Ni en la sala de parto ni en la sala de recuperación posparto del Hospital Neonatal Ramón Carrillo había cámaras que prueben de manera fehaciente quién fue quien provocó la muerte de cinco bebés e intentó hacerlo con otros ocho. Tampoco hay testigos: sí hay relatos que hilvanan hechos y que apuntan a quien hoy está acusada de haber sido la autora material de pinchazos que le inocularon potasio, una sustancia letal para el ser humano.
Para el fiscal Raúl Garzón, que llevó adelante la instrucción de la causa, no hay dudas de que fue Brenda Agüero, la enfermera del área de obstetricia a quien detuvo el 19 de agosto de 2022. Desde entonces la profesional sostiene que es inocente. La acusación está sostenida por una serie de indicios que, evaluados en conjunto, complican la defensa de Agüero.
Garzón presentó ocho indicios que, a su entender, acreditan la autoría de Brenda Agüero en los 13 casos y son los que dan sustento a la acusación que llevará adelante el fiscal de Cámara Sergio Ruiz Moreno. De Angeline Rojas y Melody Molina cuentan con autopsias judiciales, que concluyen que la causa eficiente de la muerte de ambas “fue paro cardíaco debido a una bradicardia extrema debido a hiperpotasemia”.
La instrucción encontró un patrón común en todos los casos, detectó en qué lugar cometió esos ataques y cómo habría procedido para hacerlo. Cuenta con las autopsias, informes médicos que analizaron las historias clínicas de punta a punta, planilla de asistencia y de servicios del Neonatal y más de 200 testimonios. Muchos reconocieron que pasaba algo raro y otros admitieron que luego lograron conectar con claridad los hechos.
Los indicios
En el expediente se describen exhaustivamente ocho indicios que probarían la autoría de Brenda.
Indicio de presencia. Los 13 casos sucedieron en ocho días diferentes y en esos ocho días Brenda estuvo presente. En el turno mañana de obstetricia el plantel va de ocho a 10 profesionales, según el mes. Si bien Brenda trabajaba siempre de 6 a 14, no lo hacía siempre los mismos días, porque a veces los francos tocan en la semana. Hubo al menos tres que coincidían, pero Brenda es la única que asienta lo sucedido en las historias clínicas con un nivel de detalle y precisión que hasta asombró a los investigadores.
Los hechos ocurrieron en la sala de recuperación posparto, donde ella estuvo asignada en 12 de los 13 casos. En el único que no estuvo fue con la mamá que parió por cesárea, pero su bebé quedo a solas en una zona de incubadoras donde ella sí estaba. En todos los casos las mamás o sus familiares reconocieron que Brenda en algún momento alzó o les pidió el bebé y hasta hay una mamá que escucha un grito de dolor cuando Brenda le toma la beba y se la lleva.
De oportunidad. El fiscal concluye que Agüero sería la única profesional que estuvo en condiciones de aplicar el potasio de modo subrepticio por cuatro razones: lo hizo en la sala de recuperación y no en la de parto, donde hay muchos profesionales, por lo que pudo actuar a “ocultas de la vista y control de quienes podrían haber evitado su accionar”. Dos, tenía conocimientos de la administración de potasio y sus consecuencias. Tres, se probó el acceso libre a ampollas de potasio que ella tenía en su condición de enfermera, sin dejar registro de su retiro. Y cuarto, el lunes 6 de junio fue la única enfermera asignada, dentro de su turno, a cumplir tareas en la sala de recuperación.
De conocimiento. En el expediente, se revela que el 16 de octubre de 2021 descargó una extensa serie de archivos PDF que le permitieron aprender a calcular con regla de tres simple los mililitros de potasio para un plan de hidratación parenteral para un niño de 30 kilos; buscó alteraciones relacionadas con la hipercalcemia y la hiperglucemia y buscó una guía (en inglés) sobre resucitación de neonatales. Hay un archivo que indica que para producir una parada cardíaca debe utilizarse una solución cardiopléjica rica en potasio; baja libros sobre reanimación neonatal y se detiene en un cuadro de medicamentos de alto riesgo (entre ellos, el cloruro de potasio, fosfato de potasio e insulina humana) con dosis, equivalencias, precauciones y efectos adversos. También lee sobre fórmulas para la corrección de hipercalcemia, hipocalcemia, hipoglucemia y sobre las complicaciones que puedan derivarse de un tratamiento con cloruro de potasio y de insulina.
Quizás lo más escalofriante esté en un trabajo de la enfermera neonatal Patricia Bautista titulado “El duelo ante la muerte de un recién nacido”, que indica cómo debe manejarse el equipo de salud ante duelo por la muerte de un recién nacido, cómo intervenir ante la inminencia de la muerte, durante y después. Su defensa justificó que estaba haciendo un curso y ese era el material de lectura.
