Hay formas de rostro que son como un comodín. El ovalado es uno de ellos. Por su equilibrio natural y sus proporciones suaves permite jugar con múltiples estilos sin que el look se desbalancee.
Pero, aunque casi todo le va bien, algunos cortes pueden resaltar todavía más sus puntos fuertes.
Lob, microbob y flequillo: los clásicos que nunca fallan
Paul Tudor, director del salón David Künzle en Madrid, recomienda empezar por los básicos: “El lob es ideal: más largo que el bob clásico, a la altura de la clavícula o un poco más. Muy versátil y sentador”.
También destaca el microbob con flequillo, que no supera la mandíbula y se adapta a muchas texturas. Y suma un toque extra: el flequillo cortina, por debajo de las cejas, que enmarca la mirada y suaviza los rasgos.

XXL o mini: los extremos que sorprenden
Para quienes prefieren llevar el pelo largo, el rostro ovalado también acompaña: “Una melena XXL funciona bárbaro, sobre todo si está desfilada desde el mentón hacia abajo”, dice Tudor.
Y si se quiere ir al otro extremo, el corte mullet se presenta como una opción moderna, liviana y fácil de mantener. También menciona el blunt bob, recto, con caída limpia, y algo más largo adelante que atrás.

Qué evitar en un rostro ovalado
Aunque este tipo de rostro se adapta a casi todo, hay algunas trampas a esquivar. Ana Soriano, también estilista del equipo Künzle, sugiere evitar:
- Melenas muy largas sin forma
- Flequillos pesados o demasiado largos
- Capas demasiado cortas
“Lo ideal es que el movimiento comience desde el mentón, con una melena suave y con textura, sin sobrecargar ni vaciar de más”, detalla.
Sharp y Wob: los cortes menos conocidos que son un acierto
Adriana Pérez, directora de Sonia Atanes Hair Beauty, suma dos cortes que hoy ganan protagonismo:
- El sharp, con capas internas que aumentan levemente de longitud al subir, peinado con puntas hacia adentro.
- El wob, un híbrido entre wavy y bob, con volumen lateral y largo hasta los hombros.

Según Adriana, va genial con mechas balayage en tonos cálidos como el caramelo.
¿La clave? Elegir texturas, formas y largos que acompañen el movimiento natural del cabello y no resten armonía.