La lotería de Navidad, el Gordo de Navidad en Córdoba, es una tradición profundamente arraigada en varios países del mundo entero, donde millones de personas participan cada año en este sorteo con la esperanza de cambiar sus vidas.
Sin embargo, más allá de la promesa de fortuna, el fenómeno también responde a factores psicológicos, emocionales y sociales que conducen a una compra compulsiva de décimos, especialmente en los días previos al sorteo.
El papel de la ilusión y la “ansiedad anticipatoria”
Según la psicóloga Irene Giménez, la principal razón para participar en la lotería de Navidad radica en la ilusión. “La ilusión es el motor que mueve el mundo. Jugar a la lotería forma parte de la estampa navideña”, explica.
Además, el juego se asocia a un placer inmediato, ya que la liberación de dopamina en el cerebro genera una sensación de satisfacción a corto plazo.
Un factor clave en este comportamiento es la llamada “ansiedad anticipatoria”, que surge ante la posibilidad de que un número que no se ha comprado resulte ganador. La expresión “¿y si toca?” encapsula este temor, que, según Giménez, “es un miedo a algo que no existe o que tiene una probabilidad mínima de ocurrir”.
Este tipo de ansiedad lleva a muchas personas a adquirir décimos adicionales o a ceder ante la presión social para participar.
La influencia de la tradición y la cohesión social
El sorteo de Navidad también se distingue por sus rituales y su arraigo cultural. Según el psiquiatra Sergio Oliveros Calvo, “el atractivo de la lotería de Navidad no sólo radica en los premios, sino en los rituales y efectos sociales que genera”. Compartir décimos entre familiares, amigos o compañeros de trabajo refuerza los vínculos sociales y crea una sensación de pertenencia.
“Existe la creencia mágica de que compartir incrementa la probabilidad de éxito, lo que también genera presión para participar,” añade Oliveros.
En muchos casos, las personas compran décimos por miedo a quedarse al margen si el número compartido resulta ganador, lo que refuerza un comportamiento grupal.
Perfil del jugador de lotería de Navidad
A diferencia de otros juegos de azar, este sorteo no está asociado a perfiles de ludopatía. “El ludópata busca situaciones con un mayor riesgo percibido y un beneficio potencial en el que tenga algún control, mientras que el jugador de Navidad busca la conformidad social y la adhesión a costumbres arraigadas,” explica Oliveros.
Este sorteo atrae a personas de todas las edades y clases sociales, aunque la participación suele comenzar con el acceso al mundo laboral. Entre los jóvenes, el interés por la lotería de Navidad está creciendo debido al aumento de conductas tribales y vínculos grupales.
El día después: ¿qué sucede tras el sorteo?
El impacto emocional no termina con el sorteo. Según Giménez, las personas que no resultan premiadas suelen experimentar una “bajada emocional”, donde predomina el pensamiento racional de que ganar era poco probable. No obstante, algunas personas recurren a explicaciones mágicas, como culpar al “número” por no ser ganador.
En contraste, los ganadores atraviesan un proceso de adaptación que comienza con una sensación de euforia y satisfacción inmediata. Con el paso de los días, la realidad de su nueva situación económica se asienta, y es crucial manejar la transición con cautela.
Recomendaciones para una participación saludable
Los expertos recomiendan:
- Moderación en la compra de décimos y una actitud equilibrada frente al sorteo.
- En caso de ganar sugieren no divulgar el premio de inmediato y mantener la rutina diaria para evitar decisiones impulsivas.
- También se enfatiza la importancia de disfrutar del proceso como una tradición más, sin que esta genere ansiedad o presión social excesiva.