El refugio de osos del Parque de la Biodiversidad de Córdoba ya está en funcionamiento. En marzo pasado, tal como se había anticipado, se concretaron los traslados internos de los tres ejemplares: dos machos y una hembra.
Según confirmó la directora del parque, Constanza García Capocasa, la adaptación al nuevo espacio ha sido exitosa y los animales muestran comportamientos activos, como exploración del entorno y baños prolongados en las lagunas artificiales.
El proceso de reubicación fue distinto en cada caso. Voldemort, el oso macho más joven, y su padre, Coda, fueron trasladados bajo sedación y con el acompañamiento de veterinarios externos que colaboraron en el procedimiento anestésico, el traslado físico y los controles sanitarios.
En cambio, la osa Rita fue movilizada sin anestesia, bajo un protocolo menos invasivo.
Los nuevos recintos están ubicados en una zona restringida del parque y no son accesibles al público general, en sintonía con la política de abandono del modelo tradicional de exhibición.

Los espacios fueron diseñados para brindar condiciones de bienestar animal, tanto en términos de superficie como de estímulos ambientales, y ya se evidencian cambios positivos en el comportamiento de los ejemplares.
Los tres osos fueron distribuidos en sectores diferenciados, con barreras físicas y visuales que evitan tensiones. Esta decisión responde a los antecedentes de conflictividad entre los dos machos, que nunca lograron convivir armónicamente. Por el momento, no se han registrado enfrentamientos.
“La preocupación era que pudiera haber algún tipo de tensión, pero afortunadamente no pasó”, detalló García Capocasa.

El nuevo hábitat de Voldemort, de 953 metros cuadrados, incluye una laguna artificial y reemplaza a su antiguo recinto de 620 metros, que a su vez fue un avance respecto de la jaula de apenas 100 metros cuadrados que ocupó durante años, originalmente pensada para monos.
En la visita que realizó este medio, se pudo apreciar cómo disfrutaba del agua, aprovechando la cálida mañana.
En tanto, Rita y Coda ocupan una superficie de 1.560 metros cuadrados con piscina adaptada, pensada especialmente para la movilidad reducida de la osa.

Hay que recordar que los dos ejemplares macho nacieron en el exzoo de Córdoba, mientras que la hembra llegó procedente de España en la década de 1990. Si bien se intentó trasladarlos a refugios silvestres, no se consiguió un lugar que los quisiera recibir.
“Cambios abismales”
Los cambios en los espacios fueron calificados como “abismales” por la directora del parque.
El objetivo es fomentar comportamientos naturales, como la búsqueda de alimento, el juego, el descanso en sombra y la interacción con el entorno.
El diseño del recinto incluye una superficie total de 3.373 metros cuadrados, con un área cubierta de 225 metros para manejo veterinario, poleas para apertura remota de compuertas y sectores de cuarentena e inmovilización.

Los muros perimetrales fueron reforzados tras detectar fallas estructurales de la construcción de piedra bola en las primeras etapas de construcción. Además, se instalaron barrancas naturales y boyeros eléctricos para garantizar la seguridad.
Siguen los movimientos
El traslado de los osos forma parte de un plan integral de transformación del exzoológico municipal en un parque de conservación, que contempla la readaptación de recintos y el traslado progresivo de especies.
“Este parque no se arma de cero. Todavía hay animales, y se trabaja alrededor de ellos mientras se mejoran las instalaciones”, señaló García Capocasa.
El lugar cuenta con unos 600 animales estables, y otros 200 que van llegando al centro de rescate.
En paralelo, se planifican nuevos traslados internos y reubicaciones. Uno de los recintos, anteriormente ocupado por el león Tango y luego por los osos, será acondicionado para recibir a dos pumas rescatados de un departamento en barrio Nueva Córdoba, que ya crecieron y necesitan más espacio.
Se trata de animales que no pueden ser liberados por su alto grado de domesticación, y que serán alojados en un entorno con mayor superficie y estímulos.
Se está ampliando la pileta del aligator, un reptil oriundo de Estados Unidos que es una de las pocas especies, junto con los yacarés, algunas tortugas y las aves del lago, que se pueden seguir viendo en el parque.
También se prevé el futuro traslado de los papiones a un recinto patrimonial. “Es otro de los animales que quedó en un lugar poco adecuado para su bienestar”, admitió la directora del parque.
Además de los traslados internos, el Parque de la Biodiversidad continúa con su política de conservación y reinserción de fauna.
Esta semana se realizará el traslado de tres crías de muitú, una especie silvestre emparentada con las gallinas, originaria del litoral argentino y en peligro de extinción. Serán llevadas a su hábitat natural en colaboración con la Fundación Rewilding.
Otro frente de trabajo es el de las aves nativas, en particular los cardenales amarillos. El parque se encuentra en proceso de firma de un convenio con la Administración de Parques Nacionales para avanzar en su liberación en zonas del Parque Nacional Traslasierra, una vez que se concrete el recambio de autoridades a nivel nacional.
El Parque de la Biodiversidad alberga actualmente a unos 800 animales, en su mayoría en sectores no accesibles al público. La apuesta es consolidar un modelo de protección y rehabilitación de fauna, alejado del paradigma de exhibición, con recintos adecuados, estímulos naturales y la posibilidad de liberar individuos cuando las condiciones lo permiten.
Con los osos ya instalados en sus nuevos refugios, el parque concreta uno de los hitos más esperados del proceso de transformación. Un paso más en el complejo camino de reconvertir un antiguo zoológico en un espacio centrado en el bienestar animal y la conservación de especies.