La psicología del color analiza cómo determinadas preferencias cromáticas pueden reflejar estados emocionales profundos. En estudios sobre la relación entre color, autopercepción y autoconfianza, especialistas detectaron que las personas que atraviesan baja autoestima tienden a elegir tonos que transmiten reserva, autocontrol y búsqueda de seguridad emocional.
Aunque estas asociaciones no son etiquetas rígidas, se repiten como patrones en investigaciones de conducta y percepción visual.
Gris pálido: protección y miedo a sobresalir
El gris claro aparece entre los colores más vinculados a la inhibición emocional. En psicología social, se lo asocia a personas que prefieren pasar inadvertidas y evitan destacar por temor al juicio externo.
Investigaciones publicadas en Color Research & Application señalan que quienes atraviesan baja autoestima suelen inclinarse por colores neutros porque les brindan una sensación de protección y control. Esa elección actúa como un “escudo emocional”, aun cuando limite su expresión personal.
Marrón apagado: inseguridad y necesidad de estabilidad

Los tonos marrones suaves se relacionan con autoconservación, cautela y búsqueda de estabilidad. Desde la psicología del color, estos matices aparecen en personas que se sienten vulnerables o que transitan períodos de autocrítica intensa.
Este color evoca tierra y seguridad. Por eso, quienes lo eligen suelen buscar contención emocional, incluso de manera inconsciente. Estudios de la Universidad de Westminster indican que los tonos marrones reducen la estimulación visual, lo que puede funcionar como un refugio interno cuando predomina la inseguridad.
Negro total: autoprotección y distancia emocional
El negro también remite a elegancia o autoridad, pero su uso excesivo puede interpretarse como una forma de barrera emocional. En contextos de baja autoestima, este color aparece como un mecanismo para ocultar vulnerabilidades y generar distancia frente a los demás.
La psicología del color indica que, en estos casos, el negro funciona como una herramienta para controlar la imagen personal y evitar la exposición emocional. Se convierte, así, en una forma de autoprotección.
Los colores no definen, pero pueden dar pistas
Los especialistas aclaran que la elección de colores no determina la personalidad. Más bien, puede reflejar estados emocionales temporales y ofrecer pistas útiles para comprender lo que sentimos.
Identificar estos patrones ayuda a trabajar la autopercepción, reconocer necesidades internas y, cuando sea necesario, buscar acompañamiento emocional. La psicología del color recuerda que mejorar la autoestima no implica modificar la ropa, sino fortalecer la relación con uno mismo.






















