La búsqueda de una mejor calidad de vida, superar la frustración y actuar con mayor normalidad son algunos de los objetivos que buscan las mujeres con lipedema.
Esta afección es un trastorno progresivo y crónico de la distribución de grasa subcutánea que, a diferencia del sobrepeso convencional, cuenta con una acumulación patológica de tejido adiposo sobre todo en brazos, piernas y caderas excluyendo manos y pies.
Sus principales síntomas son sensación de pesadez, dolor a la presión o espontáneo, una mayor propensión a tener hematomas y también una carga de emociones significativa, por lo que requiere abordar este problema desde varios ángulos, no exclusivamente el médico-estético.
Diagnósticos: síntomas y desafíos
Hamidreza Eskandari, médico cirujano especialista en estética, explica que el diagnóstico del lipedema es fundamentalmente clínico, se basa en la anamnesis (recopilación de información que realiza un profesional de salud a través de una entrevista con el paciente con el objetivo de obtener un historial clínico) y la exploración física detallada.
El desafío que puede presentarse en el diagnóstico de esta afección es que puede confundirse con otras, como el linfedema o la obesidad generalizada.

Los signos clínicos que caracterizan esta enfermedad son deposición de grasa simétrica y bilateral, sin afectar al pie, y una sensibilidad al dolor específica. Para la diferenciación diagnóstica pueden utilizarse métodos de exploración por imagen como la ecografía y el ecodoppler.
Tratamientos
El tratamiento para los casos de lipedema debe ser holístico y multidisciplinario, debe priorizar el control efectivo de los síntomas, la optimización de la salud y la prevención de posibles complicaciones. Todos los procedimientos deben adaptarse según cada caso, adaptándose a la extensión y el estadio del lipedema.
Los tratamientos tienen como objetivo garantizar resultados sostenibles, reducción del dolor, mejorar la movilidad y prevenir secuelas ortopédicas. Algunos de los tratamientos conocidos son:
- Tratamiento quirúrgico: se extrae todo el tejido adiposo patológico. Es una de las mejores opciones.
- Liposucción tumescente: consiste en infiltrar un líquido que aspira la grasa más suave.
- BodyTite: tratamiento estético mínimamente invasivo que utiliza radiofrecuencia para remodelar el cuerpo, eliminando grasa y tensando la piel al mismo tiempo
- Lipoláser: utiliza energía láser para licuar la grasa localizada y luego aspirarla.
- Terapia de compresión: debe utilizarse para reducir el dolor en las extremidades afectadas.

Una buena nutrición y actividad física personalizada son recomendadas para fortalecer el tratamiento. Al respecto, Eskandari recomienda ejercitarse en el agua, realizando natación o clases de aquagym.
“Es lo óptimo por la presión uniforme que el agua ejerce sobre las extremidades, descargando las articulaciones y favoreciendo el retorno linfático y venoso. Tanto el dolor como la hinchazón se reducen y la movilidad de brazos y piernas es mucho mayor”, detalla el especialista.
El profesional también recomienda realizar caminatas a ritmo moderado, yoga, pilates y entrenamiento de fuerza.
Impacto psicológico
A nivel psicológico, esta afección tiene un impacto significativo y multifacético. La baja autoestima, la vergüenza y la frustración son resultado de la desproporción física y la dificultad para perder peso.
Debido al aspecto crónico de la enfermedad, se potencian los trastornos de salud mental como la depresión y la ansiedad.

Es de vital importancia tener en cuenta aspectos biopsicosociales al momento de diagnosticar y definir un tratamiento. Incluir apoyo profesional a nivel psicológico ayuda a cuidar la salud mental y así, favorecer el resultado de los tratamientos. Educar y empoderar al paciente es vital para evitar el aislamiento y la desesperanza.


