De modalidad. El fiscal sostiene que Brenda actuó en la sala de recuperación y que no colocó el potasio por vía endovenosa, lo que supone tiempo y precisión, sino como pudo. La presunción es los inyectaba con la ropa puesta, en el momento en que los alzaba en brazos. Eso explicaría dos cosas: la primera, que casi todos los pinchazos inexplicables detectados en los bebés fueron atrás, en la zona de espalda o muslo posterior. Lo segundo es el tiempo en el que el potasio hizo efecto: por vía endovenosa la muerte llega a los 40-50 minutos. Una aplicación errática podría demorar algo más el efecto.
Hay un detalle adicional: una enfermera declaró que le llamaba la atención que siempre Brenda iba a trabajar con mangas largas, aun en días de mucho calor. Ahí se presume que escondía la jeringa.
De los 13 casos, el pinchazo extraño se advierte en el caso número seis, de la beba que nace el 23 de abril: fue atrás de la pierna izquierda. La beba que sobrevive el 6 de junio porque las médicas se dan cuenta de que tenía exceso de potasio, quedó con una lesión en la espalda gravísima, que llegó a formar una úlcera de 15 centímetros de diámetro.
La mamá de Melody le contó al fiscal que vacunaron a su beba delante de ella, en brazo y pierna (BCG y hepatitis), pero que cuando le cambió la ropa advirtió que en la espalda tenía una manchita de sangre seca. Melody nació a las 4.25 y los primeros signos de malestar, según su mamá, aparecieron al mediodía.
La autopsia confirmó que Melody tenía un pinchazo en la zona dorsal media y que no se correspondía con las vacunas ni con los tratamientos que le hicieron cuando intentaron salvarle la vida. La hipótesis acá es que el pinchazo con potasio tocó un huesito, por eso demoró tanto en hacer efecto.
De mala justificación. Para el fiscal es relevante el intento de Brenda de situar a otra persona en la situación sospechada, además de ella. En su declaración, Agüero dice que en el caso de Angeline Rojas, la enfermera de neonatología (D.G.Z.) es la que ingresa a la sala de recuperación con la beba en brazos para explicarle a la mamá cómo amamantarla y que ella la toma recién cuando advierte que se descompensa. Para los investigadores, con esto pretendió “tergiversar una parte de la secuencia del hecho”, ya que otros testimonios refutan su relato.
De posterioridad. Hay colegas y de mamás que indican que ella mostró especial interés por el estado de los bebés una vez que se descompensaron y cierto pesar por el fallecimiento de algunos.
Pero hay además otro hecho muy relevante. Después de aquella fatídica guardia del lunes 6 de junio, en el que hubo cuatro ataques a bebés (dos murieron y dos se salvaron), las autoridades del hospital pidieron la intervención del nivel central del Ministerio. Genoveva Avila y Marcela Yanover, directoras de Enfermería y de Maternidad e infancia respectivamente, hicieron una primera ronda de entrevistas. Brenda va a trabajar el martes 7 y el miércoles 8 de junio, días en que la Maternidad estaba revolucionada por las denuncias judiciales que les siguieron a esas muertes. Después fue licenciada y cuando se le acabó la licencia ordinaria por vacaciones, pasó a estar dispensada. Hubo 23 trabajadores en esa situación, pero todos fueron regresando. La que no volvió nunca fue Brenda. Y no se produjeron nuevos casos de bebés con pinchazos. Su intento de mudarse a la provincia de Buenos Aires también la complica.
¿Por qué?
Las mamás que acuden al juicio tienen una sola pregunta: ¿por qué? Si ella lo hizo, ¿qué la llevó a provocar la muerte a los bebés? ¿Los habría elegido por alguna razón? ¿Por azar? ¿Algo determinante de sus mamás?
No hay una respuesta concluyente. Muchos testimonios coinciden en que Agüero tenía un afán desmedido por sobresalir: quería pasar al servicio de neonatología (de mayor prestigio que obstetricia) y quería que los médicos repararan en esa percepción innata que parecía tener para detectar anomalías, como una respiración dificultosa o labios apenas morados. Es lo que el fiscal llamó “indicio de personalidad”. En al menos cinco casos de los 13 es ella la que alerta a las neonatólogas de un sutil desmejoramiento del bebé, algo que ni los médicos habían detectado. “Doctora, venga a ver este bebé que no está bien”, decía y eso derivaba en que la felicitaban. Buscaba adrede ese reconocimiento de sus superiores.
Pero habría también un regocijo ante el desconcierto de los profesionales, a quienes se les morían inexplicablemente los bebés. Hay una neonatóloga incluso que la escuchó decir, cuando no podían recuperar del paro a la beba Angeline Rojas: “¿Vieron que ustedes los médicos no se las saben a todas?”