fundamental enseñar a los adolescentes a reconocer señales de alerta, a poner límites, a cuidar su privacidad. Pero, para eso, los adultos también tenemos que informarnos y sacudir prejuicios”, insistió Spindler.
Ambas especialistas coincidieron en que no hay receta mágica, pero sí claves fundamentales: presencia emocional, educación digital, escucha activa y vínculos de confianza. La prevención del grooming, dicen, no se resuelve sólo en las pantallas, sino en los lazos que tejemos día a día.
“Hablar del tema en casa, sin tabúes, sabiendo que no siempre tendremos respuestas ideales, pero que siempre podemos estar disponibles: ese es el mensaje más potente que deja la serie”, sintetizó Savid.
Atrapados interpela, incomoda, moviliza. Pero, sobre todo, nos llama a actuar. Porque cuando los adultos estamos presentes, los adolescentes están menos expuestos.